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Cuentos En el horizonte se podía apreciar un atardecer esplendoroso


Enviado por   •  16 de Noviembre de 2017  •  Reseña  •  25.718 Palabras (103 Páginas)  •  174 Visitas

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La Cabaña

        En el horizonte se podía apreciar un atardecer esplendoroso, sobre la carretera. A solamente 20 minutos después de pasar la primer caseta, aquella que se encontraba a la entrada de la ciudad capital, el azul del cielo era hermoso, las nubes palidecían y el sol caía tras una verde montaña.

 Helena, al volante no dejaba de maravillarse del espectáculo, no era solo la vista que para ese entonces ya mostraba un color marrón rojizo, bastaba solo con bajar un poco el cristal del auto para percibir el aroma del bosque a su paso por la autopista.

Sentía como la brisa refrescaba su rostro como una gentil caricia y a lo lejos escuchaba algunas aves, se lograba escuchar a vacas mugir.

Definitivamente ya no estaba en la ajetreada ciudad que tanto la agobiaba y de la cual en particular esa semana deseaba escapar desesperadamente.

La razón, era el cumpleaños de Helena, su cumpleaños número 35 para ser exactos, la preciosa ejecutiva trabajaba para una firma trasnacional solo unas semanas atrás.

Se encontraba en una de esas etapas de la vida donde tenía que re plantear que haría de su vida, como ejecutiva era incuestionable su capacidad, pero por otra parte desde años atrás una inspiración se apoderaba de ella desde lo más profundo de su ser, obligándola a escribir.

Alguna vez en uno de los cursos institucionales a los que había asistido un compañero de trabajo le pregunto de manera directa –“¿Sí tuvieras mucho dinero y no necesitaras trabajar para vivir bien, harías lo mismo que haces hora?”- Helena no tardó mucho en responder, -“No”- de manera contundente –“No haría lo mismo, me dedicaría a escribir,….., si escribiría y periódicamente lo publicaría”-. A decir verdad esto desconcertó un poco al salón entero.

Helena era una de esas ejecutivas que pese a detentar ya la máxima posición jerárquica en su organización, por su juventud, tenía un horizonte de muchos años todavía en el empleo. Además una actividad tan discrepante hacia aun mas extraño lo que de ella se escuchaba.

Toda vía hacia más sentido el que Helena pretendiera independizarse y emprender su propio negocio, pero dedicarse a escribir, francamente sonaba mas como una broma que como una respuesta de la afamada ejecutiva.

Sin embargo era la respuesta mas honesta que Helena podía expresar. Las semanas pasaron y antes de un par de meses Helena estaba fuera de la gran empresa multinacional que dirigía.

En este trance se encontraba, justo cando su cumpleaños llego, decidió salir de la ciudad rumbo aun pueblo enclavado en un hermosos bosque con un gran lago, cristalino, a solo un par de horas de la capital donde ella vivía.

Había hecho arreglos para estar consigo misma y así pensar las cosas mejor. Quería saber que haría con su vida en lo futuro.

Tenía algunas opciones en puerta, el mismo día de su salida había recibido una llamada de otra empresa interesada en sus servicios, también tenía todo para poder emprender un negocio propio dedicado a los cosméticos naturales dentro de la industria de la belleza y a decir verdad contaba con unos manuscritos que desde hacía años paseaba con ella y de cuando en cuando los revisaba, corregía y amentaba. Tenía la firme convicción de terminarlos finalmente y publicarlos.

Ante este menú de opciones tenía que darse un tiempo para poder tomar una decisión.

        Después de un poco más de 2 horas en la carretera Helena vio un poblado cercano, cotejo el nombre de la población en el letrero sobre la carretera y confirmo que se trataba del lugar donde había reservado una hermosa cabaña de descanso, antes de llegar a ella, se detuvo al borde de la carretera frente a una tienda, ahí compro agua, conservas naturales y pan.

Un pequeño niño lugareño se acercó a ella ofreciéndole una mata de ocote, un tipo de madera que arde de inmediato y sirve para encender el fugo de las chimeneas de manera fácil y rápida.

Helena accedió a la oferta y pago 10 monedas al niño por el ocote sin entender bien que compraba, solo quería ayudar el pequeño.

Volvió a subir a su auto y esta vez no se detuvo hasta llegar a la administración de la cabaña que había rentado, ahí una amable recepcionista le dio la bienvenida, -“¿La señorita Helena?”- le pregunto, a lo que Helena respondió afirmativamente, la recepcionista le confirmo su reservación y le presento la forma de registro para su entrada.

Al momento de estar llenando la forma Helena giro su vista hacia un gran póster en la pared, izquierda, de la recepción, se percató de un gran promocional de una película de cine experimental, una de esas cintas que no al no tener promoción comercial son difíciles de poder ver exhibidas en las grandes salas.

Sin embargo algo jalo su atención era el apellido del director de la cinta, Milanove, Alejandro Milanove.

 Años atrás Helena había sido una cotizada modelo, trabajando en su juventud en el mundo de la moda fue que pudo pagar sus estudios de Administración de empresas.

Helena llego a destacar no solo por su indiscutible belleza, sino por la manera en que ejecutaba su trabajo, paseaba sobre la pasarela con un garbo y clase dignos de la admiración de toda persona que la veía.

Su expresión facial cambiaba de erotismo a inocencia con solo una mirada y se desplazaba de tal forma sobre la pasarela que no importaba que tan altos fueran los tacones que la calzaban, Helena parecía flotar en cada giro, en cada arranque al caminar e incluso al detenerse abruptamente para con un movimiento provocativo de hombros desatar la ira de los diseñadores.

Quienes enfurecían, al ver como la audiencia hombres y mujeres clavaban sus miradas en Helena pasando a un segundo término el diseño de la prenda a exhibir, razón real del desfile de modas.

En esos días Helena convivía mucho con dos amigas Devora y Regina, quienes junto con ella clasificaban en  los primeros 10 lugares dentro de las TOP models de Latino América.  

Helena había regresado en el tiempo, hasta esos días, jalada por el póster sobre la pared de la recepción de la administración donde se encontraba, recordaba a su amiga Regina, quien para entonces se encontraba en Europa como una cotizada modelo, 10 años atrás Regina, había sostenido un sórdido y lamentable romance con el Director de aquella cinta que ahora veía en el póster de la recepción donde se registraba.

Prácticamente el Director del film había utilizado a Regina para financiar su película, en la cual se había enredado sentimentalmente con la actriz que la protagonizaba.

Regina al momento de darse cuenta de esta horrible situación, de manera alterada, había solicitado a Helena la acompañara a la casa que en esos días compartía con el susodicho hombre, para sacar sus cosas de ahí y decirle unas cuantas verdades, en propia cara al Sr. Milanote.

Esa lamentable tarde  Helena acompaño a su amiga, pero se mantuvo en el auto esperando la, ella después de media hora, salió en lágrimas del edificio, con un estado acalorado entre ira, enojo y depresión.

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