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Basado en la lectura del discurso de Patricio Carpio Benalcázar, Coordinador de Relaciones Internacionales, Asamblea Nacional Constituyente, a propósito del la Nueva Constitución Ecuaroriana. Discurso en La Habana, 2008.


Enviado por   •  19 de Marzo de 2016  •  Apuntes  •  1.279 Palabras (6 Páginas)  •  276 Visitas

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El dilema del Desarrollo, viviendo en America Latina.

Basado en la lectura del discurso de Patricio Carpio Benalcázar, Coordinador de Relaciones Internacionales, Asamblea Nacional Constituyente, a propósito del la Nueva Constitución Ecuaroriana. Discurso en La Habana, 2008.

“Irónicamente, la historia registra que pese a los esfuerzos por anular las formas diferentes de organización social, sobre todo rural, estas persisten bajo condiciones de precariedad y exclusión y, con la modernidad, se reproducen en un permanente proceso de cambio y continuidad, pero dentro de una compleja trama de inseguridad e inestabilidad en las comunidades, cuyos efectos se visualizan en las masivas migraciones campo-ciudad de las décadas anteriores y en la migración internacional de nuestros días.    

Desde esa perspectiva, el desarrollo es un discurso poderoso en los foros internacionales y los acuerdos globales, pero en la práctica su incidencia es nefasta para los receptores. Al no responder a las necesidades sentidas de la gente, el despilfarro de recursos fluye sin cuenta de inventario y se endosan las razones del fracaso a las comunidades, a su “falta de cultura emprendedora, pasivismo, ignorancia y desidia” como no vacilan en afirmar los voceros de los organismos internacionales responsables de integrar a los “pueblos y subculturas” a la modernización. El discurso del desarrollo justifica la desigualdad desde su propia construcción teórica: «[…] Los países pobres son pobres no por causas históricas debido a siglos de colonialismo y explotación sino porque no están desarrollados. Es decir, no han ejecutado correctamente los procesos de modernización (industrialización, urbanización, democracia representativa, desarrollo científico, etc.) que Occidente llevó a cabo durante el siglo XIX. Por lo tanto, la solución al problema era la de desarrollar estos países, occidentalizarlos, por lo que se hizo innecesario plantearse el problema de la desigualdad como razón última del subdesarrollo»”].

 

E. Lander cuando afirma: «La noción del progreso continúa siendo probablemente la idea-fuerza más potente de la sociedad contemporánea. Y, sin embargo, la inviabilidad a mediano y largo plazo del modelo civilizatorio industrialista y depredador se hace cada vez más evidente. La destrucción de la capa de ozono, el efecto invernadero, la devastación de bosques, el empobrecimiento de suelos fértiles, la creciente escasez de agua tanto para la agricultura como para el consumo humano, la acelerada reducción de la diversidad genética, la contaminación del aire y del agua, son las principales señales de alarma que nos indican que la humanidad está llegando a los límites (¿o ya los habrá sobrepasado?) de una degradación de los sistemas ecológicos, más allá de los cuales podría llegarse a alteraciones irreversibles que harían imposible la vida. No son inagotables los recursos, ni es infinito el potencial de los ecosistemas del planeta para procesar y compensar las alteraciones que en éste produce la acción humana. Estamos cerca o hemos llegado al límite de la capacidad de carga de la Tierra».

Posiblemente el gran dilema que enfrentamos en los países de latinoamérica, siga siendo visualizar el desarrollo, desde la perspectiva del capitalismo expansionista y colonizador ,como concepto base del “progreso” o crecimiento, fundamentalmente económico, que sólo alcanza a las minorías más favorecida por el propio modelo, ya sea porque forman parte o son herederas de la hiper-estructura económica colonial originaria, ya sea porque reciben de forma tangencial el favor de dicha estructura, a través de una educación que no es universal ni equitativa en muchos casos, ya sea porque su propio impulso y creatividad son bien recibidos y ulteriormente, absorbidos por la hipe estructura, hasta apropiárselos (imaginemos la gran cantidad de industrias locales mexicanas que han sido absorbidas por grandes transnacionales, y que ya no pueden impulsar ellas mismas, de forma completamente independiente, el desarrollo equitativo en el país).

Por otro lado queda cada vez más expuesta la problemática fundamental del desarrollo capitalista del “Primer mundo”: a mayor crecimiento, mayor erosión de recursos para la sustentabilidad de la vida misma; y a mayor riqueza y acumulación de los países ricos y de los ricos de los países pobres, la intensidad de la pobreza crece en número y necesidades insatisfechas en el norte y en el sur.

Como lo preveé el propio E. Lander: “Más grave aún, si este modelo se universaliza realmente, incorporando a sociedades como India y China, cuyos indicadores de crecimiento económico en los últimos diez años son excepcionales (10% anual), entonces el consumo per capita subirá insosteniblemente en el planeta: más de dos mil millones de personas se habrán incorporado a la esfera del consumismo con consecuencias impensables para la humanidad en su conjunto; la carestía de determinadas materias primas y alimentos es ya un indicador de esta paradoja. Hay que aclarar aquí que no hablamos del peligro de que los pobres del mundo salgan del estado de pobreza, sino que ingresen a la esfera del consumismo que el gran capital transnacional pregona en sus afanes de volver infinita su espiral de acumulación”

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