Bodegones

1. La composición:

En general, cuando se observa un cuadro se lee de izquierda a derecha. Un dato a tener en cuenta a la hora de organizar nuestro escenario.

Es necesario definir el centro de interés, el motivo principal. Hasta cierto punto hay que plantearse el bodegón como un retrato. Si pintamos naranjas, qué queremos resaltar y porqué.

Alternar objetos con diferentes formas y texturas para dar interés. Podemos incluir casi cualquier objeto. La tradición dicta el uso de frutas, flores, vajilla, utensilios relacionados con el arte y objetos de colección. Teniendo en cuenta que el bodegón es una especie de exaltación del "objeto", frente a la figura y el paisaje, podemos incluir cualquier elemento que consideremos adecuado por sus cualidades estéticas o representacionales.

Es necesario contraponer una zona libre al centro de interés.

Los objetos deben tocarse, no resultar aislados. El espectador debe recorrer sin interrupciones los elementos que componen el cuadro. Siempre puede aparecer un objeto separado, pero debemos valorar cómo vamos a equilibrarlo con el resto, debe haber una razón para hacerlo.

2. Luz:

Los valores más intensos se encuentran cerca del centro de interés; los contrastes más fuertes, los puntos de luz más intensos.

La luz es otro elemento en el bodegón que sirve para dar intencionalidad a los objetos.

La iluminación suele venir de la izquierda. la fuente de luz suele encontrarse a la izquierda del cuadro.

3. Perspectiva:

Suele aparecer resaltada por la aparición de un elemento que “coloca” los objetos en un espacio tridimensional, el marco de Sánchez-Cotán o la mesa de Cezanne . En el caso de Meléndez podemos apreciar como método para reflejar esa perspectiva el solapamiento de los elementos. La representación de elementos de utillaje culinario resalta la sensación de la perspectiva con la representación de las elipses propias de sus forma.

La colocación de los elementos. En general, es un punto de vista que facilita el reconocimiento del objeto, pero en casos aparecen en posturas poco habituales en el sentido como un tour de force representativo. En muchos casos el pintor trabaja a partir de bocetos individuales de elementos que luego pasarán a integrar una obra completa.

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