Análisis del cuento Luvina
Enviado por Pablo Cifarelli • 13 de Septiembre de 2016 • Monografía • 1.584 Palabras (7 Páginas) • 1.039 Visitas
Cronotopos en Luvina
Pablo Cifarelli
En el presente trabajo analizaremos el cuento “Luvina” de Juan Rulfo a la luz de los conceptos “cronotopo”, “hegemonía/contrahegemonía”, “desterritorialización” y “posisción sujeto.” Asimismo, pondremos en evidencia la manera en que son tratados los roles del Estado y la Iglesia y, el lugar de sometimiento en el que son situados los personajes.
En su camino hacia Luvina, el nuevo maestro (narratario) se detiene en un bar y allí se encuentra de forma casual con el antiguo maestro (narrador autodiegético) de aquel pueblo. Se produce aquí el cronotopo del encuentro, pues ambos convergen en un mismo espacio-tiempo. Pero ese camino físico donde se produce el encuentro pronto se convierte en un camino metafórico de la vida que ambos personajes recorren juntos: a través de su discurso, el narrador, con una perspectiva desoladora le cuenta al viajero su vida en Luvina. De allí la importancia de este cronotopo, pues permite el desarrollo del relato.
Luvina es un pueblo fantasmal: reino de la muerte y escenario de la desolación donde nunca llueve ni brilla el sol. Allí todo es ceniciento, seco, sin un árbol y el viento rasguña y muerde al pueblo y; revuelve la tristeza, pero nunca se la lleva. Sin duda alguna, Luvina es el personaje principal del relato no sólo porque su nombre esté plasmado en el título del cuento o por las detalladas descripciones y personificaciones que lo ponen en relevancia, sino porque también, allí confluyen el espacio y el tiempo como una unidad indisoluble: un cruzamiento espacio-temporal que les confiere a sus habitantes una cualidad fantasmagórica, a la vez que de pesadumbre. Los personajes son como sombras que se desplazan, mastican bagazos de mezquite para engañar al hambre, las mujeres están trabadas debido a la flacura extrema, los ancianos permanecen estáticos y débiles y, el pueblo convirtió al narrador en un ser acabado y envejecido. De esta manera, es innegable la huella que deja el cronotopo en la vida de los personajes. Hablamos, entonces, de un espacio-tiempo que los modifica: la imagen del hombre en la literatura es siempre esencialmente cronotópica[1].
Dentro de la segunda historia se manifiesta otro cronotopo del encuentro, pero esta vez entre el narrador y su esposa e hijos. Podríamos decir que dicho cronotopo está conformado por el bloque separación-búsqueda-hallazgo. Así, una plaza es la coordenada espacio-temporal de la separación. Al camino sale el narrador en busca de su esposa y la halla en una iglesia abandonada. A diferencia del encuentro fortuito de los personajes en el bar, el encuentro espacio-temporal aquí, se produce gracias a un recorrido exploratorio del camino.
En este punto podemos observar cuál es el rol que cumple la Iglesia en el cuento de Rulfo. La Iglesia, lugar culturalmente destinado a la salvación de las almas, es presentado de una manera desesperanzadora: “Allí no había nadie a quién rezarle. Era un jacalón vacío, sin puertas, nada más con unos socavones abiertos y un techo resquebrajado […].”[2] Rulfo evoca en este fragmento los acontecimientos sucedidos durante la llamada “Guerra Cristera” ocurrida entre los años 1926-1929 en México. Frente a la “Ley Calles” dictaminada por el gobierno de Plutarco Elías Calles, la Iglesia debió suspender el culto público y gran parte de los sacerdotes fueron expulsados del país. Este conflicto provocó, además, muchas muertes. Así, cobra relevancia el cronotopo producido en este lugar, a la vez que se hace presente la voz contrahegemónica del narrador, a través de la cual, Rulfo da cuenta de ese suceso histórico.
En este sentido, podemos inferir en el mundo posible que Rulfo nos presenta, cierta intención de mostrar el funcionamiento del sistema del poder hegemónico. En consecuencia, el discurso del narrador revela en un principio una adhesión a ese poder: “Un día traté de convencerlos de que fueran a otro lugar, donde la tierra fuera buena. ¡Vámonos de aquí! No faltará modo de acomodarnos en alguna parte. El Gobierno nos ayudará.”[3] El profesor (narrador) trata de llegar a un consenso con los habitantes de Luvina, es decir que intenta eliminar el conflicto presente, que no es otro que la falta de credibilidad de la gente en el Gobierno. Y sigue: “¿Dices que el Gobierno nos ayudará, profesor? ¿Tú no conoces al Gobierno? […] de lo que no sabemos nada es de la madre del Gobierno. Yo les dije que era la Patria. Ellos movieron la cabeza diciendo no. Y se rieron […].”[4]
En este fragmento se evidencia el conflicto existente entre el Gobierno y los pobladores de Luvina que se oponen a la ideología dominante. La respuesta de los pobladores no es otra cosa que la resistencia al discurso hegemónico. Cuando la comunidad se rehúsa a recibir las ideas del profesor, simplemente está rechazando las ideas hegemónicas de un Estado totalmente ausente que no atiende sus necesidades. Sin embargo, los habitantes del pueblo en su afán por no obedecer ese discurso, permanecen allí sobreviviendo, por lo tanto siguen siendo sometidos por éste aunque ellos crean que están rechazando el poder de la hegemonía.
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