Somos Hijos De Dios
Enviado por laurisarrublis • 15 de Mayo de 2013 • 713 Palabras (3 Páginas) • 470 Visitas
- Somos hijos de Dios.
La vocación fundamental del hombre es la vocación a la vida, una vida concebida como semejanza
de la vida de Dios. Descubrir a Dios Padre como creador provoca el conocimiento de que la vida es
una entrega a la libertad del hombre, llamado a dar respuesta personalísima y original, responsable
y llena de gratitud. Dios me ha llamado de la nada. Entre los miles de millones de seres posibles, Él
me ha elegido y me ha llamado a mí. El hombre es vocación a Cristo, por lo mismo, vocación a la
Iglesia, conjunto de los que forman el Cristo actual. Si, pues, todo ser humano tiene su propia
vocación desde el momento de su nacimiento, existen en la Iglesia y en el mundo diversas
vocaciones que manifiestan la imagen divina impresa en el hombre.
Cuando la Biblia habla del hombre a imagen de Dios, se refiere al hecho de que el hombre tiene un
alma espiritual. Está por encima de los otros seres vivientes que habitan en la tierra. El hombre no
es una cosa, sino una persona. El Hombre, por tanto, puede pensar; puede amar a otras personas; 2
puede componer una sinfonía; puede escoger el bien; todas las cosas que ni un perro, ni una
lagartija ni ningún otro animal puede hacer. Pero, aunque podamos hacer todas estas cosas,
debemos preguntarnos ¿por qué Dios nos hizo así?
Ciertamente Dios, que sabe todo, no necesita que nosotros pensemos, ni que le toquemos alguna
sinfonía, pues los ángeles cantan mucho mejor que nosotros. La razón es que Dios nos ha hecho a
su imagen para conocerle y amarle. De todas las criaturas visibles, sólo el hombre es “capaz de
Dios.” De todas las cosas de este mundo, sólo el hombre está llamado a vivir con Dios en el mundo
más allá. Y siendo a Imagen de Dios, el hombre está llamado a amar: primero a Dios y luego a
todo el que tiene semejanza con Dios, es decir, a cada persona humana, pues cada persona está
hecha a imagen de Dios.
Sin embargo, por el pecado el hombre nace con una imagen deformada. Cristo, al redimirnos, no
solo rehízo esta imagen desfigurada por el pecado, sino que nos ha dejado dones para
embellecerla aún más: nos dejó la gracia, a la Iglesia y en ella a los sacramentos. Por eso el
momento de la crucifixión es la mayor muestra de amor, de libertad. El hombre se conoce mejor a
esta luz. Y muchas realidades que eran incomprensibles como el sufrimiento humano y la muerte
se comprenden y aclaran gracias a que Cristo se encarnó, nos redimió y resucitó. Por eso se
comprende que al final del evangelio Jesús ordene a los discípulos que vayan por todo el mundo y
bauticen en nombre de la Trinidad y enseñen lo que Él ha mandado (Mt 28, 19 y ss).
Un hijo crece para parecerse a sus
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