Borrador Historia
Enviado por gabrielaaaaa • 15 de Octubre de 2014 • 1.126 Palabras (5 Páginas) • 156 Visitas
Una muchacha bajita, delgada, de piel blanca y pálida, iba caminando por las calles de York hacia su casa. Se veía una como una chica común, un poco guapa de lo normal. Con el cabello largo y negro, y unos ojos intensamente azules. Cubierta por un gran abrigo y tapando su cabeza con la capucha para pasar desapercibida, se esbozaban unos labios rasgados de tanto mordérselos y unas mejillas levemente rosadas.
Se paró en una esquina por el rojo del semáforo, y al otro lado estaban ellos. Realmente nunca supo que aspecto tendrían sus captores, pero eran las únicas personas sospechosas en todo el lugar, la miraban fijamente. Le señalaron con la mano que se acercara y eso confirmó sus dudas.
Arya miró tras ellos, y a lo lejos vio por última vez su casa, contuvo el aliento unos segundos. La luz indicó el verde. Soltó la respiración y se acercó a esos dos tipos con aspecto común y corriente que la miraban con seriedad.
Así, en el día de su cumpleaños número dieciséis, fue llevada a una remota isla, para estudiar en la Academia Lobelia.
Desde pequeña supo que no debía salir de casa en el día de su cumpleaños. Su abuela, siempre estuvo ahí para evitarlo y protegerla. Pero ella ya había fallecido hace un par de meses y su pequeña hermanita Marie tenía su primera presentación de ballet clásico en el auditorio de la escuela, y olvidó llevar sus zapatillas. El auditorio estaba solo a unas cuadras de casa, pensó en las posibilidades de ser atrapada, pero no lo vio como una gran probabilidad.
A pesar de eso, ahora se encontraba en un auto, camino a quién sabe dónde, con un par de tipos que no se han molestado en decir palabra. Aun que ella tampoco había dicho palabra alguna.
Llegaron a una pequeña casa a las orillas de York. A veces, cuando Arya y su familia visitaban el Castillo de Howard, se veía a lo lejos desde la carretera.
Al entrar había una mujer vieja y morena sentada a las orillas de una estufa, calentándose las manos. Tenía una cicatriz en la mejilla derecha, larga y profunda. Estaba vestida con harapos y andaba descalza. La casa era de madera y albergaba un olor a incienso de canela que se percibía incluso desde afuera de la casa.
- ¿Está listo? – Pregunta el más viejo de los hombres. Con una voz grave irrumpe en la tranquilidad de la mujer, la cual asiente levemente. – Gracias.
La mujer se queda mirando cómo se llevan esos dos hombres a la chica hacia un viaje sin retorno. Salen por la misma puerta por la que entraron, pero no llegan a la carretera en la que estaban antes. Llegan a un lugar completamente distinto.
Ahora los tres-los dos hombres y la muchacha- se encontraban en la entrada de la Academia Lobelia. Se veía a lo lejos un gran castillo, casi tan grande como el castillo de Howard, pensó Arya. El abrigo y la capucha con lo que andaba en York ya no eran necesarios aquí. Era pleno invierno en York, las calles se encontraban inundadas en nieve, y ahora, en cosa de menos de una hora hacía tanto calor como en el trópico.
Y al fin, uno de los tipos que la había llevado a ese lugar le habló.
- Tu abuela ya debe haberte contado de este lugar. Por hoy solo te dejaremos
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