Chac Mool

El Chac Mool

Durante Semana Santa Filiberto murió ahogado en Acapulco mientras pasaba un tiempo en la vieja pensión alemana que frecuentábamos los de la Secretaria. El difunto se había ganado una reputación deplorable y fue despedido unos pocos meses antes de morir pero no pudo evitar la tentación de asistir. Así pues yo tuve que acompañar al pálido Filiberto de regreso a casa mientras los demás disfrutaban de un merecido descanso junto al mar.

Entre sus pertenencias encontré una pequeña libreta. Al principio me sentía renuente ante la idea de husmear sin embargo la curiosidad o tal vez el aburrimiento me hizo abrir la libreta y revisar aquellas notas que relataban una historia muy curiosa. Filiberto gustaba de coleccionar ídolos prehispánicos y, por sugerencia de un amigo, adquirió una estatua del Chac Mool. Hasta ese punto todo parecía normal, incluso común, fue entonces cuando todo se torno inverosimil.

Ruidos extraños, Lluvias anormales e inundaciones en el sótano donde residía el Chac Mool fueron eventos recurrentes descritos ahí. Algunas notas más tarde Filiberto escribió que la estatua había cobrado vida y convivía con él. Filiberto había perdido la razón, usaba de escusa al Chac Mool por los errores que había cometido en el trabajo y decía que se iba a la pensión en Acapulco para alejarse de los maltratos t atrocidades que cometía el ídolo Maya.

Termine de leer, regrese la libreta a su lugar y me prepare para llevar el féretro a la antigua casona de Filiberto. Toque la puerta y la abrieron.

Mi sorpresa fue grande al encontrar la casa de Filiberto habitada por nada menos que un indio de piel amarillenta y flácida usando una bata. Según tenía entendido, Filiberto vivía solo. Le informe del desafortunado incidente a lo cual él respondió con un apático “Lo ser, deja el cuerpo en el sótano.”

¿Quién era ese anciano indio de rasgos duros y aroma a humedad? Susurre la respuesta para mis adentros.

- Chac Mool.

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