ANÁLISIS CRÍTICO DE LA HISTORIA DE LA EDUCACIÓN

ANÁLISIS CRÍTICO DE LA HISTORIA DE LA EDUCACIÓN

En materia de educación muchas veces se presenta el dilema de cómo educar, sobre todo si se tiene un gran cúmulo de posibilidades en cuanto a metodologías, modelos, teorías, etc; que responden a unos contextos y momentos históricos específicos. Por este motivo, no sólo es necesario sino pertinente que los docentes conozcan la historia de la educación. De este modo, serán más coherentes con la manera como llevan a cabo su quehacer, reflexionando no sólo sobre los aciertos del pasado, sino también en sus desaciertos, pues tal como reza una frase célebre atribuida a Napoleón Bonaparte: “Aquél que no conoce su historia, está obligado a repetirla”. En ese orden de ideas, realizaré un breve análisis a partir de tres momentos relevantes en la historia de la educación, para luego plantear mi posición al respecto.

Para empezar, es importante decir que la educación nace de la necesidad de subsistencia del hombre. Según plantea Rafael Flórez Ochoa, en la prehistoria ésta se caracterizaba por ser “transmisionista para el trabajo colectivo”. El propósito de la enseñanza-aprendizaje se basaba en la imitación de conductas que contribuyeran a la supervivencia de la aldea. Por tanto, el pensamiento era escasamente reflexivo e incapaz de transmitir “hábitos laborales”. Posteriormente, es de carácter “transmisionista, idealista y aristocrática”. En la Edad Media aún no se conocían las fuentes pedagógicas a gran escala y la religión aún influía mucho en su composición, estructurada tanto de la enseñanza como de sus formas de aprendizaje. En el siglo XX, con el auge de la tecnología, cobra relevancia la “educación para la vida y la producción social”. El aprendizaje es orientado a desarrollar saberes complejos que faciliten la interacción, comunicación y autonomía de los individuos en una sociedad cada vez más globalizada.

Teniendo en cuenta lo explicado anteriormente, podríamos afirmar que la educación y, concretamente la labor del docente, debe ser una construcción permanente y flexible, que se ajusta a las necesidades de su propio contexto. Por ello, debe ir cambiando y evolucionando, sin desconocer los aportes que le han dejado sus predecesores. Por ejemplo, en la educación tradicional se ha criticado el privilegio de la memoria para obtener conocimientos. No obstante, hoy día sabemos que esta capacidad también es importante para el aprendizaje.

El docente debe estar abierto al futuro buscando ser cada día mejor, pero debe tener claro cuáles son las fundamentaciones que sustentan su proceso de enseñanza. De lo contrario, es como un barco a la deriva, que no tiene orientación. La historia, es precisamente esa carta de navegación que brinda las herramientas para que él pueda guiarse y asimismo

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