Sanidad Interior
Enviado por lourdesjireh • 30 de Julio de 2011 • 4.352 Palabras (18 Páginas) • 1.631 Visitas
ROMPIENDO ATADURAS ESPIRITUALES PARA
ALCANZAR SANIDAD INTERIOR
Ps. Fernando Alexis Jiménez
Introducción:
Dios nos creó para que disfrutáramos una vida plena. Una existencia llena de dolor, angustia, desesperanza, sensación permanente de culpa no estaba en su mente cuando nos concibió a usted y a mí. Si quisiéramos sintetizarlo, podríamos decir que Dios nos creó para ser felices. No obstante lo anterior, nuestro Adversario espiritual—Satanás—m está empecinado desde el comienzo, en destruirnos. No concibe que nosotros podamos vivenciar la armonía en nuestro mundo interior. Si se lo permitimos, nos ata y lleva a prisiones de las que difícilmente podremos salir a menos que le abramos las puertas al Señor Jesús. Él vino a libertarnos, romper las cadenas, hacernos libres y darnos una vida de excelencia en todos los órdenes. Si se lo permitimos, el Señor Jesús sana nuestras heridas emocionales para que disfrutemos esa existencia renovada. La decisión está en nuestras manos. Es necesario que le abramos las puertas del corazón al obrar de Jesucristo.
I. Nuestro enemigo espiritual está empeñado en robarnos las bendiciones e impedirnos una vida plena.
1. Si podemos identificar a nuestro enemigo espiritual y de qué manera opera, podemos enfrentarlo.
1.1. Dios nos concibió para que disfrutáramos la vida a plenitud (Génesis 1:26-28)
a. Fuimos creados a imagen y semejanza de Dios (vv. 26 a, 27)
b. Fuimos creados para dominar sobre la tierra (vv. 26 b, 28)
c. Dios nos concibió para ser un pueblo grande y bendecido. El pecado, sin embargo, trajo maldición y ruina. (Génesis 3:1-7; 13-24)
“Por mucho tiempo se ha dicho que la vida cristiana normal es derrota; que está saturada de dificultades, de opresión… Indiscutiblemente yo estaba equivocado; fallé al no reconocer en un comienzo, que existe otro reino y, que no todo lo que sucede viene de Dios; si uno se sujeta a toda circunstancia, muchas veces se estará sujetando a derrota, y dominio del reino de las tinieblas.”(Coleman, Jimmy. “Herido y sanado”. México, Centro de Entrenamiento Bíblico Cristo al mundo. 1989, pg. 13)
1.2. No podemos resignarnos a una condición de derrota, opresión, dominio y control sobre todas las áreas de nuestra vida.
1.3. No sabemos qué es la victoria hasta tanto enfrentemos la situación de dolor, frustración y desesperanza que nos ha traído el enemigo espiritual (Juan 10:10)
2. Hasta tanto estemos en pecado, enfrentaremos un caos en nuestro mundo interior:
a. El pecado se convierte en una atadura física y espiritual (Juan 8:34)
b. El pecado nos impide avanzar (Proverbios 5:22, 23)
c. Cristo por su sacrificio en la cruz nos hizo libres de la esclavitud del pecado (1 Corintios 7:23)
d. Es necesario permanecer en Cristo para no estar de nuevo bajo esclavitud del pecado (Romanos 6:15-18)
e. La decisión de no ser de nuevo esclavizados por el pecado, es nuestra (Gálatas 5:1)
3. Dios nos ofrece lo mejor de la vida. Él no nos creó para vivir en la infelicidad y la derrota, sino en victoria (Cf. 1 Juan 5:5); sin embargo es necesario que nos decidamos por la libertad que nos da Cristo
Esclavo Gr, doulos El grado más inferior de servidumbre. Sujetos a la voluntad de otro.
Esclavitud Gr. Douleia Estar atado; sujeto a alguien
4. Dios espera que nos levantemos en victoria, la que ganó Cristo para nosotros. Dios quiere que seamos libres del yugo del diablo, nos levantemos triunfantes y poseamos lo mejor de la tierra; que nos movamos en dirección a una vida plena.
5. Satanás tiene preparada una estrategia contra toda persona para dominar, controlar y destruir su vida en las dimensiones física y espiritual (Juan 10:1; 10:10 a)
5.1. El pecado abre las puertas a la opresión y la influencia demoníaca.
5.2. Hay áreas de nuestra vida en las que Satanás establece ataduras para traer dominio, control y destrucción.
6. Como lo hizo con el pueblo de Israel, Dios nos ofrece lo mejor de la tierra que es el disfrute de la vida plena. Nos corresponde entrar a poseer la bendición (Deuteronomio 1:21)
6.1. La parte de Dios es darnos
6.2. La parte del creyente es recibir las bendiciones (Josué 1:1-6).
a. La tierra que debían poseer los israelitas estaba gobernada por 31 reyes.
b. Dios instruyó a Josué, y a nosotros hoy, para que seamos “esforzados y valientes”.
c. A usted y a mí nos corresponde sacar al enemigo de nuestro territorio (Santiago 4:7)
6.3. El Señor Jesús ya nos hizo libres y tenemos asegurada la victoria sobre toda atadura de nuestro enemigo espiritual (Colosenses 1:9-14; Colosenses 2:13-15)
6.4. No podemos pedirle al Señor Jesús que libre nuestra batalla contra Satanás y sus huestes, porque ya él nos dio poder y autoridad sobre el mundo de las tinieblas (Lucas 10:17-19; Salmo 91:13)
a. No podemos permitirle al enemigo que todavía tenga derecho legal sobre nuestra vida (Jueces 1:19, 21, 27, 28, 30-35)
b. Decidieron hacer un “pacto de convivencia” con el enemigo, y el enemigo—como nos ocurre hoy si se lo permitimos, se quedará viviendo junto nuestro para oprimirnos.
c. Dios no quiere que cedamos terreno al enemigo mediante el pecado.
d. Cuando aceptamos compartir nuestro espacio con el enemigo, él se fortalece y nosotros nos debilitamos.
7. Jamás podemos llegar al punto de consentir con el enemigo, con Satanás, y establecer acuerdo con él. No podemos vivir una sola parte de lo que Dios nos ha dado. Esto sería tanto como prepararnos para experimentar una vida sin frutos. Recordemos que el enemigo permanecerá en nuestro territorio mientras se lo permitamos. Es hora de levantarnos y poseer las enormes bendiciones que el Señor tiene para nuestra existencia.
“Dios no quiere que sigas siendo el objetivo del enemigo. Él no quiere que vivas bajo la opresión y las ataduras. Quiere romperlas y darte libertad para que lo conozcas y puedas vivir como una persona normal.” (Coleman, Jimmy. “Herido y sanado”. México, Centro de Entrenamiento Bíblico Cristo al mundo. 1989, pg. 13)
7.1. Peleamos en el mundo espiritual, no en nuestras fuerzas sino en las de Dios (2 Corintios 10:3, 4).
7.2. Los ataques del enemigo los recibimos en nuestro mundo interior, así como en la dimensión física y espiritual.
a. Nuestro amado Salvador Jesucristo es nuestra fortaleza en la batalla.
b. Así como lo hizo con sus discípulos, el Señor Jesús nos ha dado autoridad (Mateo 10:1; Cf. Salmo 91:13)
Autoridad gr. Exousia
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