PROTOHISTORIA DE LOS VIDEOJUEGOS
Enviado por • 21 de Octubre de 2014 • 457 Palabras (2 Páginas) • 236 Visitas
Protohistoria de los videojuegos.
¿Cuándo se inventaron los videojuegos? Parece una pregunta sencilla de contestar, pero mira
cualquier libro, documental o web que trate sobre el tema y es fácil que encuentres por lo
menos una docena de historias distintas.
Responder a la pregunta requiere, claro, el que todas las fuentes beban de la misma definición
de videojuego, y por supuesto, esto no es así. Si hablamos de sistema interactivo de toma de
decisiones controlado de forma electrónica con unas reglas fijas, podríamos remontarnos a
más de un siglo 1912, cuando Leonardo Torres Quevedo, un grandísimo genio creativo español
inventó “El Ajedrecista”, una máquina que jugaba al ajedrez contra un adversario humano. Un
sistema muy sencillo: la máquina controlaba una torre y un rey y el adversario humano el rey
contrario. El Ajedrecista entonces procedía a intentar hacer jaque al rey, detectando dónde
estaba situado el rey humano automáticamente y moviendo mediante imanes a sus propias
fichas. Una curiosidad para la época, pero sin duda un primer paso en una dirección
desconocida hasta ese momento.
Tenemos que desplazarnos en el tiempo a enero de 1947 si queremos ver un primer
“protovideojuego” más cercano a la definición actual. Ya que fue entonces cuando Thomas T.
Goldsmith, Jr. Y Estle Ray Mann presentaron una solicitud de patente para un invento que
nombraron “Cathode Ray Tube amusement device”: “Aparato de entretenimiento mediante
tubo de rayos catódicos”. La patente describía una máquina que se valía de diales similares a
los de una radio antigua para manejar un simulador de tiro contra dianas voladoras.
Pocos años más tarde en 1950, Charley Adama, inventó en el MIT un programa llamado
“Bouncing ball”, pelota saltarina, en el ordenador Whirlwind de la universidad. Aún no era
interactivo, pero ya daba importantes pasos en la dirección adecuada.
Quizá el precursor más importante del medio, y uno de sus grandes olvidados, sea Ralph Baer
que trabajaba en Loral, una empresa de desarrollo de tecnología de televisores neoyorquina.
En 1951, planteó a su jefe utilizar los instrumentos que utilizaba para calibrar los equipos, que
daban una respuesta visual en pantalla, para crear una experiencia interactiva a través del
televisor. Le echaron atrás la idea porque la empresa estaba ahogada por los plazos de otros
proyectos, y su propuesta cayó en el olvido por unos años. Como no hizo registro de patente
de este hecho, quedó como testimonio pero no como hito oficial del avance del medio. Pero
Baer no abandonó esa línea de pensamiento y 15 años más tarde daría mucho de qué hablar
en la industria.
Quizá el caso más
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