Bareto Y Su Combo
Enviado por vikeis • 12 de Noviembre de 2013 • 2.391 Palabras (10 Páginas) • 300 Visitas
Sabiduría Emocional:
En la vida, los seres humanos tenemos que enfrentar dos sistemas de procesamiento que claramente nos hacen difícil nuestro camino en un mundo complejo; por un lado tenemos aquella que viene de nosotros y es la forma que respondemos a las situaciones que enfrentamos todos los días, es el sistema emocional. Por el otro, una que nos hacer ver lo que está bien o mal y que muchas veces nos reprime, es el sistema racional. En pocas palabras, emoción vs. Razón. La lucha entre lo que nos gustaría ser y lo que deberíamos. Tratamos de suprimir o eliminar emociones innatas en nuestro sistema sólo por creer que son inadecuadas ante una sociedad sumamente crítica y muchas veces surgida en la ignorancia.
Aunque hagamos todo lo posible para evitarlo, somos seres emocionales, y a pesar de que todas las emociones nos enseñan, no todas son buenas y aceptables. Hay sentimientos autodestructivos y altamente peligrosos que debemos saber manejar o eliminar para siempre. En este sentido, tenemos que hay dos tipos de emociones: las emociones primarias que son aquellas con las que nacemos, como el dolor, el miedo, tristeza, ira y alegría y que tienen un corto periodo de duración. Y las emociones secundarias, las cuales son aprendidas y que tienden a perjudicarnos; como el sufrimiento, la ansiedad, la depresión, y que su durabilidad puede ser de años o toda la vida. En un principio, vivíamos regidos sólo por las emociones primarias, donde la tolerancia era más común y donde la mente y el cuerpo trabajaban armoniosamente. Pero nuestra ambición de evolucionar nos hizo perder el rumbo convirtiéndonos en seres egoístas, egocéntricos, incapaces de tolerar a nuestros semejantes.
Sin duda, nuestras actitudes ante los problemas que nos presenta la vida; hacen muchas veces agravar y prolongar la situación. Como resultado, nos vemos envueltos en dos tipos de personalidad para nada saludables. Una es la personalidad Tipo A, adicta al futuro, incapaz de liberarse del poder y la ambición. La otra es la personalidad Tipo C, atada al pasado, incapaz de liberarse de la necesidad de aprobación y al mal hábito de postergar.
Cuando nuestra personalidad esta sujeta al Tipo A, tendemos a darle paso a enfermedades cardio y cerebro vasculares, además de generar altos niveles de estrés y ansiedad en nuestro organismo. Como complemento, se crean climas de alta tensión y patrones de comportamientos totalmente insalubres. Con la penosa realidad de calificarlos como personas brillantes, por su lucha incesante por alcanzar sus metas en un menor tiempo posible y cualquier precio. En resumen, esta personalidad gira en torno a cuatro premisas que empobrecen nuestra salud física y mental: urgencia de tiempo, ilusión y necesidad de control, ambición desmedida e importancia excesiva por los resultados.
Al estar regidos por una personalidad Tipo C, nos predisponemos al cáncer, además de preparar el terrero para desarrollar la depresión. Así como la tendencia de bloquear las emociones, y antes situaciones de estrés, reaccionamos con pasividad, aislamiento, sin tomar en cuenta que la inhibición, represión, y negación de las emociones, y la tendencia a evitar resolver y afrontar problemas, debilita el sistema inmunológico y nos hace personas más susceptibles a contraer enfermedades infecciosas. Esta manera de ser responde a cuatro características principales: postergación, prudencia, sumisión y culpa.
Si queremos mejorar nuestra actitud ante los problemas debemos tener en cuenta los siguientes aspectos: retirarnos a tiempo y saber perder; ya que cuando aprendemos a renunciar a tiempo logramos tres cosas importantes frente al futuro: en primer lugar, descargamos el sistema de expectativas innecesarias; en segundo lugar, aprendemos a perder, es decir, acatamos los hechos dejamos de alucinarnos inútilmente; y en tercer lugar, descubrimos que las consecuencias nunca son tan malas como las imaginábamos. Entregarnos y aceptar lo peor que pueda ocurrir; porque a veces, la mejor manera de ayudarle a la vida es no ofrecer resistencia. La magia del perdón; debido a que conseguimos con éste un beneficio en doble sentido: alivio del resentimiento para quien lo ofrece y de la culpa o vergüenza para quien lo recibe. Y por último, Hablar de ello; ya que cuando contamos nuestras emociones sentimos una mejoría inmediata y el restablecimiento automático de la autoaceptación.
Para finalizar, debemos enfocarnos en alcanzar una personalidad Tipo B; la cual nos ofrece un estilo de vida saludable. Nos impulsa a vivir en el presente, buscando el equilibrio y no los extremos. Al permanecer más tiempo en el aquí y el ahora, se facilitan los contactos internos y el desarrollo de un mayor autoconocimiento. Al adoptar la personalidad Tipo B, entendemos que vivir es un cambio permanente guiado por la autoobservación y esa es la meta a seguir. Cuando decidimos cambiar nuestro estilo de vida como los mencionados anteriormente, comenzaremos a fortalecer nuestro yo. El yo es parte de la mente encargada de darle ese sentido de coherencia y significado personal a la información disponible. Éste nos hace humanos, en cambio el egocentrismo nos enferma.
Su contenido trata sobre la importancia de volver a lo natural y saber integrar las emociones biológicas a nuestra vida de manera constructiva. El autor muestra la diferencia entre las emociones primarias, que hay que salvar, y las secundarias, inventadas por la cultura, que hay que eliminar.
Más específicamente se rescatan el miedo, la ira, el dolor, la tristeza y la alegría, se muestran sus propiedades curativas y se alerta sobre el peligro de sus similares inventados por la mente: la ansiedad, el rencor, la depresión y el apego.
La obra está fundamentada en los datos más recientes de la psicología cognitiva y la moderna teoría de las emociones, así como en la experiencia clínica del autor.
Su contenido trata sobre la importancia de volver a lo natural y saber integrar las emociones biológicas a nuestra vida de manera constructiva. El autor muestra la diferencia entre las emociones primarias, que hay que salvar, y las secundarias, inventadas por la cultura, que hay que eliminar.
Más específicamente se rescatan el miedo, la ira, el dolor, la tristeza y la alegría, se muestran sus propiedades curativas y se alerta sobre el peligro de sus similares inventados por la mente: la ansiedad, el rencor, la depresión y el apego.
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«Querer enterrar las emociones no sólo es una tarea imposible, sino peligrosa para la salud… dejemos que la emoción
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