Cuento Sobre Papiroflexia. Akira La Origamista
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CUENTO SOBRE LA PAPIROFLEXIA- AKIRA LA ORIGAMISTA
4 diciembre, 2011
AUTORA: Mª Jesús López Víllora
CORRECTORA: Agnès Martí
DEDICADO AL CASAL DE NIÑOS Y NIÑAS DEL RAVAL-BARCELONA. TALLER DE PAPIROFLEXIA (14-12-2011)
DICIEMBRE 2011
En un pueblecito de Japón nació una niña a la que sus padres le pusieron el nombre de Akira, que significa «alegría».
Desde muy pequeña Akira aprendió a «jugar» con el papel mediante la técnica de la papiroflexia, que en Japón se llama Origami. La niña construía infinidad de figuras, como casas, árboles, animales… Sus manos y dedos eran muy ágiles y nunca utilizaba tijeras ni pegamento.
La fama de Akira fue extendiéndose por las localidades vecinas, ya que toda la gente que visitaba el pueblo se llevaba una figura de papel de recuerdo.
La existencia de Akira, la origamista, llegó a oídos del emperador, que mandó traerla a palacio.
Akira estaba muy emocionada, pues era la primera vez que salía de su pueblo.
Al llegar a palacio, el emperador le pidió que le hiciera una demostración de su arte. Akira creó sus mejores figuras y dejó al soberano muy impresionado.
Desde el primer día la pequeña se convirtió en el centro de atención, ya que además de entretener a los invitados del emperador, le gustaba visitar al personal de la cocina y mostrarles cómo hacer cajitas para las especias o cómo doblar las servilletas para hacer una bonita presentación en la mesa.
Los encargados de preparar las cartas de invitación del emperador también aprendieron a hacer cartas-sobre y a plegar documentos de manera original.
Además, Akira visitaba cada día la escuela infantil y enseñaba matemáticas y geometría a las niñas y niños a la vez que formaban hermosas figuras de papel.
Un día Akira observó que en el palacio había una habitación que siempre estaba cerrada. Tenía tanta curiosidad por ver qué había en ella, que esperó escondida para ver si alguien entraba.
Descubrió que puntualmente a las horas de la comer alguien venía, abría la puerta, dejaba una bandeja, volvía a salir y cerraba de nuevo con 3 vueltas de llave.
Akira sigilosamente observó donde guardaban las llaves y esa misma noche, mientras todos dormían profundamente, cogió la llave y se dirigió hacia la habitación secreta. Abrió la puerta y vio a una niña de unos 12 años durmiendo. Akira la observó durante un rato y sin hacer ruido se marchó.
Al día siguiente Akira fue a visitar al emperador para decirle que ya no quería vivir más tiempo en aquel palacio, pues sabía que allí tenían secuestrada a una niña.
El emperador, entristecido, le explicó que no se trataba de ningún secuestro. La niña era su hija y se llamaba Haruko. Sufría una enfermedad mental que le provocaba ataques de agresividad, y por ese motivo
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