ADolecencia
Enviado por carmen0123 • 13 de Marzo de 2013 • 2.527 Palabras (11 Páginas) • 253 Visitas
¿Por qué quieren dormir hasta tarde?
Una queja frecuente de los padres sobre sus hijos adolescentes es que siempre les parece pronto para acostarse y pronto para levantarse. “Se queda despierto hasta las tantas y por la mañana no hay quien le levante”, se lamentan. Núria Curell, pediatra y responsable de la unidad de adolescentes de USP Dexeus, explica que el reloj del sueño se retrasa en la adolescencia. Hay estudios que prueban que la melatonina, la hormona que induce el sueño, se segrega cada vez más tarde a partir de la pubertad y por eso muchos chavales tienen problemas para conciliar el sueño si se van pronto a la cama. Y van retrasando la hora de acostarse sin poder posponer la de levantarse, lo que hace que duerman poco, que acumulen cansancio –y con frecuencia irritabilidad–, y que a muchos les resulte duro despertarse.
También influyen factores medioambientales. Es frecuente que los adolescentes pasen muchas horas ante el ordenador y las videoconsolas, con luz artificial, y eso disminuye la cantidad de melatonina segregada, así que no sienten la necesidad de ir a dormir.
¿Por qué comen de forma impulsiva o a deshoras?
“Puede tomarse un paquete entero de galletas sin pestañear”. “Se acaba la caja de cereales en dos meriendas”. “No puede pasar por la cocina sin abrir la despensa o la nevera en busca de algo para picotear, aunque acabemos de comer”. “Come más que su padre”. “Se bebe dos litros de refresco de una sentada”. Estas frases dan muestra de algunos de los anárquicos y con frecuencia impulsivos hábitos alimentarios que caracterizan a muchos adolescentes. El apetito desmesurado y la ingesta de alimentos de preparación sencilla, consumo fácil y saciedad inmediata es un rasgo muy típico de esta etapa. La doctora Curell explica que en la adolescencia se realiza aproximadamente el 25% del crecimiento total –con estirones de 8-12 centímetros al año en la etapa puberal– y se gana el 40% o 50% del peso definitivo. “Hay un incremento muy importante de la masa corporal en esa etapa; los chicos duplican su masa muscular y las chicas su tejido adiposo, así que aumentan sus necesidades energéticas y es normal que tengan mucho más apetito”, comenta. Y precisa que, de media, las chicas pasan de necesitar 2.071 calorías a los 9-13 años, a requerir más de 2.300 a los 14-18, y los chicos de 2.200, a más de 3.100. “Tienen hambre y el cuerpo les pide energía, hidratos de carbono y azúcar, y se inflan de cereales y cosas así”, señala. Y es esa gran necesidad de energía la que provoca que estén queriendo comer casi constantemente. Los especialistas aseguran que los adolescentes necesitan un aporte extra de algunos nutrientes, como calcio, hierro, zinc o magnesio. “En torno al 45% de la masa ósea de un adulto se forma en la adolescencia, así que necesitan mucho calcio y ejercicio físico para estimular el crecimiento de los huesos y fortalecerlos”, apuntan. A este respecto, Curell alerta sobre el consumo de refrescos con gas, muy habitual a esas edades: “El ácido carbónico dificulta la absorción del calcio, así que si abusan de esas bebidas pueden tener problemas de densidad ósea”.
También es frecuente que los adolescentes estén faltos de hierro debido al aumento de su masa muscular y de su volumen sanguíneo, por lo que necesitan tomar alimentos ricos en este micromineral (verduras verdes, carne magra, frutos secos…) para evitar problemas de cansancio, de bajo rendimiento escolar o mareos, más frecuentes en las chicas debido a la menstruación pero que también afectan a los varones.
También están más expuestos a modas alimenticias pasajeras, suelen saltarse algunas comidas (muchos el desayuno, porque se levantan dormidos y con la hora justa para ir al instituto) y desarrollan hábitos alimenticios irregulares, ya que comienzan a salir más con amigos y comen snacks, fast food y refrescos con mayor frecuencia. Y como también empiezan a quedarse solos en casa, eligen comidas de preparación sencilla y consumo fácil, como hamburguesas o bocadillos, y abusan de chuches y precocinados, perjudiciales por su alto contenido en colorantes y aditivos. Estos desequilibrios pueden contribuir a la sensación de cansancio que muestran algunos, aunque el riesgo más grave es que la preocupación por su cuerpo y por agradar a los demás, unida a desequilibrios emocionales o falta de autoestima, desencadenen trastornos como anorexia o bulimia.
¿Por qué son destartalados?
“Uno diría que hasta le cuesta andar”; “está muy torpe, se le caen las cosas de las manos”. La transformación física que viven los adolescentes es tremenda: crecen mucho (y no siempre de forma armónica), a las chicas les crecen las mamas, ellos se vuelven peludos, se ensanchan las caderas, la cara se llena de granos… “Son muchos cambios y muy rápidos; crecen a estirones, primero las piernas y al cabo de un tiempo el tronco, y no es fácil acostumbrarse al nuevo tamaño ni la nueva fuerza; es como cuando cambias de coche, de ordenador o de cubiertos, que no los manejas igual, que los movimientos han de ser controlados y reajustados por las neuronas y se necesita un periodo de adaptación”, justifica Manuel J. Castillo, catedrático de Fisiología Médica en la Universidad de Granada.
¿Por qué pasan tantas horas en el baño o ante el espejo?
Además de acostumbrarse a su nuevo aspecto físico, el adolescente necesita aceptarlo, asumir su nueva talla, su nuevo peso, sus nuevas facciones. Y en esa opinión pesa mucho la aceptación y valoración que recibe de sus amigos y las parejas potenciales. “El niño se valora por reflejo de quienes le quieren, se mira en el espejo de los padres y de los profesores, que son un entorno poco crítico; en cambio, el adolescente se mira en el espejo de sus compañeros y compañeras, que le pueden ver con aprecio o sin él, así que le importa mucho su aspecto y se esfuerza por cuidarlo para ser aceptado y admirado”, explica Castillo. Y añade que, para conseguirlo, pone en marcha un proceso de ensayo y error sobre su peinado, su ropa, su forma de moverse, su agilidad, su musculatura… que a menudo se traduce en horas de pose ante el espejo. Susana Cañamares, psicóloga de la unidad de adolescentes de USP Dexeus, asegura que “los adolescentes muestran una preocupación excesiva por su cuerpo porque no se reconocen; se miran y dicen ¿quién soy?, y no siempre se gustan”. Y añade que el hecho de encerrarse horas en el baño también tiene que ver con la necesidad que sienten de distanciarse y aislarse de los padres, así como de descubrir su cuerpo y su sexualidad.
¿Por qué se aíslan en su habitación?
“Se pasa el día encerrado en su cuarto, en su mundo, y no quiere saber nada del resto”. “Se pone los cascos con su música y olvídate de que existe”.
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