A QUE SE DEBE LA LIBERTAD EN LAS NUBES

La tecnología ha avanzado dramáticamente en tan poco tiempo. Hoy en día tenemos fácil acceso a la información de cualquier parte del mundo en tan solo segundos, de igual manera es factible el poder comunicarnos desde nuestro ordenador o teléfono inteligente, mediante llamadas o videollamada; pero como todo en la vida, tenemos cosas positivas y negativas. Hoy en día, los usuarios acceden a programas y software mantenidos lejos en habitaciones climatizadas que albergan miles de computadoras. Para citar un texto de propaganda sobre la computación en nube: "Los detalles son abstraídos de los consumidores, que ya no tienen necesidad de experiencia o control sobre la infraestructura tecnológica 'en la nube' que los soporta".

Hay dos palabras reveladoras aquí: la abstracción y el control. Para gestionar una nube, es necesario disponer de un sistema de control que controle su funcionamiento, un sistema que por definición está oculto al usuario final. La paradoja es así que, como el nuevo gadget (smartphone o portátil pequeño) que tengo en mi mano se vuelve cada vez más personalizado, fácil de usar, "transparente" en su funcionamiento, más el conjunto entero tiene que confiar en el trabajo que es hecho en otro lugar, en el vasto circuito de máquinas que coordinan la experiencia del usuario. En otras palabras, para que la experiencia del usuario se vuelva más personalizada o no alienada, tiene que ser regulada y controlada por una red alienada.

Esto, por supuesto, se aplica a cualquier tecnología compleja: un espectador de televisión por lo general no tiene idea de cómo funciona su mando a distancia, por ejemplo. Sin embargo, el giro adicional aquí es que no es sólo la tecnología de núcleo, sino también la elección y la accesibilidad de los contenidos que ahora se controlan. Es decir, la formación de "nubes" va acompañada de un proceso de integración vertical: una sola empresa o corporación tendrá cada vez más participación en todos los niveles del cibermundo, desde máquinas individuales (PCs, iPhones, etc.) y hardware "cloud" para el almacenamiento de programas y datos, software en todas sus formas (audio, video, etc.).

Todo se vuelve así accesible, pero sólo como mediado a través de una empresa que posee todo: software y hardware, contenido y computadoras. Para tomar un ejemplo obvio, Apple no sólo vende iPhones y iPads, sino que también posee iTunes. También recientemente hizo un trato con Rupert Murdoch permitiendo que las noticias sobre la nube de Apple fueran suministradas por el imperio mediático de Murdoch. Para decirlo simplemente, Steve Jobs no es mejor que Bill Gates: si se trata de Apple o Microsoft, el acceso global se basa cada vez más en la privatización prácticamente monopolística de la nube que proporciona este acceso. Cuanto más se da acceso al espacio público universal a un usuario individual, más se privatiza el espacio.

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