CULTURA, SOCIEDAD Y ESPECTÁCULO

CULTURA, SOCIEDAD Y ESPECTÁCULO

En el capítulo de la civilización del espectáculo, del libro que lleva su mismo nombre, Vargas Llosa expresa que la  brújula se ha quedado sin norte, que se están perdiendo los horizontes y que la inmediatez de lo cotidiano hace perder la visión de lo importante.  El concepto de cultura^[1], que según él, era claro e identificable, ha sufrido un cambio paradigmático a lo largo de las últimas décadas, ensanchándose para abarcar y representar tantas cosas que realmente ha pasado ser solo entretenimiento, perdiendo su calidad, su  excelencia y la capacidad crítica, que cuestionaba lo establecido, para problematizar y poner evidencia asuntos que de otro modo eran imperceptibles para la mayoría.

Plantea que la cultura ahora es pura diversión y entretenimiento, que existe una tendencia a la frivolización y la banalización. Los intereses creados trabajan en función de ciertos objetivos, que no tienen nada que ver con el arte y la cultura, y han dado lugar a un arte light cuya finalidad es entretener. No hay profundidad.

El autor expresa, como el concepto de cultura ha ido transformándose; describe el cambio de lo que hoy llámanos cultura y su incidencia en todas las esferas; político, social, educativo, sexual, religioso. El capítulo invita a reflexionar sobre la importancia esencial que ha tomado el entretenimiento y la diversión en nuestro tiempo que se ha convertido en la vida cultural. Está ocurriendo con el beneplácito de una sociedad consumista, basada en la prevalencia de la imagen y del placer efímero, el divertirse y escaparse del aburrimiento es la pasión universal.

La función de la cultura no es exclusiva de divertir, no es una forma ligera de pasar el rato, la cultura es una serie de elementos que transforman y permiten una percepción del mundo, la cultura pierde entonces su función como forma de expresión y como creación y posición crítica, que reestructura los cimientos y que permite la reflexión y el análisis, convirtiéndose en una esfera de recreación y entretenimiento.

Las artes plásticas han generado una confusión porque la estética y la belleza son modificadas constantemente, hay que expresar una ruptura donde lo visual es lo importante y no el trasfondo artístico y creativo. No hay manera de establecer que es genuino, se vive en una dictadura del paparazismo.

Vargas Llosa, habla de la permisibilidad sexual, pasando a ser un hábito, un instinto animal, algo común y normal, afirma que ha ido perdiendo el encanto que envolvía el erotismo y que permitía la exaltación del sentido y de los sentimientos que influían en el arte e invitaba a la creación. Este momento erótico  tenía dosis de misterio, pero esa pérdida de lo encantador  lleva a un instinto animal, es perder la pasión.

Habla del fenómeno que genera el futbol, que arrastra hacia el fanatismo, que vuelve lo irracional y frívolo en protagonista, desencadenando pasiones que nada tiene con el deporte o con el sano esparcimiento.

Igualmente critica el escenario de la política, que en  un lugar de ser un espacio de debate de ideas, o un cotejo de propuestas, programas e ideas; se ha convertido en un espectáculo. Afirma que no son los pensadores lo que determinan el éxito de una campaña sino los creativos y manejadores de imagen los que establecen los rating y los que permiten atrapar masas. El espectáculo prevalece a las ideas. Textualmente en el libro Vargas Llosa expresa “los cantantes y los actores han reemplazado a los intelectuales como directores de conciencia política de los sectores medios y populares y ellos encabezan los manifiestos, los leen en las tribunas y salen a la televisión a predicar lo que es bueno y es malo en el campo económico, político y social. En la civilización del espectáculo, el cómico es el rey” (Vargas Llosa, 2012).

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