Ciclismo
Enviado por monsalvo • 3 de Mayo de 2013 • Informe • 486 Palabras (2 Páginas) • 531 Visitas
En miras de la reciente edición 48 de la vuelta ciclística a costa rica, hice lo habitual y me pregunté: ¿cuál de estos ciclistas estará dopado?, embargado de culpa por proponerme tan a la ligera esa interrogante prejuiciosa, le seguí con otras que comúnmente me hago en miras de validarme: ¿Estaré siendo injusto?, tal vez. ¿Existirá la posibilidad de que ninguno este dopado?, definitivamente. Pero en el panorama deportivo actual, ¿es esta una pregunta valida?...indudablemente.
Ahora recapitulemos. No hace unos meses que la oficina antidopaje de los Estados Unidos (usada) hizo caer al más grande de los pedalistas, Lance Armstrong. Quien no gano el tour de Francia una sencilla vez, ¡eso es para los mortales!, no, al dios de la gloria ciclística solo se le fue saciado con siete camisetas amarillas. El siete de la suerte (crueldad implícita). Y con él cayó la más grande operación de doping que el deporte jamás vio (por ahora). Se dice que las pruebas, testimonios y análisis científicos lograron acumular la abrumadora cantidad de mil folios. Pero esa historia ya está rebuscada a la infinitésima vez, ahora lo que importa son las implicaciones que esto pueda tener, y no por mí, carezco de importancia, sino por el deporte y el deportista.
Imagínese ser ciclista, y si ya lo es, imagínese en carretera. Pedaleando no solo por recorrer los kilómetros asignados para el día, sino también haciéndolo en el tiempo indicado, y mientras hace esto, sus amigos probablemente están durmiendo, tal vez hasta sueñen en ser ciclistas famosos. Pero usted no sueña, usted hace. Logra despojarse de toda pereza y escusa para montarse en la invención de Karl Von Drais, y sí, pasar por un entrenamiento extenuante (por no decir mierda). Pero usted tiene una meta, quiere ser el más rápido, el más fuerte y el más voraz. Entonces, después de su arduo entrenamiento, llega el día de la competencia. Y usted solo piensa en una cosa, ¡Ya sabemos en qué piensa!, no podría pensar en otra cosa. Finalmente cruza la meta y para su sorpresa queda de tercero. Lo que usted no sabe es que los otros dos tuvieron el ligero apoyo de un amigo llamado Cortisona.
Usted alegará que el autor de este texto no es ciclista. Que no me afecta el juego del gato y el ratón que hacen las agencias antidoping y los usuarios de sustancias ilícitas. Y tal vez está en lo cierto. Pero tendrá que contemplar que conozco esos ciclistas que recorren las carreteras en búsqueda de la gloria deportiva, inclusive entre estos hay un amigo, el cual sufrió un accidente mientras competía en juegos nacionales. Me indignación es por ese amigo, que se levanto sangrante en busca de su bicicleta. Él, que termino su trayecto en el hospital. Él, que estuvo en el vórtice de la muerte. Él, que ahora después de nueve días en cama solo piensa en seguir su campaña contra el tiempo y kilómetros.
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