Constitución

Efectivamente, conceptualmente todas las Constituciones tienen algo de orígenes históricos, como herencia e identidad de sus pueblos; de tipo sociológico como producto de condiciones económicas, políticas y sociales de determinada formación social; de tipo racional normativo, donde se establecen las funciones del Estado, sus órganos competentes de gobierno y sus relaciones entre ellos y finalmente, como concepto mínimo, la exigencia de división de poderes y la garantía de derechos.

Pero dichas constituciones realmente se transformaron con 2 eventos históricos, el primero, la Revolución Francesa y su Constitución (humanista-política) y el segundo la Independencia de los Estados Unidos de Norteamérica y su Constitución (netamente jurídica), aportando el primer evento, el respecto de los derechos humanos y el equilibrio de poderes, en tanto que el segundo evento, eleva a la Constitución a ley suprema, superior a todas las demás leyes, las cuales no podrán contravenir a la ley suprema, principio Kelseniano (no permite la validez de las normas inferiores contrarias a las superiores), el cuál alude a la jerarquía de las leyes.

Es así, que la siguiente cita encierra grandes implicaciones “la Constitución de un país no es el acto de su Gobierno, sino del pueblo que constituye su gobierno”, legitimando su mandato particular y social, ya que la misma antecede a los Gobiernos.

Cabe destacar, que los aspectos señalados anteriormente, se tuvieron que haber tomado en cuenta, para la elaboración de la Constitución de la Unión Europea, que esta en vísperas de ser aprobada por todos los Estados de la U.E., sin embargo, se debe de preguntar ¿que tanta soberanía han tenido que ceder dichos Estados con la aceptación de la Constitución europea?, también es muy valido preguntarse ¿qué tanto se beneficiaría el ciudadano europeo?, en cuanto el respeto a los derechos humanos y el equilibrio de poderes, retos de los Estados, sobre todo del Estado supranacional europeo.

Pero quedan muchas preguntas en el tintero, ya que la lectura de la realidad que vivimos es más compleja y sin sentido aparente, ya que la violación de los sagrados derechos humanos plasmados en las constituciones es cotidiana, en forma individual y social (selectiva); la división de poderes solo es documental, imponiéndose el poder ya no del soberano y la oligarquía, sino el poder del capital financiero y productivo trasnacional (las mega empresas).

A pesar de las crisis, el mercado sigue dominando (como si nada hubiera pasado) y las ganancias se continúan privatizando, en tanto que las perdidas se socializan, profundizando las desigualdades y las injusticias, económicas, políticas y sociales entre las clases, alejándose cada vez más de los presupuestos constitucionales.

En las condiciones actuales de crisis local, global y gobiernos autoritarios, es

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