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Bola de Sebo, de Guy de Maupassant


Enviado por   •  4 de Mayo de 2016  •  Monografía  •  1.457 Palabras (6 Páginas)  •  334 Visitas

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Bola de Sebo, de Guy de Maupassant

 Bola de sebo: Durante muchos días pasaron por la ciudad restos de ejércitos derrotados. Los soldados tenían las barbas crecidas, los uniformes harapientos y sucios, con apariencia de cansancio, sin banderas y sin disciplina.

Entre ellos hay soldados de todo tipo; hay temor en la ciudad y las mismas guardias armadas desaparecieron, Francia esta derrotada por los alemanes.

En la ciudad de Ruan ya han entrado los prusianos.

En cada puerta de cada casa hay situados alemanes, dispuestos a entrar y servirse libremente. Un grupo burgués consigue un conductor para marcharse al Havre; entre ellos estaban El Sr. y la Sra. Loiseau, comerciantes de vino, a su lado El Sr. Carré-Lamadon y su esposa, de la industria del algodón; justo en frente El conde y la condesa Hubert de Bréville; dos monjas; El Sr. Cornudet, un fiero democrático, revolucionario, terror de la gente respetable; y una mujer que llamaba la atención, era de poca estatura, robusta por donde se la mire, piel tensa y brillosa; gracias a su sobrepeso se había ganado el apodo de Bola de sebo. Al subir a la carrosa, las tres damas más refinadas comenzaron a murmurar sobre bola de sebo, que al parecer era prostituta.

El viaje se alargaba debido al mal tiempo, y los pasajeros empezaron a tener hambre e impacientarse. A nadie se le había ocurrido llevar provisiones, excepto a bola de sebo que tenía una abundante canasta llena de comida, cuando todos empezaron a descomponerse del hambre ella saco la comida y sin tener otra alternativa les convido. Pero aun así algunos no querían rebajarse a tener que pedir hasta que al fin aceptaron. En cuestión de unas horas ya se habían acabado todas las provisiones.

Finalmente llegaron a Totes, al bajar se encuentran con un alemán, el cual revisa todos sus papeles. Más tarde una vez ya instalados en la posada, el posadero pregunta por la señorita Rousset; el oficial prusiano desea hablar con ella, pero se niega; ellos tratan de convencerla para que no les traiga problemas a ellos y acepta ir, al regreso se la ve irritada, y a nadie le explica lo ocurrido.

Luego de cenar todos se retiran a sus habitaciones, y Luiseau ve por la cerradura que Cornudet trata de aprovecharse de Rousset, pero ella se niega.

Por la mañana al no encontrar la diligencia lista empiezan a buscar al conductor, lo encuentran en la taberna, y les dice que el oficial les mando que no la prepare.

Mientras juegan a las cartas, el oficial manda a preguntar si ya decidió la señorita Elisabeth Rousset ella responde: -Contéstele a ese canalla, sucio y repugnante, que nunca me decidiré a eso. ¡Nunca, nunca, nunca!

Ella confiesa la intención del oficial ante todos, a todos le indigna la proposición del oficial. Pero al día siguiente después de reflexionar sobre el tema deciden tratar de convencer a bola de sebo para que acepte la proposición y se sacrifique por los demás, dado que si ella no acepta ninguno podría irse y eso los perjudica a todos.

Cuando logran convencerla, ella decide pasar la noche con el oficial prusiano a pesar de todo se sacrifica por el grupo.

Mientras ella está en el curto con el oficial, el resto festeja que al fin al día siguiente podrán continuar con su viaje.

A la mañana siguiente todos preparados para partir ya en el carruaje, la única que falta es bola de sebo, cuando llega todos la miran con desprecio y se sientan lejos de ella.

Al emprender el viaje todos sacan una canasta con comida menos ella que no tuvo tiempo para prepararla, todos comen y nadie le convida a pesar de todo lo que ella hiso por ellos.

Bola de Sebo llora en silencio, y Cornudet entona la Marsellesa.

Confesiones de una mujer

El relato comienza cuando una mujer, ya anciana, decide contar lo que ocurrió en su vida que la volvió tan infeliz. Aclara desde un principio que no dirá su nombre, para así poder contar libremente lo ocurrido. Se describe hermosa e inteligente en su juventud, y solitaria en la vejez, ya que nunca tuvo hijos. Fue obligada a casarse con un conde al cual no amaba. Era un galán, apuesto y todo un caballero, pero con creencias muy antiguas y no toleraba nuevas opiniones. Vivían en un castillo bastante solitario, que ella describe como triste. Su criada, Paquita, era su amiga, apenas tenía 16 años, la la había encontrado en la calle y decidió llevarla a su casa para ayudar en las tareas.
Cuando se acercaba el otoño todo el mundo salía a cazar, fue por ese entonces que un muchacho comenzó a frecuentar el lugar. Aunque a ella no le importaba, su esposo se veía celoso y distante. Dormían (por común acuerdo) en cuartos separados, para contar ambos con un poco de privacidad. Por las noches escuchaba pasos que iban en dirección a su cuarto, pero se detenían en la puerta y se alejaban. Un día le comentó a su esposo sobre los ruidos y él le dijo que posiblemente sería un zorro que mataba las gallinas, o el guarda que merodeaba los alrededores.
El conde Hervé (marido de la mujer en cuestión) propone ir de cacería. Confundida por el buen humor que tenía su esposo, acepta. Van adentrándose al bosque en la oscuridad hasta que llegan al borde de unos estanques y el esposo le dice que se fije hacia abajo. Ella ve un hombre y al mismo momento escucha un disparo de la escopeta de su esposo, se asusta y éste la toma en sus brazos y la tira encima del cadáver Está a punto de matarla cuando la criada aparece y  salta encima del conde que había matado al muchacho, en ese momento él entiende que ese joven estaba con la criada y no con su esposa y le pide perdón. Pero ya es muy tarde, a pesar del concierto que la mujer siente por lo ocurrido, comprende que todo ha cambiado: “Fue en ese momento que comprendí que le seria infiel a mi marido”.

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