Celebración del día de muertos ENSAYO: “El sentido actual de la celebración de la muerte”.
Enviado por DulceVida • 26 de Noviembre de 2015 • Ensayo • 2.531 Palabras (11 Páginas) • 205 Visitas
ENSAYO: “El sentido actual de la celebración de la muerte”.
INTRODUCCIÓN
Han sido muchas las culturas que han rendido culto a la muerte. Cabe recordar a los griegos o las culturas prehispánicas de Mesoamérica. Desde siempre el ser humano tiene consciencia del paso transitorio de la vida y que conduce a otro estado desconocido al que llama la muerte. Dante Alighieri en la Edad Media durante doce años se dedicó a su obra magistral ‘La Divina Comedia”, en la cual se ocupó de describir ese paso hacia el más allá, detallando lo que ocurrirá con el ser humano de acuerdo a sus hechos en un viaje por el infierno, el purgatorio y el paraíso.
Ese tipo de literatura ha marcado al ser humano, ya que lo ha motivado a preocuparse por su transitoriedad en este estado terrenal como preparación a otro estado; lo cual constituye una base para la mayoría de las religiones tanto orientales como occidentales.
Sin embargo, para los antiguos habitantes de Mesoamérica el pensamiento era distinto: no tan radical como se le concibe ahora, ya que la vida tenía una continuidad en la muerte y juntas eran parte de un ciclo que se repetía al infinito. Es decir, si por alguna razón tenían que sacrificar su cuerpo para ofrendarlo a los dioses no era un sacrificio como tal, sino una especie de pago para alimentar al universo sin pensar que eran propietarios de sí mismos; al formar parte de él, ya todo estaba trazado, tanto el destino como el tiempo y así tenía que ser.
Los conceptos sobre libertad y elección sólo los dioses prehispánicos los podían ejercer, y los hombres tenían que sujetarse a ellos sin resistencia alguna. Casi se podría decir que veían la muerte como un privilegio o regalo. Con la llegada de los españoles esta ideología se modifica radicalmente, ya que la muerte toma el lugar de parteaguas en donde habrá que rendir cuentas en el cambio de un estado a otro; se percibe con tristeza su llegada. Ello da como resultado la fundamentación del miedo, la prohibición y el respeto impuesto. Tal vez por esa razón deben apartarse fechas específicas para tener presentes ciertos límites que al estado y la religión oficial convienen.
El “Halloween” (31 de octubre) es una festividad de origen celta y se celebra en Estados Unidos y otros países desde la década de los 50 del siglo pasado. Los líderes católicos se preocuparon por desviar la atención de ese tipo de festividades y cambiaron la celebración del día de todos los santos del 13 de mayo al de 1 de noviembre desde el siglo I, aunado a ello el 2 de noviembre es el día de muertos. Las fechas propician y refuerzan ese sincretismo típico de dos culturas que conviven, que se abrazan y rechazan a la vez. Es interesante ver con el paso de los años lo que ocurre en las zonas fronterizas primero y luego va permeando hacia el resto de los países.
En casi todas las comunidades mexicanas se invita a poner ofrendas, las cuales consisten en rodear la foto de un fallecido con la comida favorita que él prefería: flores, incienso, objetos queridos, a semejanza de un altar para honrar su memoria. Las escuelas e instituciones fomentan la realización de concursos para exponer las ofrendas más llamativas, cargadas de objetos que las hagan distintas a los demás. En ello luce el color, las formas, los tamaños y por supuesto los platillos. Muchas comunidades mexicanas sobresalen en estos festejos: el lago de Janitzio en Michoacán, la población de Mixquic en el área rural del Distrito Federal, etc.
En años pasados se fomentaba la creación de composiciones escritas llamadas “Calaveritas”, las cuales consisten en rimas alternas de once sílabas, mejor conocidas como versos endecasílabos para concursar y ganar premios en las escuelas, revistas o medios impresos. Esa tradición se fomenta cada vez menos para dar paso a otras, los concursos de disfraces en muchas categorías, los bailes que indican la convivencia entre culturas de México y Estados Unidos, lo que va creando un sincretismo, fenómeno común de dos creencias compartidas.
En las panaderías se vende un pan distinto que marca la época, en Puebla les dicen “hojaldras”, en el Distrito Federal y alrededores le llaman “pan de muerto”. Se prepararan dulces en forma de cráneos que pueden estar hechos con azúcar, amaranto, chocolate y diversos ingredientes para que se puedan degustar. Es una forma de comerse a la muerte para desafiarla, burlarse de ella o simplemente ingerirla para tenerla presente y saber que algún día va a llegar. Es una visión ambivalente, se le teme pero se le come.
Otro indicador de este culto a la celebración de la muerte es el exceso, la carga en los adornos, el colorido chillante, los tamaños, colores que distinguen a la celebración de otras épocas. Al mexicano le gusta celebrar de manera estridente, chillante, ruidosa; a diferencia de países de primer mundo que son austeros en estas cuestiones, en este país se ofrece el despilfarro en cada ritual, como si la celebración actual o la fiesta presente fuera la última o debiera ser mejor que la del año anterior.
En ese sentido, el ritual se repite una y otra vez, adquiriendo una importancia de competitividad para de alguna manera, detener el tiempo y hacer que la rutina se aleje. Entonces surgen las compras, los preparativos, las telas nuevas, el tiempo en la cocina, las ideas abstractas para reflejarse en las ofrendas, la memoria de los fallecidos cercanos o ajenos y la invitación se extiende a ellos para que se hagan presentes en estas celebraciones. Así año tras año se van alimentando las costumbres y a la vez, van adquiriendo nuevas formas. “La Catrina”, estampa de la muerte de José Guadalupe Posadas tomó lugar privilegiado porque fue el disfraz favorito de las féminas en este 2014 a nivel nacional e internacional. En especial por el maquillaje elaborado. Ello recuerda al estilo barroco y churrigueresco, propios de esta cultura.
Asimismo, este tipo de rituales que aparentan un orden provocan un desorden alterno. Sólo basta observar a la gente amotinándose para observar las ofrendas, para asistir a los concursos de disfraces; la impuntualidad se hace presente, el desvelo, la ausencia de normas y regulación de los jueces que organizan estos eventos. Lo que aparenta unión en la celebración se llega a convertir en sospecha, competencia, falsa convivencia, división, resaca. ¿Qué sucede el día 3 de noviembre? Basura por todos lados, ausentismo laboral y escolar. Los cementerios cargados de montones de comida, objetos, flores que generan desperdicios.
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