ANALISIS DE LA OBRA LITERARIA
Enviado por 20143816 • 10 de Mayo de 2014 • Tesis • 1.400 Palabras (6 Páginas) • 280 Visitas
ANALISIS DE LA OBRA LITERARIA
I. TITULO Y AUTOR DE LA OBRA:
“La Fiesta del Chivo” por Mario Vargas Llosa, Premio Novel de Literatura.
II. EPOCA Y MOVIMIENTO LITERARIO DEL AUTOR:
Mario Vargas Llosa es Novelista.
III. ARGUMENTO:
Urania decide volver a su país natal, la Republica Dominicana, tras haber viajado a los EE.UU 35 años atrás. Es abogada y trabaja en un bufete, tiene 49 años y es una mujer muy activa. Al primer lugar al que se dirige es a casa de su padre, Agustín Cabral (conocido como Cerebrito Cabral) que tiene 84 años y que fue senador y presidente del Senado, con el que dejo de hablar y saber de él desde que emigró a los EE.UU.
En el libro se narran tres historias en diferentes tiempos, sólo una está contada desde el presente: la de Urania Cabral, hija del ex-senador Agustín Cabral caído en desgracia en los últimos días del régimen. Cuando salió de la República Dominicana, Urania era apenas una niña de catorce años. Ahora vuelve sin una razón clara, convertida en una mujer madura, fría, con una aversión profunda a los hombres y centrada únicamente en un trabajo que no le apasiona.
Ya no siente ni siquiera odio por su padre, aquel hombre que la entregó al general Trujillo en un último intento desesperado de volver a conseguir sus favores. No siente odio, pero tampoco es capaz de sentir nada más. Nunca ha amado a nadie, no experimenta ni nostalgia ni alegría al volver a su país de origen, al entrar de nuevo en la casa de su infancia; ignora la ternura mientras sus tías y primas lloran al verla después de tantos años: “Sí, sí, ya sé, tienen problemas, apuros, decepciones. Pero también, una familia, una pareja, hijos, parientes, un país. Esas cosas llenan la vida. A mí, papá y Su Excelencia me volvieron un desierto.”
Cuando encuentra a su padre viejo e inválido, se sienta indiferente a su lado y comienza a recordar sus últimos años de carrera. De vez en cuando le echa en cara los errores cometidos, escarba en los recuerdos más dolorosos, sin que el pobre enfermo que se estremece en su sillón le produzca ni un atisbo de piedad.
Con los capítulos de los recuerdos de Urania se entremezcla el resto de las historias, todas más antiguas, de la época en la que ella huyó a Estados Unidos.
El Generalísimo, causante de todas las desgracias acaecidas en el libro, pasa sus últimas semanas luchando con los problemas que atosigan al país: las malas relaciones con el resto del mundo (EEUU, Cuba y los comunistas, la Iglesia...), los eternos conspiradores que traicionan a su propia patria, el cuidado de las relaciones con sus hombres de confianza para que ninguno se sienta desatendido. Todo envenenado por la conciencia de los primeros síntomas de vejez que le manchan los pantalones y que le humillaron delante de la niña Uranita Cabral. En el camino a la Casa de Caoba, a donde se dirige para demostrarle a su propia hombría que todavía era capaz de todo, le esperan impacientes varios hombres repartidos en dos coches. Es el grupo de conjurados que acabará con “la Bestia”: Antonio de la Maza, Salvador Estrella Sadhalá, Antonio Imbert, Pedro Livio Cerdeño??, Amadito y otros pocos más. Cada uno tiene un motivo particular para estar allí:
A Antonio de la Maza le roe el ansia de venganza por la muerte de su hermano. Desde que Tavito fue asesinado, sólo tiene un objetivo en la vida: matar a Trujillo. Esa idea se ha convertido en una obsesión que le volvió violento, irritable; una obsesión que le ahoga: “¿Vendría? Sí, vendría. Y cesaría el largo calvario que había sido la vida de Antonio desde la muerte de Tavito.”
El teniente Amado García Guerrero, Amadito, fue un ciego fiel de Trujillo hasta los veintinueve años. Fue entonces cuando comprendió la verdadera realidad del régimen; le impidieron casarse con la mujer amada por el hermano comunista de ella. Lo aceptó como sacrificio a su Jefe. Después de despedirse de su novia, le engañaron para que matara al hermano. Le atormenta desde entonces aquel recuerdo, y quiere hacer pagar al verdadero culpable.
El sentimiento de Antonio Imbert es menos individualista que el de sus compañeros. Él busca ante todo la liberación de su país, del pueblo
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