Construcciones y desarrollos del enigma en “La Muerte y la Brújula” y “El perjurio de la nieve”
Enviado por Juliberali • 7 de Septiembre de 2015 • Trabajo • 1.584 Palabras (7 Páginas) • 368 Visitas
Tramas del policial: construcciones y desarrollos del enigma en “La Muerte y la Brújula” y “El perjurio de la nieve”
En los cuentos del género policial podemos distinguir dos historias paralelas: la propia historia del crimen por un lado y la historia de la investigación de ese crimen, por otro.
La buena literatura es para Borges aquella que procede de un orden artificioso originado en la mente, donde se deja de lado cualquier vínculo con la realidad extradiscursiva, creando una esfera autónoma desvinculada de lo político y/o lo jurídico. La moral se suspende en este tipo de relatos, el develamiento de un crimen no conlleva necesariamente un bien, ya que la ley no es equivalente aquí al bien y la justicia. El buen relato es, entonces, la historia de la investigación del enigma y no del crimen, y es ella la que se privilegia en estos cuentos.
La trama de este texto va construyéndose alrededor de los elementos escenciales del policial canónico: el asesino o victimario, el detective, y el enigma (la serie de crímenes misteriosos, en este caso).
En La Muerte y la Brújula el detective se configura particularmente como quien actúa movido solo por el interés del desciframiento de un enigma que le impone su contrario, el delincuente (Red Scharlach) y lo que tiene que jugarse es su inteligencia y perspicacia, pero no hay un interés por desenmascarar al asesino como hecho de justicia para reestablecer un orden de cosas que haya sido violentado.
De acuerdo a uno de los elementos configuradores del policial clásico, el crimen en sí no es lo relevante sino la historia del desciframiento, la dilucidación de un conjunto de hechos a través de la inteligencia iluminada del detective. Es él quien logra dar con ese detalle imperceptible para los demás, incluso para el mismo comisario, que logrará resolver el enigma. A Lonrot no le interesan los indicios reales que llevarían a la pista del asesino sino que busca algo que llegue a ser "interesante", aunque no esté vinculado a la realidad sensible, por eso se aventura en hipótesis más arriesgadas, aunque aparentemente desvinculadas de la realidad.
Opuesto a la figura de Lonrot se construye la del comisario Treviranus, a quien solo le interesa resolver el asesinato a partir de las pistas reales que encuentran en el lugar del hecho y deduce a partir de ellas: "No hay que buscarle tres pies al gato...", "-Posible, pero no interesante..." le contesta obviamente Lonrot.
A Treviranus le importa solo la captura del hombre que apuñaló a un desconocido; a Lonrot, inversamente, le es indiferente la investigación policial, y hace gala a cada paso de su erudición para dar con la resolución del enigma. Cuando Treviranus encuentra en la pieza alquilada de Gryphius un libro en latín "lo miró con indignación e hizo buscar a Lonrot". Así, el detective es el único que por su saber y su intuición ("el razonador Erik Lonrot") es capaz de resolver el enigma que se va conviertiendo a lo largo del relato en una cuestión personal entre investigador y delincuente, o entre perseguidor y perseguido. Las verdaderas circunstancias del crimen o las verdaderas identidades de los asesinados, el cumplimiento de la ley y la reivindicación de la justicia no son realmente relevantes (el primero de los crímenes llega a ser un hecho azaroso, un "sacrificio" en función del planteamiento del enigma: "El primer término de la serie me fue dado por el azar..." dirá Scharlach) como sí lo son el juego de inteligencia impuesto entre el investigador y su doble o su negativo, su némesis: Lonrot y Scharlach. Si todo policial comporta dos historias, no es la del crimen la que hace avanzar el relato sino la ligazón de hechos en torno al enigma que la figura central del detective, dueño de una inteligencia superior, va armando y reconstruyendo fundamentalmente a partir de su erudición y su saber, ambos elementos que le permitirán dilucidar el enigma : "Indiferente a la investigación policial, se dedicó a estudiarlos. Un libro en octavo mayor le reveló las enseñanzas de Israel Baam Shem Tobh (...), otro las virtudes y terrores del Tetragrámaton...", pero esos mismos elementos serán a la vez los que lo llevarán a avanzar por un laberinto donde cada paso lo acerca más a su doble, Red Scharlach.
Las circunstancias de los crímenes son meros materiales para tejer ese laberinto donde los roles se desdibujan y se intercambian, el perseguidor es el perseguido, el cazador es finalmete cazado: "Todo lo he premeditado, Erik Lonrot, para atrerlo a usted a las soledades de Triste Le roy".
La trama se construye, entonces, sometiéndose a las reglas configuradoras del género policial clásico, donde el personaje central es el detective, que lleva a cabo la resolución de un misterio siguiendo un proceso lógico deductivo impuesto por su contrafigura, el asesino, pero dejando de lado el delito en sí, moviéndose por amor al saber y la inteligencia, actuando de manera solitaria y al margen de la policía como institución.
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