Aqué Sabe Cartagena
Enviado por javiervalenciap • 13 de Diciembre de 2012 • 412 Palabras (2 Páginas) • 410 Visitas
Cartagena sabe a lo que quieren tus amigos que te sepa. En mi caso, la ciudad me sabe a Hard Rock Café, a comida libanesa, a pastas en Getsemaní; pero es un caso muy particular, porque cada quien tendrá su propia experiencia de sabores y olores de La Heroica. Y es que la ciudad se ha desvelado en los últimos años por lograr un reconocimiento internacional, por abrirse al turista. Y con el pasar del tiempo, ha ido mutando hasta convertirse en un espacio obligado de consumo, de lugares comunes, de tradiciones creadas a fuerza de repetir historias.
Por ello, el visitante tiene que inventarse su propia vivencia de la ciudad, y para ello depende de las redes a las que pertenezca o a las que se logre integrar. En el mejor de los casos, un grupo de amigos que conocen la ciudad te acompañan a recorrer espacios inimaginables y muy propios, más allá de lo que nos muestran las presentadoras del Reinado y los libros para centro de mesa. En el peor, un guía te cuida, te escolta y te da consejos como en el jardín infantil (“No se suelten, no le reciban nada a nadie, miren hacia allá”) mientras te conduce por la ciudad oficial: la de la imagen de postal.
Nada más lejano que esas épocas de colegio en las que aprendíamos “lo propio de cada región”. Viéndolo bien, en medio de esos eventos del traje típico, del plato oriundo del lugar, hay un fuerte componente de categorización social, de uso de estereotipos. Incluso lo que se considera “exótico”, ha sido tamizado por la conveniencia. Nadie pensaría que un puchero boyacense es afrodisíaco, pero sí lo creemos de los camarones, con el animismo más infantil, creemos que la potencia sexual afro nos llegará por el coctel de ostras que nos venden en el centro histórico. Por eso lo típico no es lo que te ofrece la ciudad sino lo que se va a hacer en ella: ya es un lugar común subir al perfil el álbum de fotografías en los mismos lugares, de paseos a los mismos sitios, de compras en los almacenes de siempre. “Si no hiciste X o no comiste Y, no estuviste en el Corralito de Piedra”.
En ese sentido, sostengo que el turismo es una experiencia narrativa, construida a partir de lo que se experimenta, pero también de lo que se quiere vivir. Cartagena sabe (y huele) a lo que uno quiere que le sepa.
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