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CUENTO: A VECES SENCILLAMENTE NO ES TU TURNO


Enviado por   •  1 de Mayo de 2018  •  Tarea  •  1.249 Palabras (5 Páginas)  •  66 Visitas

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CUENTO: A VECES SENCILLAMENTE NO ES TU TURNO

En la época de mis abuelitos, Inés y Jaime, la gente tenía por costumbre, tener demasiados hijos, ellos para estar a tono con el estándar, tuvieron 6 bebes, Armando, Jairo, Miriam, Víctor, Gloria y Jaime, nacidos en ese orden respectivamente, yo tuve la fortuna de ser la segunda hija de Jairo. Cuenta mi papá que cuando tenía entre 10 y 11 años, usualmente en la temporada de vacaciones viajaban a Chiquinquirá, en Boyacá, él y todos sus hermanos, dado que allá vivía mi bisabuela María, mamá de mi abuelita Inés, tenía un modesto rancho donde cultiva algunas cositas y tenían su criadero de pollos, rayando los límites del pueblo, donde el olor a popo de vaca y eucalipto priman; para ellos era tan común este lugar que con el tiempo ya habían hecho amigos, coincidencialmente, había un grupo de 4 hermanos, casi con las mismas edades de los más grandes de mi familia (Armando, Jairo, Miriam y Víctor), ellos se llamaban Efraín, Julia, Víctor y Chelo, todos pertenecientes a la familia Méndez y amigos de por vida.

En un pueblo las posibles actividades de entretención para niños, van de acuerdo a su creatividad, evidentemente, dejando de lado aquellas que incluyan tecnologías, también porque la capacidad económica de la bisabuela María, no es que fuera muy alta. Por ende, los hermanos Escobar y Méndez constantemente ideaban juegos de competencias como: gana el primero en rodar por la hojarasca monte abajo, gana el primero en dar la vuelta al paraíso, gana el que se robe primero las feijoas de la vecina, gana el primero en llegar al otro lado de la cerca en caballo, etc. Este último resultaba de bastante importancia entre los hombres participantes, aunque para las mujeres no fuese el más llamativo, igual participaban. En una ocasión, hubo una reunión de familias, donde los adultos se pusieron a jugar tejo y tomar pola, descuidando a los niños, quienes ni cortos ni perezosos se fueron a montar en caballo y a hacer sus frecuentes competencias, solo que era la primera ocasión en la que iban a realizarla en tan altas horas de la noche, la primera en tener un brote de cordura fue mi tía Miriam, quien decidió ser árbitro, cabe destacar que estos niños eran recursivos, como no tenían acceso a los elementos para montar comúnmente a los caballos, entonces se valían de su habilidad para trepar y mantenerse bien agarraditos, con eso no se caían, en todo grupo de intrépidos aventureros, hay alguno de ellos al que se le conoce como cobarde, en este caso era Efraín, a él siempre se le dificultaba montar el caballo y casi como norma general perdía en las competencias, cuando ganaba era por alguna circunstancia que hubiera dejado a la mayoría de los otros fuera de competencia. Ahora bien, esa noche, ellos cuentan que la luna no botaba ni gota de luz y la oscuridad era infinita, los caballos habían estado relinchando y casi que parecía que no querían participar, les costó trabajo montarlos, el primero y quizás el más hábil en todo, fue mi tío Víctor, el demostró que aunque difícil se podían montar los caballos y les dijo que si se concentraban en lo que estaban mirando podían ver con facilidad el camino, ya para cuando estaban todos en formación listos para dar inicio a la carrera, Efraín dentro de su cobardía y buen juicio insistió en que dejaran la competencia para cuando hubiera suficiente luz, pero como era costumbre todos hicieron caso omiso de sus comentario, Miriam dio “bandera” blanca para el comienzo, aunque en realidad era un pañuelo robado de la maleta de mi abuelito Jaime, dicen que como no alcanzaban a ver nada, trataron de guiar al caballo de acuerdo a lo que recordaban del camino, además como no alcanzaban a ver quién iba a su lado se guiaban por los sonidos, hubo un momento de gran claridad visual que notaron que el que iba de primero era Efraín y pese a que los demás daban su mejor esfuerzo por alcanzarlo no sentían que estuvieran en lo más mínimo cerca, para frustración de la mayoría empezaron a detener sus caballos aunque escuchaban a lo lejos que el de Efraín no estaba ni cerca de detenerse, todos le gritaron que tranquilo que ya por decisión unánime había ganado, cuenta el mismo Efraín que estaba tan acostumbrado al fracaso en estas competencias que jamás se esforzaba en lo más mínimo por ganar, pero que en esta ocasión por alguna extraña y misteriosa razón el caballo tomo la decisión de galopar como loco y no importaba si el intentaba guiarlo o no, como era de esperarse Efraín estaba supremamente asustado, con los ojos cerrados y para completar el escuchaba a su lado algo que los perseguía, al principio creyó que era Miriam pero recordó que ella había quedado de ser árbitro, entonces empezó a sentir que cada vez aunque el caballo corría más a prisa, este ente estaba más cerca, fue entonces cuando el ente se le atravesó y el caballo freno en seco; Efraín abrió los ojos y vio a un señor vestido elegante y con sombrero, todo de negro, flotando enfrente de él y mirándolo, con los ojos rojos brillantes, intentando cogerlo, fue entonces cuando Efraín grito muy fuerte y en cuestión de segundos sus hermanos y amigos estaban al lado, pero este ente extraño ya había desaparecido. Para sorpresa de todos Efraín se había salvado de caer por un abismo por contados centímetros, muy en el borde había frenado el caballo.          

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