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Análisis de "Vidas privadas" de Angélica Gorodischer


Enviado por   •  17 de Octubre de 2016  •  Monografía  •  1.809 Palabras (8 Páginas)  •  6.939 Visitas

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TRABAJO FINAL INTEGRADOR

“VIDAS PRIVADAS O LA PERFORMATIVIDAD DEL

GÉNERO”

SEMINARIO: TEORÍA Y CRÍTICA CULTURAL

PROFESOR: GASTÓN RÓMBOLA

ALUMNA: MAGGIO, ADRIANA PATRICIA

AÑO: 2016

“Vidas privadas” o la performatividad  del género

Palabras clave: Género, prácticas culturales, identidad

Introducción

Para abordar el relato “Vidas privadas”, de Gorodischer (1998), es necesario posicionarse desde  la Crítica Cultural. Esta postura  se caracteriza por asumir que toda producción cultural está estrechamente relacionada con un conjunto de prácticas discursivas de producción y/o reproducción, inclusión y exclusión que están históricamente situadas. Su objetivo es  poner en evidencia los dispositivos de dominación que implican situaciones de sumisión y regresión, aceptación y exclusión. Está emparentada con  los Estudios Culturales que proponen neutralizar divisiones como las que existen entre cultura alta y cultura popular y  una renovación del objeto de la cultura que incluye no solo obras de arte, sino también prácticas y formaciones más cercanas al mundo real: producciones como el folklore, la música popular o la cultura material, así como la producción de la cultura de masas en el cine, la fotografía, la música o los medios de comunicación. Ambas posturas construyen  un concepto amplio de cultura poniendo de manifiesto la intencionalidad de abordarla “como superficie donde ejercer la crítica y el análisis” (Teoría y critica cultural- clase 2 ,2016).

 En este sentido, el crítico cultural Ignacio Sanchez Prado (2015) sostiene que la cultura puede asociarse a “una idea de producción simbólica en tanto constituida por distintos discursos y prácticas que producen sentido estético, social, crítico y de otras dimensiones a través de algún mecanismo formal: un medio, un lenguaje, una performance del cuerpo, etc; un campo conectado a formas sociales del poder y generadora de estructuras de poder propias”. La cultura sería, entonces, ese espacio simbólico en el que los seres humanos negocian constantemente significados y sentidos, configurando y reconfigurando posiciones que  se ven materializadas mediante  diferentes prácticas que van construyendo, en el proceso,  a los sujetos que están inmersos en ellas generando tensiones entre distintos conflictos e intereses sociales, económicos y políticos.

La literatura considerada como una práctica artística, social y cultural de la escritura, en tanto discurso social (Angenot, 2010), pone en escena parte de lo decible y escribible en cada momento histórico pero también, lo que se calla, se oculta  o se censura, ya sea porque no es políticamente correcto, porque forma  parte de lo que no se considera normal, o, porque está en disonancia con las posturas hegemónicas. Desde aquí, la escritura de  Gorodischer  es pensada como un campo de resistencia y de rebeldía que se opone al patrón social hegemónico de matriz heterosexual reinante, poniendo de manifiesto la tensión entre cuerpo, género, sexo y la formación de la subjetividad en la Argentina de los 90.

Análisis

“Vidas privadas”, en Cómo triunfar en la vida, de Angélica Gorodischer (1998),   nos habla de  la relación fortuita  de tres personajes (el narrador y la pareja de vecinos) quienes, a medida que se desarrolla el relato, vemos que configuran una convivencia conflictiva, especialmente cuando lo privado se hace público. Tanto el narrador protagonista como la pareja (homosexual) tienen formas de vida distintas; el primero gusta de la privacidad, de la tranquilidad y trata de evitar el encuentro con los otros vecinos en general, reduciendo  el contacto a un saludo; y los segundos, la pareja vecina, no logran vivir en paz a raíz de las constantes discusiones, insultos y golpes. La vida del narrador cambia para siempre a partir de la presencia de esos otros, que con su modo de relacionarse, lo mantienen tensionado y confundido de tal modo que debe modificar su proceder habitual y, al final del relato, a partir de un homicidio, aceptar o descubrir que puede ser capaz de convivir con lo  otro diferente.

El relato explora la fragmentación de la identidad y su reconfiguración a partir de la problematización de las categorías de sexo, género y cuerpo  que han sido cristalizadas por una estructura cultural de matriz heterosexual (preponderantemente masculina) que las considera como predeterminadas, anteriores al discurso y ajenas a la interacción. Vale decir que (siguiendo a Butler, 1990) nacemos con cuerpos sexuados y la cultura  nos impone sus clasificaciones binarias, jerarquizadas (masculino/ femenino, hombre/ mujer) mediante un repertorio de palabras, imágenes, conceptos y prácticas estandarizadas que modelan esos cuerpos violentándolos.

Es justamente a partir de la desnaturalización de esas categorías  y de la focalización de su carácter histórico, cultural y contingente,  que la autora las percibe como constituidas a partir de prácticas culturales discursivas y performativas entendiendo  la performatividad, no como el acto mediante el cual un sujeto da vida a lo que nombra, sino, antes bien, como ese poder reiterativo del discurso para producir los fenómenos que regula e impone (Butler, 2002). Entonces tanto el género como el sexo son normativos en tanto prácticas regulatorias y construyen (configuran, delimitan), con el tiempo, el cuerpo que los materializa. De ahí que  exista la posibilidad de subvertir el modelo y haya cuerpos que construyen su sexualidad y género fuera de lo que dictamina la matriz heterosexual hegemónica, configurando de ese modo una identidad que no será ni femenina ni masculina y que no se corresponderá con el binomio hombre/mujer.

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