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Conectando Historias: La Ruana


Enviado por   •  11 de Octubre de 2019  •  Apuntes  •  3.656 Palabras (15 Páginas)  •  114 Visitas

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Conectando Historias: La Ruana

María Fernanda Hernández Bernal

Ingrid Yorleny González Fontecha

Leidy Tatiana Posada Rodríguez

Laura Estefania Saavedra Cerquera

Gabriela Vargas Ramírez

Antropología

NRC:14424

Trabajo Social

Corporación Universitaria Minuto de Dios

2019

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Índice

Introducción

  1. Etnografía
  2. Diarios de campo
  3. Etnología
  4. Origen
  5. Trayectoria
  6. Técnicas
  7. Tejido
  8. Teñido
  9. Comercio
  10. Tradición
  11. Simbología urbana
  12. Simbología campesina
  13. Simbología indígena
  14. Región
  15. Bibliografía
  16. Tabla de figuras
  17. Anexos

Introducción

Las artes y oficios tienen un valor cultural dentro de la familia en cuanto ayudan a moldear la identidad de sus miembros y sus tradiciones, a la vez que proveen sustento económico y al mismo tiempo valor social, ya que esta herencia cultural moldea así mismo a la comunidad. Tomando esto en cuenta, el objeto que se ha elegido para esta investigación es la ruana, ya que esta es una materialización de este proceso tradicional de construcción social y familiar de significados culturales, que se da paralelamente en diferentes regiones y atiende a distintas particularidades, siendo influenciado por e influenciando el desarrollo económico, político, social y cultural en los territorios.

Para este trabajo se toma como punto de partida un proceso etnográfico previo, basado en entrevistas, en el que se dio cuenta de la historia familiar de cada una de las integrantes del equipo de trabajo, partiendo de los orígenes culturales y geográficos, pero enfocándose principalmente en las ocupaciones que se han desarrollado al interior de estos grupos familiares. Es a través de este que se reconoce a la ruana como símbolo de los orígenes campesinos comunes y la relación con esta se convierte en foco de interés. Parte de este primer proceso se presenta en el numeral uno, siendo complementado por los resultados de una segunda serie de entrevistas a las mismas familias dirigida a entender desde sus perspectivas cómo se da esta relación simbólica y práctica con la ruana y el significado que esta ha adquirido en cada uno de estos entornos. El segundo numeral se ocupa de reconstruir de manera histórica y desde distintos ámbitos -como el cultural, el social, el técnico y el económico-, a partir de una extensa revisión documental, el desarrollo de la ruana como producto de uso práctico y como símbolo identitario.

  1. Proceso etnográfico

1.1. Reconstrucción de las historias familiares

En este apartado lo que se busca es hacer una presentación de cómo están conformadas las familias y una localización espacial que sirva de base para entender cómo se desarrolla la relación con la ruana desde estos diferentes contextos geográficos y culturales y sus diferencias. Se anexan mapas que indican los movimientos migratorios de las familias. (Anexo 1). Los diarios de campo se anexan con los numerales 2, 3, 4, 5 y 6, de manera correspondiente.

A.        Familia González Fontecha

Según lo investigado, mi familia materna tuvo su origen en Vélez, Santander. Se constituye cuando Francelina Fontecha y Pablo Fontecha decidieron vivir juntos en el año 1965, habitando una finca de herencia de Francelina. Tuvieron doce hijos, de los cuales sólo sobrevivieron nueve, tres mujeres y seis hombres. De estos hijos, solo uno permaneció en la vivienda familiar, mientras que los otros emigraron hacia Bogotá a principios de los años noventa, en busca de un estilo de vida diferente.

Mi madre, Aura María Fontecha, segunda hija del matrimonio se mudó por iniciativa propia a la ciudad en 1992, desempeñándose en diversos oficios, hasta que en 1995, por sugerencia de una de sus hermanas, decidió trasladarse al municipio de Chocontá, Cundinamarca en donde conoció a mi padre, Henry González, con quien conformó una familia, constituida por ellos , mis dos hermanas y yo. Nos mudamos a Chía en el 2014, por problemas con nuestros parientes cercanos.

Mi familia paterna, había vivido tradicionalmente en Chocontá. Mis abuelos, Alejandro González y Anastasia Fernández, se conocieron en 1970. Y su relación tuvo como fruto tres hijos, siendo Henry el menor.

B.         Familia Hernández Bernal

La familia Hernández, en la mayoría de su tiempo estuvo habitando en Chocontá, empleandose en el cuidado de tierras, animales y espacios de otras personas. Pero hace más o menos 10 años decidieron trasladarse a Cajicá.

Esta parte de mi familia siempre se han considerado bastantes católicos, en un tiempo atrás en la semana santa ellos no debían y no podían hacer nada los días santos y aquel fin de semana pues era reposo de tal fecha especial, se sigue manteniendo la celebración de los cumpleaños, aniversarios, y alguno que otro asado por algún difunto.

C.         Familia Posada Rodríguez

La familia paterna conformada por Rosa Elvira Ballén y Juan Posada, La primera originaria de San Cayetano, Cundinamarca y el segundo de Medellín Antioquía quienes, por razones desconocidas, se trasladaron al municipio de Tausa. Allí se conocieron y tuvieron 12 hijos, de los cuales uno falleció. Todos los hijos a excepción de Luis, abandonaron el municipio con destino a Zipaquirá y Bogotá, en busca de mejores oportunidades laborales.

Por otro lado, mi familia materna está conformada por Bernardo Rodríguez y Evangelina Palacio, natales del municipio de Tausa, Cundinamarca. Quienes tuvieron 13 hijos, de los cuales uno falleció. Su hija más joven, Evangelina, se casó con Luis Posada y ellos son mis padres.

Desde el principio se establecieron en la vereda Rasgata de Alto, municipio de Tausa, una zona rural donde se ve la agricultura y la minería. Entre los años 1998 y 2003 habitamos una casa familiar en la finca El Cerezo  y desde el año 2004 en una casa propia ubicada en la finca El pino, en la que habitamos 4 personas, mis padres, mis tres hermanos y yo.

D.        Familia Saavedra Cerquera.

La familia paterna, formada por Paulina Camacho e Hilario Saavedra, ha vivido en el municipio de Filipinas, Santander, desde 1975, en una finca llamada Los Cedros. Esta finca la compró la pareja al vender dos hectáreas de tierra que tenían en el municipio de Cachipai en el mismo departamento, al precio de 22000 pesos. Cuando llegaron a la finca en el año de 1975 solo encontraron monte, fueron ellos mismos los que empezaron a limpiar y construir, cómo era tradición allá. Lo primero que hicieron, como ellos mismos dicen, fue limpiar y empezar a sembrar pasto y su casa también la iban construyendo de a poco. El hogar estaba conformado además por 8 hijos, de  los cuales dos se mudaron fuera del departamento, buscando mejores oportunidades, uno de ellos es mi papá, Laurentino Saavedra, quien primero de mudó a Barbosa para estudiar, y luego se fugó hacia Bogotá.

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