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Enviado por vivitayak • 6 de Mayo de 2015 • 1.741 Palabras (7 Páginas) • 236 Visitas
UNA PERSPECTIVA SEMIÓTICA DE LA CIUDAD DE BOGOTÁ
EDER GARCÍA DUSSÁN**
Resumen
No hay grieta entre el ciudadano y los espacios físico y simbólico de la metrópoli que lo
habita, pues la articulación de su hacerse histórico está ligado al ordenamiento social que
lo determina. Pensar, entonces, la ciudad como espacio que constituye el orbe social en
dialéctica con el pensamiento y el accionar humanos, permite lanzar líneas de sentido que
permiten interpretar la ciudad de Bogotá a partir de cuatro categorías de comprensión:
ciudad como conjunto de signos, como jaula, como promesa y como escenario productor
de imaginarios sociales. Así las cosas, la mirada hacia la ciudad, resulta siendo una
mirada hacia nosotros mismos como formas culturales de producción a la vez que como
productos de sus efectos.
Palabras clave
Cultura urbana, terror, escenario gótico, comunidad imaginada, memoria colectiva, lógica
mestiza, disciplinamiento corporal, zapping, imaginario social, neobarroco.
ABSTRACT
There is no gap between the citizen and the physical and symbolic sites of the metropolis
that inhabits him, because his becoming a historic being is linked to the social order that
determines him. Then, thinking about the city as a space that constitutes the social orb, in
a dialectical relation with human thoughts and actions, allows us to draw lines of sense
that can be used to interpret the city of Bogotá, by means of four comprehension
categories: the city as a set of signs, as a cage, as a promise and as a social imaginery
production scenario. In consequence, the look at the city becomes the look towards
ourselves, as cultural production agents and also, at the same time, as products of its
effects.
Para enunciar sobre algo se debe estar en algún lugar -de poder- desde dónde hacerlo,
desde un espacio ordenado socialmente, es decir, desde una cultura. En nuestro caso,
queremos enunciar y denunciar a propósito de la Cultura Urbana, es decir, aquella
construcción simbólica que es producto de la interacción entre urbanitas, para usar el
término de Simmel23.
Sabemos que con el desplazamiento de lo rural a lo urbano se gana una interacción
personal más funcional y compleja, formándose un proceso que culmina en la pérdida del
compadrazgo y de la vida aldeana. La socialización de la existencia urbana permite
paulatinamente el crecimiento de una soledad en la colectividad, con lo cual se instaura
una reestructuración al interior de la institución familiar y sus espacios de convivencia. A
partir de estos cambios, ¿cómo pensar la actual ciudad?, ¿cuál es su mapa y la
mecánica de sus escenarios?, ¿cuáles son los lugares y las instituciones que organizan
su dinámica?; en suma, ¿cómo dar razón de la imagen de nuestro proceso cultural a
través de una cierta mirada sobre Bogotá?
** Filósofo. Magíster en Lingüística Española. Profesor de la Universidad Pedagógica Nacional.
23 Cfr. Simmel, G. “El individuo y la libertad. Ensayos de crítica de la cultura” Barcelona: Península, 1986 pág 240 y
ss.
UNIVERSIDAD PEDAGOGICA NACIONAL
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En adelante abordaremos la cuestión de la ciudad como punto de re-flexión semiocomunicativa,
apoyados esencialmente en los parámetros esenciales del crítico uruguayo
Ángel Rama24 . Desde esta perspectiva, la ciudad es doble: configuración física y espacio
simbólico de operación. Como arte-facto de producción sociocultural, la ciudad es
física y simbólica (meta-física). Una maraña de calles que presentan infinidad de
signos, es decir, un megadiscurso cuyas diversas ‘sentidificaciones’ dan cuenta de los
cuerpos de concreto y de los cuerpos de carne y hueso que reflejan las estructuras de
poder que mantienen la ciudad que habitan, a la vez que expresan su modelo cultural y su
ordenamiento social.
La ciudad, al mezclar cuerpos inertes y orgánicos, se muestra como colcha de retazos,
como costura, y es en esa con-fusión de intermediaciones donde aflora la urbanidad de
la ciudad. Ciudad-mosaico, pues es un lugar de mezclas; mixtura de colores, ruidos,
formas, signos, ideologías y relatos (imaginarios) que se transmiten de generación en
generación y que realizan las ciudades en su hacerse crono-lógico y en su naturaleza
histórica que no hace más que reflejar sus efectos para que, al momento, sean revisados
por el ojo humano. Tal como afirma Calvino: “(...) El ojo no ve cosas sino figuras de cosas
que significan otras cosas... La mirada recorre las calles como páginas escritas: la ciudad
dice todo lo que debes pensar, te hace repetir su discurso y (mientras la recorres) no
haces sino registrarlos nombres con los cuales se define a sí misma y a todas sus
partes”. Si esto es así, entonces, no se mira en la ciudad, sino que ella re-conoce y
condiciona las miradas de aquellos que la (pre)ocupan, tal como sucede en la
experiencia de observar aparadores y estanterías. Las vitrinas son ventanas urbanas
donde queda reducida algo de cada ciudad y su ethos, es decir, de sus múltiples formas
de vida. “Una vitrina señala la forma como los usuarios perciben el mundo, sus distancias,
sus anhelos. Cada vitrina resuelve teatralmente la relación de las cosas con las
personas... las cosas que circulan por las vitrinas corresponden a las cosas que usan las
personas; por ello los límites de las vitrinas, sus verdaderas fronteras, no serán otros que
la misma ciudad; y dentro de esos límites la ciudad misma es vista por sus vitrinas.
Las vitrinas identifican la ciudad. La ciudad toda es una gran vitrina”25.
Ahora bien, con el ánimo de vislumbrar mejor esta forma de reflexionar la ciudad, y en
especial Bogotá D. C. como un gran libro, nos apresuraremos a analizarla a través de
cuatro categorías de comprensión, que nos servirán como punto de apoyo para adelantar
una lectura de sus espacios físicos y simbólicos . Éstas son, ciudad como conjunto de
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