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Analsis Capitalismo


Enviado por   •  2 de Octubre de 2012  •  1.533 Palabras (7 Páginas)  •  400 Visitas

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Una de las frases más repetidas por los empresarios, en estos días de globalización económica, a la hora de hacer recortes en la plantilla es algo así como: "nos hemos visto obligados a realizar una reducción del número de empleados, ya que, en caso contrario, la empresa habría acabado quebrando". Creo que, desgraciadamente, la mayoría de las veces esto es verdad. En un sistema económico, como la que progresivamente se está implantando, en el que la producción de un determinado producto puede ser realizada en casi cualquier lugar del planeta la competitividad a nivel de derechos laborales es feroz. Es cada vez más fácil para el empresario encontrar un país donde la gente esté lo suficientemente muerta de hambre como para aceptar sus inhumanas condiciones de trabajo. Además, otro factor importante es que, si él no lo hace, lo hará la competencia, de forma que, al final, reduciendo costes de producción, esta última será más competitiva y terminará, probablemente, tomando el mercado de la primera.

Pero éste no es el tema del que quiero hablar, simplemente he descrito brevemente el marco en el que actualmente se mueve el sindicalismo. En los estados occidentales el sindicalismo oficial resume su actividad en la defensa de las condiciones laborales de los trabajadores, buscando el culpable de los despidos y de las condiciones de trabajo en el empresario. Esto me parece un error de partida. No niego que existan empresarios que busquen conseguir buenas "mordidas" a costa de los trabajadores, pero, como he comentado en el primer párrafo, la disminución de las "conquistas sociales" realizadas en el presente siglo se está haciendo cada vez más inevitable debido a la Nueva Organización del Trabajo. Así, el plantear la lucha contra el "patrón explotador" es ir contra el enemigo incorrecto. El empresario, en el fondo, no es más que un peón del sistema. El gran error del sindicalismo en los países occidentales es su despolitización, el haberse separado de los partidos políticos o haber eliminado de sus objetivos programas encaminados a la revolución social, en el sentido que sea, pero revolución al fin y al cabo, que cree sociedades en las que la relación entre asalariado y director no estén reguladas por las normas del mercado capitalista.

Cuando actualmente se ven las movilizaciones sindicales con los recortes en las ayudas a la producción de aceite de oliva en España o por el cierre de la fábrica de Renault de Villvorne en Bélgica, causa tristeza comprobar que este gran esfuerzo está falto, en muchas ocasiones, de un análisis profundo de las causas últimas que están produciendo estos recortes. Además, no se puede evitar el pensar que esas movilizaciones son en muchos sentidos inútiles, y que lo único que van a conseguir es amortiguar el golpe, pero nunca pararlo, ya que se está jugando dentro del marco del sistema capitalista y, al aceptar sus normas básicas, siempre se tiene las de perder.

Es verdad que desde el mundo del sindicalismo oficial se están lanzando propuestas de modificaciones en el marco laboral como son las 35 horas semanales de trabajo, frente a las 40 actuales. Pero estas propuestas se lanzan bajo el supuesto de aceptar el marco general. Ninguno de los grandes sindicatos europeos plantea una alternativa a la Unión Europea, el ejemplo más palpable de la globalización económica en nuestro continente, y uno de los proyectos de las élites capitalistas a nivel mundial más ambicioso, en lo referente a ampliar mercados y fortalecerse frente a la competencia. En definitiva el sindicalismo oficial no ofrece, ni pretendo hacerlo, una alternativa, juega desde hace años acepando el marco establecido y acepando su derrota.

Resumiendo, el sindicalismo actual en los países del norte, al haberse despolitizado, es como si se intentase cortar un bosque podándolo y no arrancando los árboles de raíz, como si se intentasen evitar la pobreza o la degradación ambiental sin cambiar el sistema que las genera.

Por lo pronto, y si es que alcanzamos el nivel de racionalidad y de lógica, así como de eliminación del egoísmo y ambición que nos caracterizan, para la adopción de un modelo económico como el propuesto, la sociedad debe poner frenos al capitalismo. Debemos regresar a los llamados modelos keynesianos, mediante los cuales, el estado debe de invertir en proyectos sociales prioritarios (obras públicas, vivienda, educación, salud, agricultura, agroindutrias, acuaindustrias... ¡tómese nota de las sociedades antiguas, como los mexicas, que lograron combinar crecimiento económico con necesidades sociales y ecología!), pero verificando que los recursos empleados no vayan a parar a los bolsillos de los gobernantes a través de organismos sociales de vigilancia, evitándose, así, las prácticas corruptas tan típicas de la intervención estatal. Evidentemente esto implica modificar

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