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EL MITO DEL DESARROLLO

Los Estados Inviables Del Siglo XXI

El desarrollo visto desde la perspectiva de los economistas ha sido, para un país, una cifra medible en porcentajes que se estiman a partir de parámetros como el empleo, la producción, las exportaciones, importaciones, tecnología, nivel de educación, es decir, el desarrollo se ha medido por el crecimiento económico, tecnológico y científico de una nación. De ahí que se han clasificado las naciones entre desarrolladas y subdesarrolladas (en desarrollo).

De esta manera se ha generado un direccionamiento de imitación de las economías de los países en desarrollo con el fin alcanzar los altos índices de desarrollo de los países como Estados Unidos y Europa (desarrollados).

Sin embargo, me parece que esta carrera es un movimiento de constante aceleración, en la que por más que un país subdesarrollado trate de alcanzar un nivel mayor, las naciones desarrolladas siempre estarán más allá. Como lo referencia Isaías Tobasura “De hecho, lo que se ha venido consolidando en América Latina y en el Tercer Mundo es una alocada carrera competitiva, impulsada por la falsa esperanza de alcanzar las metas de desarrollo vigentes en el mundo industrializado”

Esta misma carrera ha denotado una ineficacia de las naciones para el planteamiento correcto de su desarrollo a largo plazo, pues considero que tanto unas como otras (desarrolladas y subdesarrolladas) no han estimado el verdadero costo de sus “avances” y el límite al cual pueden acceder de acuerdo con los propios términos a los que estamos sujetos en un planeta que no es infinito, ni en espacio ni en recursos. En palabras de la doctora Ana Patricia Noguera de Echeverri: “Algo nuevo comenzó a emerger con gran intensidad, en los discursos académicos del Club de Roma…el bienestar humano del que estaban disfrutando las clases altas y medias norteamericanas y europeas, era una ilusión si se continuaba con un desarrollo sin límites de una sociedad: la norteamericana y europea, que estaba creciendo económica, tecnológica e industrialmente, sin tener en cuenta los límites de los ecosistemas”.

Entre los aspectos que el autor analiza como fundamento para señalar lo inadecuado del actual planteamiento del desarrollo, “mito del desarrollo”, haciendo un mayor énfasis en las consecuencias de los países subdesarrollados, señalados en el documento como futuras naciones caóticas e inviables, considero que los tres primeros puntos (La Revancha de Natura, El Modelo California y El Indicador de la Barbarie) son, indudablemente, problemáticas a nivel físico y social en los países en desarrollo; sin embargo, es igualmente el panorama que puede esperarse en los países desarrollados, si no se toman medidas de contingencia.

Por un lado, la naturaleza no es selectiva a la hora de reaccionar, tal como el mismo autor lo señala (Ej.: huracanes Katrina y Rita), igualmente el modelo de desarrollo californiano es negativo para todos quienes lo aplican en sus economías (Ej.: amenaza de seguridad alimentaría por cuenta de la urbanización entre 1992 y 1999 en California) y finalmente el PNB es una falacia para todos países que lo calculan (según este, Estados Unidos creció un 56% entre 1982 y 2002, cuando en realidad fue del 2% si se tuviera en cuenta el costo ecológico).

Por lo anterior, y a pesar de que la percepción del mito del desarrollo la plantea el autor (Oswaldo de Rivero) básicamente a los países subdesarrollados, me parece igualmente pertinente, para las demás naciones, así sea que no estén en tan alta desventaja, ya que, finalmente estamos dentro de un mismo gran ecosistema y las consecuencias de nuestras acciones desmedidas en una u otra manera terminarán por afectarnos a todos.

El prestigioso filósofo del pensamiento ambiental Angel Maya, plantea la necesidad de “demostrar cómo la naturaleza se venga del daño del hombre a través de las catástrofes naturales” en el primer capítulo: “La revancha de natura” Oswaldo de Rivero, lo desarrolla de forma muy completa.

Este análisis es interesante, ya que, al parecer nuestro planeta reacciona de manera agresiva ante las acciones antrópicas que han generado su desequilibrio.

La contaminación se ha multiplicado, como resultado del modelo de desarrollo actual, encaminado a la imitación o acelerado acercamiento, al conocido como “El modelo California”, del cual, se sabe, es agresivo, por las altas tasas de consumo, que generan un desequilibrio entre la densidad poblacional y los recursos necesarios para sostenerla. Hoy en día sentimos las consecuencias con el aumento de la temperatura global, que ha desencadenado un cambio climático alarmante y como resultado cada vez hay más deshielo en las zonas del ártico y otros glaciares importantes, igualmente el aumento de la temperatura ha originado una serie de huracanes de mayor intensidad, lluvias torrenciales e inundaciones, al igual que sequías y enormes incendios forestales; finalmente estas situaciones afectan la producción agrícola y pesquera, ocasionando grandes hambrunas, aumento de precios de las cosechas, disminución de disponibilidad de agua dulce, y por lo tanto mayor pobreza y desempleo; situaciones que afectan a todos los países, generando desequilibrio humano, natural y social; pero ante lo cual, los subdesarrollados, se encuentran menos preparados; produciendo una mayor desigualdad social, entre los países que tienen cierto nivel de “desarrollo” y los que no, pero lo desean.

Sin embargo, a pesar de que es una realidad, no creo que se pueda considerar como una venganza (“revancha de natura”), pues realmente la naturaleza no premia ni castiga a nadie, simplemente reacciona, pues es frágil, no indestructible, simplemente es un ser vivo que al romper su equilibrio genera una serie de consecuencias de las cuales somos hoy los principales

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