Bipartidismo

COLOMBIA: UNA DEMOCRACIA RESTRINGIDA

El Gobierno Nacional a pocos días de iniciar los diálogos de paz con las FARC en Oslo, empieza a ver la necesidad de hablar de los ajustes políticos, jurídicos y constitucionales que serán necesarios si el proceso llega a buen puerto.

En particular, creo que debe ser una urgencia para el gobierno mirar los ajustes que se requieren para ampliar la democracia en términos de la participación política, y poder así, superar una perversa relación histórica violencia-bipartidismo que en Colombia ha cumplido una función desestructurante y que se ha expresado en el desarrollo y ejercicio del poder político por parte de las elites, con miras a mantener el dominio paritario bipartidista de los dos grandes partidos históricos. Hoy desdoblados en varias colectividades de armadura de la Unidad Nacional, pero que no dejan de ser hijas del mismo tronco histórico Liberal-Conservador; bipartidista, paritario y excluyente.

Esta relación histórica de violencia-bipartidismo, ha implicado, entre otras cosas, la obstrucción de procesos políticos alternativos de las llamadas terceras fuerzas; bien sea, en unos casos por la vía de la violencia directa liquidando al adversario por factores de poder político-partidistas; y en otros casos, por la vía de la adscripción, mediante mecanismos de coptación clientelar de estos procesos políticos alternativos, hacia el modelo excluyente de la hegemonía paritaria dominante.

El uso de la violencia directa, liquidando al adversario, ha sido perversa en tanto no contribuye a la ampliación de la democracia. Todo lo contrario, ella (la violencia) es parte de la estrategia a la que han recurrido las elites para el mantenimiento del sistema político; y lo que ha contribuido es de manera negativa a consolidar las relaciones de dominación imperante, de exclusión política, y además, a perpetuar un régimen de democracia restringida; que ha servido como justificador para el alzamiento armado de sectores que como las FARC, no han tenido espacio para el ejercicio de la política institucionalizada.

La Unión Patriótica, es el espejo mas reciente de ese pasado oscuro y criminal de la relación histórica violencia-bipartidismo; relación que como estrategia de gobernabilidad y de confrontación a la oposición ha servido para criminalizar a la oposición política, ha militarizado la protesta popular y ciudadana, y ha impedido que toda forma de expresión política diferente al establecimiento bipartidista pueda avanzar como alternativa en la construcción, ampliación y consolidación de la democracia.

Con base en lo anterior, al Congreso Nacional en la presente legislatura se le impone la tarea de sacar adelante una importante serie de reformas que ayuden a consolidar el camino de los diálogos de paz; entre ellas,

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