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Enviado por rluz_20 • 15 de Noviembre de 2012 • 332 Palabras (2 Páginas) • 276 Visitas
El silencio en los cementerios
El silencio de los cementerios nos invitan a entrar en la interioridad de nuestra vida, a suspender el ruido ensordecedor de nuestra vida cotidiana y enfrentarnos con nuestra condición de seres humanos limitados y finitos; el silencio exterior e interior son condición necesaria para escuchar a Dios que nos habla desde la hermana muerte (como la llamaba San Francisco de Asís). Los cementerios son lugares privilegiados de encuentro con nuestros hermanos que han partido a la Casa del Padre y en esa misma medida, son lugares privilegiados de encuentro con nuestra más verdadera condición transitoria, como nos recuerda las palabras del miércoles de Ceniza. “Polvo eres y en polvo te convertirás” y el mismo Papa Benedicto XVI: “los cementerios, suponen una especie de asamblea, en la que los vivos se encuentran con sus propios difuntos y con ellos refuerzan los vínculos de una comunión que la muerte no ha podido interrumpir” . La muerte no es para nosotros el final de toda nuestra existencia, es más bien la “hermana muerte” que nos hace pasar a la casa del Padre y de esta manera cuando vamos al encuentro de aquellas personas (en el cementerio) que han experimentado la muerte, nos encontramos a manera de asamblea con aquellos que comparten con nosotros también la resurrección y es aquello que nos hermana y nos permite fortalecer esos vínculos de verdaderos Hijos de Dios.
Parece ser que nuestra actitud frente a la hermana muerte y al lugar donde se entierran nuestros muertos, debiera de ser el silencio, un silencio contemplativo y meditativo que nos ayuda a interiorizar en nuestra existencia, a reflexionar sobre el verdadero sentido de nuestra vida y sobre todo la oportunidad de poder remprender el camino cuando lo estamos equivocando, sabiendo que también compartiremos esa vivencia en nuestra vida finita. Es en el silencio cuando podemos caer en la cuenta de nuestra vida para fortalecerla y también para cambiarla. Es el silencio que nos permite comprender el misterio.
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