Cuentos Computadores
Enviado por ferchinandos • 23 de Mayo de 2012 • 2.516 Palabras (11 Páginas) • 463 Visitas
¡No Escriba la Dirección Equivocada de Correo Electrónico!
¡Una lección a ser aprendida al escribir la dirección equivocada de correo electrónico!
Autor Desconocido
(Original en Inglés, traducción)
Una pareja de Minneapolis decidió irse a la Florida a descongelarse durante un invierno particularmente helado. Planearon estarse en el mismo hotel en donde pasaron su luna de miel hacía 20 años.
Debido a los agitados itinerarios fue difícil coordinar sus itinerarios de viaje. Así que el esposo salió de Minesota y voló a la Florida el jueves con su esposa volando al día siguiente.
El esposo chequeó en el hotel. Había un computador en el cuarto, así que decidió enviar un correo electrónico a su esposa. Sin embargo, accidentalmente dejó por fuera una letra de su dirección de correo electrónico, y sin darse cuenta de su error, envió el correo electrónico.
Mientras tanto, en algún lugar de Houston, una viuda justamente había regresado a casa del funeral de su esposo. Él fue un ministro quien fue llamado a casa a la gloria en seguida de un ataque al corazón. La viuda decidió chequear su correo electrónico esperando mensajes de parientes y amigos. Después de leer el primer mensaje gritó y se desvaneció.
El hijo de la viuda entró de prisa al cuarto, encontró a su madre en el piso, y vio la pantalla del computador en la cual se leía:
A: Mi Querida Esposa
Referencia: He Llegado
Fecha: 16 de Octubre del 2.004
Sé que te sorprenderá que escuches de mí. Ellos tienen computadores aquí ahora y te permiten enviar correos electrónicos a seres queridos. Justo llegué y ya he sido chequeado. Veo que todo ha sido preparado para tu llegada mañana. ¡Espero con ganas verte entonces!
Espero que tu jornada sea tan sin contratiempos como fue la mía.
P.D. Por seguro que es insólito lo caliente que es aquí abajo.
Trabajo por Un Dólar
Autor Desconocido
Nota del Editor: En la tecnología electrónica y de computadores es común tener tableros de circuitos impresos que contienen potenciómetros o resistencias variables que tienen un tornillito que necesita ser ajustado para dar un valor de referencia para que trabaje correctamente el circuito. Se ajusta en la fábrica pero con el tiempo puede requerir reajuste. El truco es saber qué tornillo ajustar.
Algunas veces es un error juzgar el valor de una actividad simplemente por el tiempo que toma realizarla. Un buen ejemplo es el caso del ingeniero que fue llamado a arreglar una computadora muy grande, extremadamente compleja, una computadora que valía 12 millones de dólares.
Sentado frente a la pantalla, oprimió unas cuantas teclas, asintió con la cabeza, murmuró algo para sí mismo y apagó el aparato. Procedió a sacar un pequeño destornillador de su bolsillo y dio vuelta y media a un minúsculo tornillo. Entonces encendió de nuevo la computadora y comprobó que estaba trabajando perfectamente.
El presidente de la compañía se mostró encantado y se ofreció a pagar la cuenta en el acto.
— ¿Cuánto le debo? —preguntó.
—Son mil dólares, si me hace el favor.
— ¿Mil dólares? ¿Mil dólares por unos momentos de trabajo? ¿Mil dólares por apretar un simple tornillito? ¡Ya sé que mi computadora cuesta 12 millones de dólares, pero mil dólares es una cantidad disparatada! La pagaré sólo si me manda una factura perfectamente detallada que la justifique.
El ingeniero asintió con la cabeza y se fue. A la mañana siguiente el presidente recibió la factura, la leyó con cuidado, sacudió la cabeza y procedió a pagarla en el acto, sin chistar. La factura decía:
Servicios prestados:
Apretar un tornillo ------------------------ 1 dólar
Saber qué tornillo apretar ----------999 dólares
MORALEJA
Nunca hay que cuestionar una tarea por el tiempo que lleva realizarla, sino por el conocimiento de la persona que la
realiza.
Todo empezó esa noche, cuando al día siguiente necesitaba entregar un trabajo a primera hora. Estaba ya a punto de terminar, cuando de pronto algo ocurrió y los que más temía sucedió: la computadora no dio más, digamos que entrego su procesador en manos de san Pedro. "¿Por qué? ¿por qué?" fue lo único que acerté a decir en aquel momento. "¿Qué pasó? ¿por qué grita de esa manera?" Me pregunto mamá, desconociendo el motivo por el cual lloraba. Yo, desconsolado como un niño, le conté mi trágica historia y ella empezó a reír como niña pequeña. "¿Por esa pendejada llora? ¡No joda mijo!" Fue lo que me dijo y antes de volverme uno de esos tipos sádicos que le pegan a la mamá, preferí irme de allí.
No sé por qué, pero yo le había cogido cariño a esa computadora. Era mi amiga, confidente y, literalmente, mi "paño de lágrimas". Con ella, yo había pasado mi bachillerato y aunque era un poco anticuada, era mi computadora.
Hay muchos que lloran por la pérdida de un perro o la muerte de un loro, ¿por qué yo no podía llorar por la pérdida de mi computadora?
La increíble hazaña de un trojano
Un tanto bullicioso y explorador fui recorriendo el amplio escritorio, distinguía perfectamente los iconos de la papelera de reciclaje, mi computadora, el fondo de escritorio era el de una cantante en ropa interior, uno de los tantos favoritos del usuario, y en especial, admiraba con respeto el ícono del rey de las redes y amo del universo inalámbrico, nuestro señor el internet, de no ser por el mi contagio seria escaso y mi propagación casi nula, como todo virus informático curioso, fui adentrándome en los más recónditos centros de la computadora huésped, copiaba y copiaba archivos de todas las carpetas que me encontraba, - está también, creo que esta también – con un pequeño toque, mi infección realizaba réplicas del archivo original, esta era una de las funciones principales que me dio mi creador, conforme me adentraba en el sistema operativo, mi instinto de virus me indicaba que el cazador informático estaba al acecho, en ese preciso momento la tensión me invadió, -estará actualizado- pensé con nerviosismo, le llamaban Dr. Nortonio, era un cazador muy eficaz en las computadoras huésped, supe por internet que eliminaba a miles de nosotros al día, debía cuidarme pues su fuerza y su valor eran inigualables. Escarbé
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