Autogestión Solidaria: Educación Social Para La Familia
Enviado por Antigono • 19 de Julio de 2014 • 1.363 Palabras (6 Páginas) • 231 Visitas
LA AUTOGESTIÓN SOLIDARIA: UN PROYECTO DE EDUCACIÓN SOCIAL PARA LA FAMILIA
(Aprendizaje para la convivencia y la autogestión solidaria)
Fredy Alonso Villa Vanegas
Antropólogo, Universidad de Antioquia.
fredyalonsovilla@gmail.com
La Autogestión como Proyecto de Educación Social para la Familia, requiere lograr aprendizajes para la convivencia y la Autogestión Solidaria, desde la Pedagogía Crítica y el Aprendizaje Significativo como estrategia metodológica.
En el círculo vicioso que se genera entre pobreza y violencia, a partir de prácticas sociopolíticas de exclusión y marginalidad, el cual genera la producción y reproducción de patrones culturales del mismo círculo, se hace necesario involucrar acciones que desestabilicen éstas relación de mutua dependencia, es decir que logren identificar otras maneras de ser y hacer.
Es muy normal encontrar que entre la población marginalizada o empobrecida, identificada como potenciales beneficiarios de un proyecto de esta naturaleza, se destaca como una práctica cotidiana de comportamiento la desconfianza en sí misma y en los sujetos próximos, así como la alta competitividad individualista. En otras palabras la insuficiencia para establecer vínculos de confianza para el logro de propósitos de bienestar colectivo, ya sean en familia y/o en sociedad.
En tal sentido es posible identificar a individuos agrupados que cohabitan en una vivienda o en un territorio, pero que no construyen lazos de confianza e identificación positiva para el grupo familiar o social, que permita el logro de condiciones de bienestar colectivo - bienestar político -, o el aprovechamiento de condiciones o capacidades individuales para la construcción de tejido social. En otras palabras, no se generan condiciones positivas para la construcción de sociedad.
La pobreza puede ser considerada como uno de los detonantes de la violencia y por ende de la denominada descomposición de la familia y de la sociedad, no obstante también puede ser aprovechada para la reconstrucción de vínculos de confianza que redireccionen a los individuos, reconfiguren la familia, en tanto entorno básico para la construcción de vínculos sociales y por ende de la sociedad misma.
Aquí es importante identificar una situación paradójica, a manera de un “claroscuro”, a la cual nos enfrentamos: una apuesta por la familia en un entorno sociocultural de crisis de la familia como institución social de base, por la exacerbada exhortación del individuo, en lo que también conocemos como individualismo, en una sociedad que le otorga al consumismo un valor cultural privilegiado.
Como proceso histórico del pensamiento político y social de Occidente, también podemos identificar que la denominada Modernidad transfiguró el valor tradicional del concepto de Familia heredado del proceso histórico de la Plena Edad Media y consolidada como valor sociocultural y político en la llamada Época Victoriana (1837 – 1901), a partir de la cual por cada grupo familiar (nuclear, patriarcal y cristiano) se identificaba a un solo miembro para la sociedad. La familia como base de la sociedad era una severa jerarquía de dependencia personal, en la cual el padre tenía el uso privilegiado del poder. El hogar era una dictadura paternal. Allí los demás miembros del grupo no contaban como sujetos para la organización sociopolítica de las filiaciones, sino como receptores pasivos de la norma o control social. De allí que el surgimiento de la Modernidad como una forma secular de concebir y configurar la Sociedad, conduce a que ya no es la familia el fundamento para redefinir el “Contrato Social”, sino que es el individuo como sujeto de derechos y deberes, como idealmente denominamos Sujeto Político.
De manera paralela, la Modernidad en Occidente también fortalece el surgimiento y posicionamiento de la Economía Liberal y de mercado, la cual promociona como virtud sociocultural el consumo masivo de bienes y servicios, en medio de una exhortación al individualismo competitivo, aprovechando la valorada representación de la figura política del individuo, en la novedosa construcción política de la sociedad moderna. Esta, también denominada Sociedad de Consumo, deteriora los lazos comunicantes entre los sujetos, a partir de los cuales se genera la reproducción y transmisión de los lenguajes simbólicos de lo colectivo, lo que también conocemos como Identidad y Cultura.
Tenemos entonces que la contradicción se fundamenta en que aún tenemos remanentes estructurales, no consientes,
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