Carta De Jamaica
Enviado por analmendez83 • 15 de Febrero de 2014 • 17.801 Palabras (72 Páginas) • 253 Visitas
Carta de Jamaica
Contestación de un Americano Meridional
a un caballero de esta isla 1
Kingston, 6 de septiembre de 1815
Me apresuro a contestar la carta del 29 del mes pasado que Vd. me hizo el honor de
dirigirme, y que yo recibí con la mayor satisfacción.
Sensible, como debo, al interés que Vd. ha querido tomar por la suerte de mi patria,
afligiéndome con ella por los tormentos que padece, desde su descubrimiento hasta
estos últimos periodos por parte de sus destructores los españoles, no siento menos el
comprometimiento en que me ponen las solícitas demandas que Vd. me hace sobre los
objetos más importantes de la política americana. Así, me encuentro en un conflicto,
entre el deseo de corresponder a la confianza con que Vd. me favorece y el
impedimento de satisfacerla, tanto por la falta de documentos y libros cuanto por los
limitados conocimientos que poseo de un país tan inmenso, variado y desconocido
como el Nuevo Mundo.
En mi opinión es imposible responder a las preguntas con que Vd. me ha honrado. El
mismo barón de Humboldt 2
, con su universalidad de conocimientos teóricos y
prácticos, apenas lo haría con exactitud, porque aunque una parte de la estadística y
revolución de América es conocida, me atrevo a asegurar que la mayor está cubierta de
tinieblas y, por consecuencia, sólo se pueden ofrecer conjeturas más o menos
aproximadas, sobre todo en lo relativo a la suerte futura y a los verdaderos proyectos
de los americanos; pues cuantas combinaciones suministra la historia de las naciones,
de otras tantas es susceptible la nuestra por su posición física, por las vicisitudes de la
guerra y por los cálculos de la política.
Como me conceptúo obligado a prestar atención a la apreciable carta de Vd., no menos
que a sus filantrópicas miras, me animo a dirigirle estas líneas, en las cuales
ciertamente no hallará Vd. las ideas luminosas que desea, mas sí las ingenuas
expresiones de mis pensamientos.
"Tres siglos ha —dice Vd.— que empezaron las barbaridades que los españoles
cometieron en el grande hemisferio de Colón". Barbaridades que la presente edad ha
rechazado como fabulosas, porque parecen superiores a la perversidad humana; y
jamás serían creídas por los críticos modernos, si constantes y repetidos documentos
no testificasen estas infaustas verdades. El filantrópico obispo de Chiapas, el apóstol
de la América, Las Casas, ha dejado a la posteridad una breve relación de ellas,
extractadas de las sumarias que siguieron en Sevilla a los conquistadores, con el
1
El Libertador dirige esta carta al súbdito británico Henry Cullen, residenciado en Falmouth, cerca de Montego
Bay, en la costa norte de Jamaica.
2
Alejandro de Humboldt (1769-1859) estudió la población y los recursos naturales de Venezuela entre 1799 y
1800. Su descripción de nuestro país está incluida en la obra Viaje a las regiones equinocciales del nuevo
continente.testimonio de cuantas personas respetables había entonces en el Nuevo Mundo, y con
los procesos mismos que los tiranos se hicieron entre sí, como consta por los más
sublimes historiadores de aquel tiempo. Todos los imparciales han hecho justicia al
celo, verdad y virtudes de aquel amigo de la humanidad, que con tanto fervor y
firmeza denunció ante su gobierno y contemporáneos los actos más horrorosos de un
frenesí sanguinario.
¡Con cuanta emoción de gratitud leo el pasaje de la carta de Vd. en que me dice que
espera que “los sucesos que siguieron entonces a las armas españolas acompañen
ahora a las de sus contrarios, los muy oprimidos americanos meridionales"! Yo tomo
esta esperanza por una predicción, si la justicia decide las contiendas de los hombres.
El suceso coronará nuestros esfuerzos porque el destino de la América se ha fijado
irrevocablemente; el lazo que la unía a la España está cortado; la opinión era toda su
fuerza; por ella se estrechaban mutuamente las partes de aquella inmensa monarquía;
lo que antes las enlazaba, ya las divide; más grande es el odio que nos ha inspirado la
Península, que el mar que nos separa de ella; menos difícil es unir los dos continentes
que reconciliar los espíritus de ambos países. El hábito a la obediencia; un comercio de
intereses, de luces, de religión; una reciproca benevolencia; una tierna solicitud por la
cuna y la gloria de nuestros padres; en fin, todo lo que formaba nuestra esperanza nos
venía de España. De aquí nacía un principio de adhesión que parecía eterno, no
obstante que la conducta de nuestros dominadores relajaba esta simpatía, o, por mejor
decir, este apego forzado por el imperio de la dominación. Al presente sucede lo
contrario: la muerte, el deshonor, cuanto es nocivo, nos amenaza y tememos; todo lo
sufrimos de esa desnaturalizada madrastra. El velo se ha rasgado, ya hemos visto la luz
y se nos quiere volver a las tinieblas, se han roto las cadenas; ya hemos sido libres y
nuestros enemigos pretenden de nuevo esclavizarnos. Por lo tanto, la América combate
con despecho, y rara vez la desesperación no ha arrastrado tras sí la victoria.
Porque los sucesos hayan sido parciales y alternados, no debemos desconfiar de la
fortuna. En unas partes triunfan los independientes mientras que los tiranos en lugares
diferentes obtienen sus ventajas, y ¿cuál es el resultado final?, ¿no está el Nuevo
Mundo entero, conmovido y armado para su defensa? Echemos una ojeada y
observaremos una lucha simultánea en la inmensa extensión de este hemisferio.
El belicoso estado de las provincias del Río de la Plata ha purgado su territorio y
conducido sus armas vencedoras al Alto Perú 3
, conmoviendo a Arequipa e
inquietando a los realistas de Lima. Cerca de un millón de habitantes disfruta allí de su
libertad.
El reino de Chile, poblado de 800.000 almas, está lidiando contra sus enemigos que
pretenden dominarlo; pero en vano, porque los que antes pusieron un término a sus
conquistas, los indómitos y libres araucanos, son sus vecinos y compatriotas; y su
ejemplo sublime es suficiente para probarles que el pueblo que ama su independencia
por fin la logra.
El virreinato del Perú, cuya población asciende a millón y medio de habitantes,
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