Alienación

El directorio de la casa Ferrolux S.A. ofrecía una fiesta para sus empleados con motivo de la inauguración de su nuevo club social. Alquilaron estancias para diferentes utilidades y colocaban en las paredes, según su categoría, fotografías, la del fundador y el gerente, y diferentes frases motivadoras para el empleado.

A partir de las 7 de la noche empezaron a llegar los invitados, algunos después de haber ido a “ponerse a tono” en algún bar y otros después de ir a casa y arreglarse llegando tarde, naturalmente.

El personaje principal, Eusebio Zapatero, prefirió “ponerse a tono” y, aún después de haber llegado a la fiesta, no dejó pasar ninguna bandeja en la cual él no haya sacado una copa de ron con hielo y limón; debido a esto se achispó un poco.

En el transcurso de la velada, se contentó con estar en el mismo grupo en los cuales concurría su jefe, Felipe Bueno, mas no participó en la charla que se trataba. A eso de las 10 de la noche la fiesta culminó con un baile del gerente con una mecanógrafa.

Las personas se retiraban en grupos o solas a sus respectivos destinos y las 12 últimas, entre ellos Eusebio y su jefe, se encontraban en el ascensor. Dentro de este el jefe invitó un trago a todos ellos dirigiéndose al bar de un hotel realmente lujoso. Una vez en este, el apoderado, Felipe, invitó Whisky para todos y ya cuando iban por la cuarta ronda, casi ni había tensión entre ellos, por lo que se dirigían a Felipe con un “oiga usted”.

Un poco más tarde de las once, debido a una discusión sobre la reforma agraria, Eusebio se quedó corto al no saber responder sobre el “minifundio”, se hizo una fisura de un corto silencio, algunos de los empleados se retiraron con la excusa de temor a perder el bus, secretamente con temor a tener que pagar una ronda. Al final, quedaron tres empleados, Eusebio y el jefe. El penúltimo nombrado ideó un plan para sacar algo de provecho de aquella noche, pensando solicitar un aumento de sueldo; sin embargo sus compañeros de trabajo se interponían en sus planes. Pensando emborracharlos para que se vayan, uno a uno fue haciéndolo sin que él moviera un dedo.

Al fin, Eusebio quedó a solas con su jefe, y después de un par de palabras y después de haber salido del bar, se dirigieron a otro, siendo a penas la una. Quedaron allí hasta las 3 bebiendo Coñacs. Felipe empezó a poner su marcha en plan con un “Señor apoderado” pero el nombrado pidió que se le llamase “Felipe Bueno” atendiendo a su pedido, le llamó así y cuando empezaba su relato para tratar su aumento de sueldo, su jefe le interrumpió dejando claro que no quería hablar de oficina, antes de pedir otros dos coñacs más, al poco rato, su jefe pidió que no se le llamase “Felipe Bueno” más bien sólo “Felipe”.

Al cabo de un par de minutos empezaron a tutearse, y poco después empezaron a soltar sus apodos personales, los que le daban

...