Caso 1: Ernesto Kruger y Caso 2: Banchis
Enviado por Carlex30 • 19 de Enero de 2017 • Ensayo • 8.411 Palabras (34 Páginas) • 331 Visitas
Ernesto Kruger, joven Ingeniero en Electrónica y Control, casado y con su primer hijo en camino, trabajaba en la empresa de tecnología Maint en Quito y se preguntaba si sus ingresos en su actual empleo serían suficientes para enfrentar la nueva responsabilidad familiar o, si era hora de emprender su propia empresa con los ahorros reunidos en años anteriores.
HISTORIA PERSONAL
Ernesto Kruger tuvo desde su infancia dificultades económicas propias de un hogar constituido solo por la madre, sin embargo siempre mantuvo una visión optimista de la vida que le permitió ser el mejor estudiante en sus años escolares.
Al graduarse en 1986, ingresó a la Escuela Politécnica Nacional gracias a una beca obtenida por su buen desempeño estudiantil. Siguió la carrera de “Electrónica y Control” y llegó a ser auxiliar de laboratorio, lo que significaba no solo un alivio para un estudiante de recursos modestos, sino también un reconocimiento por sus buenas notas.
Alternaba sus estudios con el dictado de clases particulares que le ayudaban a cubrir sus gastos universitarios y a mantener a su madre. Para él, la difícil situación económica que le tocó vivir no era un obstáculo, sino una oportunidad para desarrollar todas sus capacidades.
LA PRIMERA OPORTUNIDAD DE NEGOCIO
Ernesto aprovechaba sus vacaciones estudiantiles pasando en casas de sus compañeros de provincia. En octubre de 1991, se encontraba en la población costera de San Vicente en Manabí, conversando con la familia de uno de sus amigos.
Le llamaron la atención unos costales con pescados y mariscos que los habitantes de la casa iban a mandar por tierra hacia la capital. De inmediato pensó que la compra de mariscos, su transporte inmediato y la entrega directa a sus consumidores en un barrio del sector norte de Quito, era una excelente oportunidad de ganar algún dinero con muy poco capital.
Para proveerse directamente de los pescadores de San Vicente, contrató a un joven del lugar, que como su lugarteniente le ayudó a reconocer la calidad de los productos y a preparar los envíos.
Ernesto debía faltar a clase todos los viernes para traer los mariscos en transporte terrestre, luego realizar la entrega temprano en la mañana del sábado proveyendo a los consumidores de un producto fresco y a un precio cómodo.
La constancia de Ernesto logró que el reducido capital inicial, que no llegó a los doscientos mil sucres, se multiplicara. La reinversión de la ganancia y el convertir a su ayudante en su socio, le permitieron incrementar los rendimientos. A un año de terminar su carrera, en el 92, Ernesto consideró que era hora de dejar los viajes por el país y poner en práctica lo que había aprendido durante su formación universitaria, y entregó su negocio de mariscos a su joven socio. Ernesto había acumulado casi 3’500.000 sucres que quería usar para sus futuros proyectos comerciales encaminados a enfocarse en sus sueños.
Por esta misma época, Ernesto conoce a Miguel Rivera, un experto en informática que trabajaba en FIRMESA, y quien le da la idea de formar algún día su propia empresa como Kruger y Asociados.
EXPERIENCIA PROFESIONAL
Ernesto se graduó de Ingeniero a inicios de 1993, y empezó a golpear puertas de empresas quiteñas en busca de contratos de mantenimiento y reparación electrónicas. Con satisfacción facturó su primer trabajo, y se dio cuenta entonces de que no contaba con la suficiente experiencia en el campo de la computación en el que incursionaba; así que decidió mejorar y practicar sus habilidades profesionales trabajando como empleado en una empresa de la misma línea.
En estas circunstancias acudió al llamado de profesionales para trabajar en la sucursal principal de una empresa recién formada en Quito, denominada Maint, y cuya matriz estaba en la ciudad de Guayaquil. Fue contratado enseguida.
Allí, adquirió durante un poco más de un año de trabajo y con mucha dedicación la experiencia necesaria tanto en la línea de mantenimiento del hardware de computadoras personales, como en la instalación de distinto tipo de software.
Los servicios técnicos de Maint en aquel tiempo comprendían:
- Soporte y mantenimiento de sistemas,
- Mainframe 4s400,
- Redes departamentales,
- Base de datos y,
- Mensajería electrónica.
Además, como otra actividad de la empresa, estaba la venta de equipos personales de computación (PC), y a pesar de ser una empresa con un reducido número de personal técnico, entre sus principales clientes se encontraban varias de las empresas medianas y grandes del país como:
- Banco del Pacífico,
- Filanbanco,
- Banco de Guayaquil,
- Banco Pichincha,
- Jabonería Guayaquil y
- Colgate.
Ernesto consideraba su trabajo en Maint como una escuela dura pero efectiva para adquirir experiencia, y dedicó el tiempo necesario para instruirse pacientemente en aspectos tecnológicos que no había conocido en sus estudios politécnicos.
Además de su trabajo dentro de Maint, Ernesto realizaba por su propia cuenta y en su tiempo libre, diversos trabajos profesionales, generalmente de montos reducidos, pensando siempre en incrementar sus ahorros.
Rápidamente llegó a conocer el mercado; sabía que en esa época eran pocos los expertos que en la ciudad dominaban los paquetes de software empresariales, y que la mayoría de aquellos trabajaban en las sucursales locales de empresas transnacionales, otros en empresas medianas nacionales y los restantes en las grandes organizaciones estatales.
Ernesto conocía a la mayoría de los expertos técnicos en computación, y creía saber que muchas empresas medianas y grandes de la capital necesitaban técnicos experimentados debido al inminente paso hacia la automatización de sus diferentes operaciones, el continuo mantenimiento de sus sistemas informáticos al nivel de sistemas operativos, de mensajería y de sus sistemas administrativos.
Estaba seguro de que además de sus conocimientos en electrónica, estaba un mundo complementario y fascinante en la actividad técnica de la programación, cuyos lenguajes aprendió rápidamente motivado por que amaba lo que hacía. Después de todo, su norma profesional había sido siempre la de entregar lo mejor de su conocimiento y experiencia, y cumplir a tiempo con las demandas de los clientes.
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