Panorama De La Ciencia Y La Tecnología
Enviado por PABLIITONN • 1 de Abril de 2014 • 2.558 Palabras (11 Páginas) • 195 Visitas
Panorama de la ciencia y la tecnología hacia 1810
En el período comprendido entre 1760 y 1830 se produjeron sucesos decisivos para la ciencia, sobre todo por sus consecuencias prácticas. Los primeros cuarenta años de ese período corresponden a acontecimientos sociales de gran magnitud: las revoluciones políticas de los Estados Unidos y Francia, y la Revolución Industrial en Inglaterra. A principios del siglo XIX se afianzó el empleo del método experimental en la investigación, se avanzó en la sustitución de la capacidad muscular humana por otras fuentes de energía y se profundizó la mecanización. Estos fueron pasos importantes en el camino hacia el control de los fenómenos naturales.
Nuevas fuentes de energía
A principios del siglo XIX una de las principales fuentes de energía era la hidráulica, es decir, la basada en el aprovechamiento de las corrientes de agua. La mayor parte de los dispositivos empleados constaba de paletas que giraban alrededor de un eje horizontal y que requerían corrientes intensas para ser movidas.
También, en los molinos, se empleaba la energía eólica, proporcionada por el viento. Aunque la existencia del primer molino se remontaba a mil años atrás, en estos años comenzó a imponerse una innovación fundamental: el timón o "cola", que lograba que el propio molino se orientara por sí mismo según la dirección del viento. Hasta entonces, había sido necesario girar manualmente el molino alrededor de su soporte para lograr que las aspas enfrentaran al viento; el nuevo timón automatizó esa acción.
La máquina de vapor
Máquina de vapor de Watt.
A fines del siglo XVIII la máquina de vapor comenzó a desplazar a las otras fuentes de energía. En los primeros años del siglo siguiente apareció un nuevo modelo que comenzó a ser empleado como motor para transmitir movimiento a otras máquinas. Había sido inventado por un joven escocés llamado James Watt (1736-1819), hijo de un carpintero, que en su trabajo como ayudante de laboratorio había planteado una serie de reformas a la máquina de vapor anterior, patentada por el ingeniero inglés Thomas Newcomen (1663-1729). Constantemente perfeccionada, la máquina de vapor se utilizó durante décadas, hasta la invención del motor eléctrico.
La Revolución Industrial
Niños trabajando en una fábrica. Grabado de la época.
El empleo del vapor fue una pieza clave del extraordinario desarrollo conseguido durante este período identificado, precisamente, como Revolución Industrial.
En la Europa de 1810 se encontraba en pleno auge la mecanización. Su máximo esplendor se dio en Inglaterra, que ganó un lugar de vanguardia en la actividad industrial en el siglo XVIII. Otros países intentaron acercársele y fomentaron un desarrollo semejante: Napoleón, por ejemplo, ofreció un premio de un millón de francos a los constructores franceses para que aportaran ideas para construir maquinaria.
La industria textil
La mayor expansión correspondió a las actividades textiles, industria que se benefició con continuas innovaciones y perfeccionamientos en materia de maquinaria. Los progresos logrados en la mecanización de la cosecha de algodón ya permitían disponer de materia prima abundante y barata, de modo que ésta pasó a ser la fibra textil por excelencia. Un dato de 1810 muestra que en los Estados Unidos la producción de algodón era cincuenta veces superior a la de 1790. Fue así que la vestimenta confeccionada con algodón se volvió accesible para amplias capas de la población.
El último modelo de máquina textil era un desarrollo de una máquina de tejer que se denominaba informalmente "la mula", en alusión al animal que resulta de cruzar un caballo con un asno, ya que se trataba de la cruza de varios dispositivos preexistentes.
En 1804 el francés J.M. Jacquard (1752-1834) inventó un telar en el que la elevación y el descenso de los hilos de la tela eran controlados automáticamente mediante cartones perforados según un código. Las operaciones que debía realizar el telar estaban representadas en las tarjetas perforadas, de modo que el diseño del tejido correspondía con la disposición de las perforaciones. Por medio de distintas secuencias se podían obtener complejos diseños. El sistema desarrollado por Jacquard requirió una minuciosa puesta a punto para que funcionara correctamente. Su calidad queda en evidencia por el gran número de telares que, con ligeras variantes, lo utilizan.
Las fábricas
A fines del siglo XVIII, con la aplicación de la energía hidráulica a los procedimientos industriales, surgieron las fábricas, llamadas hasta entonces molinos. En las fábricas se reúne en un espacio limitado a una gran cantidad de trabajadores, que hacen uso de diversas máquinas, cuyo número no cesa de crecer. El trabajo se fragmentó, y cada sector se hace cargo de una etapa distinta. El ritmo es ahora impuesto por las máquinas.
En términos de la organización de la producción, el trabajo en las fábricas representa un desarrollo, pues se hace más sencilla la recolección de la materia prima, se facilita la distribución de los productos terminados y se fomenta la especialización en los conocimientos.
El trabajo de mujeres y niños
En 1810 numerosos establecimientos textiles ingleses empleaban a mujeres y niños porque, según decían, sus modos de ser se prestaban naturalmente a la ejecución del tipo de trabajo, monótono y repetitivo, propio de la mecanización. La característica más reconocida de los niños era su docilidad, tanto en el desarrollo de la tarea como en el aprendizaje. Los niños comenzaban a trabajar a partir de los cinco años, por el alojamiento y la comida. En 1802 una ley reglamentó el trabajo de los que provenían de orfanatos: no debían trabajar más de doce horas diarias. Esa ley, sin embargo, como muchas otras semejantes de la época, sólo tenía vigencia en los papeles.
Como los pequeños dedos femeninos eran particularmente aptos para manejar hilos, enhebrarlos, hacer nudos, las mujeres fueron empleadas principalmente por las fabricas textiles. Las remuneraciones que percibían eran muy inferiores a las de los hombres. Se suponía que no merecían o no necesitaban el mismo nivel salarial porque en ellas no recaía la obligación de mantener sus hogares.
Resistencias a la mecanización
La progresiva mecanización generó no pocas resistencias de quienes sentían amenazada su fuente de subsistencia. Este tipo de reacciones ya se había manifestado siglos antes, pero la resistencia más organizada se dio entre 1810 y 1811 con las revueltas encabezadas por Ned Ludd, un aprendiz de tejedor inglés. Entre sus reclamos figuraba la defensa de la fuente de trabajo y, para evitar
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