Mundo Real, Una Necesidad

Introducción

Es imposible vivir en estos tiempos esperando días, semanas o meses en una comunicación. La comunicación instantánea se ha transformado en una necesidad, para estar informado, para informar e incluso para influir en nuestras toma de decisiones.

Los nuevos dispositivos de comunicación que permiten la conectividad a Internet, con aplicaciones para entretención, transferencia de datos y, para muchos, la capacidad de permitir cubrir la necesidad de ser un nodo activo en las diversas redes sociales, nos impacta a todos fuertemente en nuestro quehacer diario.

Por primera vez las personas, sin importar condición social – económica – educacional pueden influir en las decisiones, es decir, Internet a transferido el poder a las personas. Un líder es tal, si tiene seguidores en la red, y esto ha generado que todas las agendas deban considerar a Internet como una instancia estratégica en la consecución de algún objetivo.

La actual realidad de accesibilidad y conectividad a Internet que existe en Chile, a pesar de su alto valor de conexión y de dispositivos en comparación con los países desarrollados como Estados Unidos, ha permitido abrir una posibilidad de crecimiento a muchas personas, las cuales se pueden capacitar desde su lugar de trabajo u hogar.

De mundo virtual a mundo real

Hasta el día de hoy, escuchamos o leemos que algunas personas continúan conceptualizando a Internet como “el mundo virtual”. Aquellos no han entendido la magnitud y la influencia que está teniendo Internet en todo el quehacer diario en el ámbito social – político – educacional – religioso – económico y personal de cada uno de los habitantes de un país y del planeta.

Las movilizaciones sociales de los estudiantes masivas de hace unos años atrás, no se construyó solamente en una asamblea de unas cuantos dirigentes, se construyó a través de las redes sociales donde confluyen nodos con cientos de seguidores cada uno, generando una red con miles de seguidores, los cuales están permanentemente conectados, a la espera de información.

Jorge Albarracín

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