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CALIDAD Y POLITICAS DE ESTADO


Enviado por   •  29 de Junio de 2013  •  12.820 Palabras (52 Páginas)  •  405 Visitas

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UNIVERSIDAD NACIONAL FEDERICO VILLARREAL

ESCUELA DE POST GRADO - DOCTORADO DE SALUD PÚBLICA

CIUDADANIA ACTIVA. SINTESIS COLECTIVA DE LA SITUACION ACTUAL. SITUACION ACTUAL DE SALUD EN EL PERU, CONTEXTO ECONOMICO, POLITICO, SOCIAL. HISTORIA DE LAS CONSTITUCIONES. CONSTITUCION EN EL PERU.

ASIGNATURA: FORMULACION DE POLITICAS PUBLICAS DE ESTADO

DOCENTE: DR. GUILLERMO GUARDIA SALAS

RESPONSABLES:

- Edwin Genaro Apaza Aceituno.

- Danissa Contreras Castillo.

- Sonia Apaestegui Infanzon.

- Gustavo Contreras Zapata

LIMA – 2013

CIUDADANIA ACTIVA

La ciudadanía activa hace referencia a la participación de los individuos en la vida y los asuntos públicos. Esto puede tener lugar a nivel local, nacional o internacional. Se refiere a los ciudadanos y ciudadanas que son conscientes de su pertenencia a una comunidad local y global y se involucran activamente en la vida comunitaria debatiendo sobre sus problemas, promoviendo y apoyando cambios y mejoras o confrontando cambios no deseados.

Un ciudadano activo no es necesariamente un “buen ciudadano” en el sentido de seguir todas las normas o comportarse de una determinada manera. Un ciudadano activo puede y debe retar determinadas reglas o estructuras cuando son generadoras de injusticias.

Así, el concepto de ciudadanía activa engloba las oportunidades a las que pueden optar todas las personas de participar e implicarse en el conjunto de las esferas de la vida económica y social, aportando sus conocimientos como individuos de la sociedad peruana. La ciudadanía no implica solo coincidencia en deberes y derechos con los demás miembros de una comunidad, es casi una exigencia revisar otros elementos subyacentes. Entre ellos destaca el sentimiento de pertenencia e integración en la comunidad de referencia desde una identidad específica, abarcando y englobando intereses particulares. Lo que define al ciudadano, desde esta otra comprensión, es su arraigo en una comunidad a la que está unido por vínculos de afecto y lealtad. No obstante, el concepto de identidad es flexible, abierto y complejo: identidades municipales, autonómicas, nacionales, globales o universales conviven. La palabra identidad contiene dos significados que podrían parecer opuestos. Por un lado significa particularidad, individualidad, diferencia; por otro, hace referencia a la igualdad, lo común, lo compartido. En realidad, son dos dimensiones que todo ser humano posee. Las distintas identidades construidas a partir de las creencias, opiniones, intereses, proyectos... configuran el pluralismo de las sociedades modernas, lo que se suele llamar diversidad.

En la actualidad, la modernización e influencias externas facilitan que el individuo piense y actúe en circunstancias concretas con independencia y sentido diferente a otros miembros del colectivo cultural. Aunando el concepto de identidad y el de cultura, podemos afirmar que este último contiene aquellos fenómenos que crean un sentido de identidad común entre un grupo particular. Son factores subyacentes que dan lugar a comprensiones, reglas y prácticas compartidas que gobiernan el desarrollo de la vida diaria. Pero la cultura es mucho más que un conjunto de directrices o interpretaciones que facilitan el ajuste social. Es, además, cauce de expresión de energías sociales y fuente de dinamismo, asociación y creatividad social (Sáez, 2001: 175). En este sentido, también la educación ejerce una influencia decisiva en el interés que el individuo atribuye a los valores culturales en su aptitud por participar en la vida cultural (Montero, 2005). Consecuentemente, la participación de las personas de edad pasa por el desempeño activo en la prestación de servicios a la comunidad (Jopling y col., 2009), en lo que podría denominarse una «mayor conciencia ciudadana». Al hilo de la dimensionalidad cultural, la solución a la pluralidad social no es un modelo neutral de ciudadanía (que refuerza en realidad la posición del grupo dominante y la marginación de los grupos minoritarios), sino otro que permita el reconocimiento y acomodación de las diversas identidades. Es la propuesta del multiculturalismo. Sus defensores se centran en la riqueza crucial de la matriz cultural para la identidad y acción de los individuos. Es un presupuesto básico en la constitución de la identidad personal, la comprensión de sí mismo y el desempeño de las relaciones sociales y políticas (Peña, 2008; Gil, 2006). Se apuesta desde esta perspectiva por la ciudadanía multicultural (Kymlicka, 2003). De hecho, la categoría de ciudadanía está entrando en la agenda política de la mayoría de estados europeos para gestionar la diversidad ante la crisis multicultural (Zapata y Barrero, 2009). Sintetizamos lo expuesto con las palabras del profesor Häberle (2005: 626): Ser humano y ciudadano son la misma cosa. La cultura es el fermento de ambos. Por tanto, para formar hombres es necesario, pues, formar también ciudadanos (Cortina,1995: 51).

En analogía con el concepto de ciudadanía, las prácticas culturales priorizan:

1.- La oferta de patrones y tradiciones desde las que pueden tomarse decisiones con garantías de acogida.

2.- El sentido de pertenencia a una comunidad otorgando seguridad a los proyectos de vida de futuro.

3.- La promoción de unas relaciones sociales independientes y garantes de la valoración del individuo dentro de la comunidad.

4.- El conocimiento y acceso a unas reglas de respeto e interpretación de los símbolos culturales que conforman las premisas del sentido de pertenencia y civismo (Máiz, 2006).

Estamos, pues, en condiciones de admitir que los derechos de ciudadanía y participación (entre otras variables) han de definirse de forma flexible e individual en el contexto de las comunidades de referencia (Valokivi, 2004).

SINTESIS COLECTIVA DE LA SITUACION ACTUAL

LA IDENTIDAD NACIONAL COMO CARENCIA DE SER

Los peruanos sabemos lo que no somos y no lo que queremos ser. No sabemos lo que somos y lo que deseamos ser. Somos una colectividad sin proyecto, una colectividad sin contornos, una colectividad sin rumbo. Creo que nuestro país adolece de una crisis crónica de identidad, es decir, de ubicación en el tiempo y en el espacio. Los peruanos no solemos definirnos como colectividad de manera positiva; nos definimos más bien por nuestras carencias, por lo que nos falta, por lo que no somos, por lo que no deseamos ser. Lo valioso es siempre una externalidad estructuralmente distante, ajena, extraña. Somos carencia, carencia de lo ajeno, carencia de ser. Nacimos como nación con una identidad truncada, con una relación defectuosa con nuestras

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