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¿CALIDAD DE VIDA O EXTENSION AL SUFRIMIENTO?


Enviado por   •  4 de Octubre de 2014  •  4.290 Palabras (18 Páginas)  •  196 Visitas

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¿CALIDAD DE VIDA O EXTENSION AL SUFRIMIENTO?

Ramón Sampedro (Porto do Son, 5 de enero de 1943 – Boiro, 12 de enero de 1998) fue un marino y escritor español. Tetrapléjico desde los 25 años, desarrolló una intensa actividad de petición judicial para poder morir y que, dado que su estado le impedía hacerlo personalmente, la persona o personas que le auxiliasen no incurriesen en delito. (Llevo su historia al cine con la película Mar Adentro).

La civilización Griega fue la primera en emplear la palabra eutanasia, para ellos significaba una muerte buena. Los gobernadores contaban con un veneno, el cual podía ser empleado en las personas que deseaban morir, así mismo se autorizaba la muerte de manera oficial.

“Quién no desee vivir debe exponer los motivos al Senado y una vez lo haya recibido, puede quitarse la vida. Si la existencia te resulta odiosa, muere, si el destino te es adverso, bebe cicuta. Si la pena te abruma, abandona la vida. Dejad que el infeliz relate su desgracia, dejad que el magistrado le proporcione el remedio para que el mismo pueda ponerle fin” (Atenas, Quíos y Massalia).

Claramente esto era permitir el suicidio. Grecia autorizaba esta práctica, con la finalidad de ponerle fin a un mal vivir y lograr un buen morir. Sin embargo, es así que desde esta época hasta nuestros días, la posibilidad de la eutanasia tiene sus detractores y sus defensores.

Sócrates y Platón, desde épocas muy remotas defendieron la eutanasia, sosteniendo y creyendo que una enfermedad dolorosa con un alto nivel de sufrimiento, era una buena razón para dejar de vivir.

A esta práctica se oponían grupos como los pitagóricos, aristotélicos y epicúreos.

Roma; también fue un país que permitió el suicidio, solo por motivos valederos y suficientes para hacerlo. Se castigaba el suicidio no justificado, como lo era una enfermedad. Su ideología era vivir de buena manera y morir entonces en las mismas condiciones.

“Hay una gran diferencia entre un hombre que prolonga su vida o su muerte. Si el cuerpo ya no sirve para nada, ¿por qué no debería liberarse al alma atormentada? Quizá sería mejor hacerlo un poco antes, ya que cuando llegue ese momento es posible que no pueda actuar”. (Seneca El Estoico 4 AC.)

Así es entonces como estos criterios tiene un giro radical y comienza el suicidio a ser castigado con la negación de la cristiana sepultura, recayendo a toda persona que atentara en cualquier condición contra su vida.

Sumado a ello la iglesia cristiana comienza a tomar fuerza en estos temas y a negar toda posibilidad de alivio piadoso para enfermedades dolorosas o sufrimientos intensos.

Y es así como este rechazo comienza a influir en las decisiones legislativas.

El suicidio es definido en el siglo IV por San Agustín, como “detestable u abominable perversidad”. Dios es el que concede la vida y también los sufrimientos, entonces como cristianos la obligación es soportarlos. Y es la Iglesia quien con su poder regula las costumbres y las prácticas de la sociedad.

Desde una mirada quizás más científica se puede definir la discutida Eutanasia de las siguientes maneras y posturas:

La organización Mundial de la Salud (OMS) define la Eutanasia como aquella “acción del médico que provoca deliberadamente la muerte del paciente”.

Entonces Eutanasia proviene de los conceptos griegos eu y thanatos, que significan ‘bien’ y ‘morir’, respectivamente, es decir, se refiere a la idea del buen morir o muerte tranquila. Sin embargo, esta ha proporcionado una serie de debates tanto en lo político, en lo religioso, en lo científico y en la sociedad en general que despierta dilemas éticos respecto a este tema. Hay dos posturas respecto a si legalizar o no la eutanasia, de acuerdo a un grupo hacen mención que debiese ser legalizada porque esta evita el sufrimiento de la persona, ósea es el proceso de aceleración de la muerte de un paciente que se encuentra desahuciado, esto enmarcado en el sufrimiento físico. Mientras que otros tantos opinan que esta no se debe ser legalizada por el simple hecho de que nadie tiene el derecho a cuando y como terminar la vida de otro individuo, independientemente en el estado que este se encuentre, ya que todos tienen el derecho a la vida y simplemente este acto es un crimen porque, de una manera u otra sin importar las razones que éste o la familia tenga, se está matando a un individuo. Es aquí donde juega un rol importante la justicia y la legalidad, ya que esto pudiese convertirse en un acto criminal.

Por tal motivo y para entender con mayor precisión, se hace mención al procedimiento que existe al momento de ser abordada la Eutanasia en los pacientes:

Eutanasia directa consiste en adelantar la hora de la muerte en caso de una enfermedad incurable. Esta a su vez posee dos formas:

Activa que consiste en provocar una muerte indolora a petición del afectado; el caso más frecuentemente mostrado es el cáncer, pero pueden ser también enfermedades incurables como el sida. Se recurre, como se comprende, a sustancias especiales mortíferas o a sobredosis de morfina.

Pasiva se deja de tratar una complicación, por ejemplo una bronconeumonía, o de alimentar por vía parenteral u otra al enfermo, con lo cual se precipita el término de la vida; es una muerte por omisión.

La Eutanasia pasiva puede revestir dos formas: la abstención terapéutica y la suspensión terapéutica. En el primer caso no se inicia el tratamiento y en el segundo se suspende el ya iniciado, ya que se considera que más que prolongar el vivir, prolonga el morir. Debe resaltarse que en este tipo de Eutanasia no se abandona en ningún momento al enfermo.

Eutanasia indirecta consiste en efectuar procedimientos terapéuticos que tienen como efecto secundario la muerte, por ejemplo la sobredosis de analgésicos, como es el caso de la morfina para calmar los dolores, cuyo efecto agregado, como se sabe, es la disminución de la conciencia y casi siempre una abreviación de la vida. Aquí la intención, sin duda, no es acortar la vida sino aliviar el sufrimiento, y lo otro es una consecuencia no deseada.

Actualmente, “el debate es entre dos concepciones de la autonomía individual”.

"Los que quieren legalizar la eutanasia afirman que este derecho (a la muerte) es ilimitado y es exigible por el individuo frente a la sociedad y los médicos". En cambio, los contrarios a la eutanasia "sostienen que la preocupación por el bien común exige poner límites a una reivindicación individual que, si se reconociera por ley, daría paso a un derecho a la muerte incompatible con las fuentes morales de la democracia". Estos, conscientes de la función simbólica que tienen las leyes, "se niegan a convertir la

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