Alex Rovira la Brújula interior
Enviado por cfdjesusdiaz • 26 de Abril de 2015 • Síntesis • 1.549 Palabras (7 Páginas) • 301 Visitas
Este ensayo de la obra de Alex Rovira la Brújula interior, es el néctar de cada una de las cartas que escribe a su “jefe”, el mí mismo, o al jefe de nosotros mismo, lo aquí mostrado es lo que desde mi percepción y mi óptica ha hecho eco en mí y en consecuencia me motiva a pensar, a sentir, a hacer un alto en mi camino, encontrar, revisar y confirmar el rumbo de mi vida, estoy dispuesto a emprender un trabajo que me ayude a liberarme de miedos, prejuicios, ansiedades, dudas y desaprobaciones interiores y exteriores a tomar medidas, para mi bienestar presente y futuro, a encontrar y ratificar “cuál es mi finalidad en la vida”, todo lo que esta expresado en negritas son mensajes míos o para mí, que reflejan todos los cambios que he detectado que son necesarios para mi bienestar presente y futuro a corto, mediano y largo plazo.
Sea pues un breve homenaje a tanta experiencia y sabiduría vertida en esta obra.
“Quédate hoy conmigo, vive conmigo un día y una noche y te mostraré el origen de todos los poemas. Tendrás entonces todo cuanto hay de grande en la Tierra y el Sol y nada tomarás ya nunca de segunda ni de tercera mano, ni mirarás por los ojos de los muertos, ni te nutrirás con el espectro de los libros. Tampoco contemplarás el mundo con mis ojos. Ni tomarás las cosas de mis manos. Aprenderás a escuchar en todas direcciones. Y dejarás que la esencia del Universo se filtre por tu ser.”
Walt Whitman
“El arte de vivir es hacerse quien uno es. Yo, como todos, tengo el deber de ser lo que soy. Pero no soy nadie sin los Demás”.
José Luis Sampedro
Hacernos nosotros mismos, sabiendo ser con los demás: probablemente en ello está el sentido último de la vida y el destino de toda buena dirección.
“Un sabio debe hablar, no para decir, sino para guiar a los otros a encontrar. El destino del hombre es el de crearse a sí mismo.”
Éliphas Lévi
Carta 1
Una frase perversa: Hay que ganarse la vida, me ganaba la vida... pero no la vivía.
Una de las frases más frecuentemente citadas por los enfermos terminales, según Elisabeth Kübler-Ross.
”El hecho de que una opinión la comparta mucha gente no es prueba concluyente de que no sea completamente absurda”
Bertrand Russell
Querido jefe:
Seguro que te preguntarás por qué te escribo una carta en lugar de enviarte un e-mail o simplemente llamarte al móvil. Creo que tiene que ver con la distancia y la ausencia de prisas. La carta me da la posibilidad de escribir pensando, de volver atrás y rectificar, de explicarme sin la incómoda sensación de que tengo que ser breve para no hacer perder el tiempo a mi interlocutor. Sin la premura de otros medios. Y lo que te quiero explicar, como verás, no admite prisas.
Es algo sencillo y fácil de entender, pero a la vez terriblemente profundo. Quizá te parezca banal a simple vista, pero tengo razones para pensar que es esencial para nuestro futuro como personas y como sociedad.
Te lo diré sin rodeos: la gente no es feliz. Por supuesto, es una generalización, pero más extendida de lo que muchos creen.
La realidad, la de hoy, la que percibo a mi alrededor, es que millones de personas van cada día a trabajar con tristeza y resignación, sin otra esperanza para salir de su desgraciada circunstancia que acertar en la lotería y llegar por un atajo a la felicidad.
Son muchos los que trabajan en oficios que no les realizan, que andan estresadísimos, y tristemente que cobran menos de lo que valen y que, en definitiva, se sienten mercenarios de una hipoteca. Y dicen...
...«No puedo cambiar.»
.. .«Tengo una hipoteca a treinta años.»
.. .«Tengo una familia a la que sacar adelante.»
.. .«Soy un profesional con unos compromisos muy fuertes que debo mantener, ¿qué otra cosa podría hacer?»
Creo que esta infelicidad tiene mucho que ver con una frasecita perversa que todos conocemos bien. La he oído a lo largo de toda mi vida, es una expresión que forma parte de nuestro lenguaje aceptado y compartido. Pero si te paras a pensarla, a rebuscar entre las palabras, sacas conclusiones escalofriantes.
La frase es corta, sólo tiene cinco palabras y es: «Hay que ganarse la vida». Decir que nos tenemos que ganar la vida implica partir de la premisa de que la vida está perdida.
Todos o casi todos lo tenemos asumido como normal, como lo que toca, como lo que es, como lo que hay. Y si asumimos la perversión de esta frase tan socialmente aceptada y muy escasamente pensada, lo mejor que podemos esperar de nuestra existencia, el mejor de los futuros imaginables, es recuperar algo que, en realidad, nos es consustancial. Para
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