Cóntente En Tu Capricho

Hoy empezaré con un capricho de un niño: con una cuerda ató un pajarillo de una pata al tronco de un árbol, encendió un cohete precisamente donde se encontraba este pajarillo y luego, se plantó a cierta distancia y presenció sonriendo malévolamente cómo reaccionaba este pobre animal en pleno espanto al explotar el cohete. Este tipo de acto abandonado al puro capricho del hombre perjudica en cierto grado a los animales tanto físicamente como psicológicamente, porque los animales piensan, sienten y padecen en igual intensidad y duración que nosotros los seres humanos.

Un argumento que se expone por parte de las personas que maltratan a los animales por su motivo comercial es que los animales no tienen sentimientos y tampoco sufren auqnue quizás tienen la capacidad de pensar, lo que les lleva en numerosas ocasiones a no sentir empatía cuando les perjudican. Pero todo animal que disponga de un sistema nervioso es susceptible de sentir dolor. Sentir dolor también es sufrir. Aunque ellos no pueden expresar sus sentimientos y sufrimientos usando nuestro idioma o lo hacen de forma diferente a la nuestra, eso no significa que no sientan y no sufran. ¿Acaso podemos decir que los mudos incapaces de hablar, que sólo pueden llevar su sufrimiento en silencio, no sufren al hacerles daño?

Un estudio científico que demuestra que los animales sufren físicamente y psíquicamente es el que se realiza con los animales de los circos. “Estos animales sufren un trauma conocido científicamente como Síndrome de indefensión aprendida, ya que se les enseña las rutinas de forma violenta. Las formas más frecuentes de enseñanza son a través de choques eléctricos”, dice Manuel Lanchero, director de campañas contra los circos de la Asociación Defensora de Animales, ADA, en Bogotá.

Pero como existe el obstáculo de comunicación entre los animales y los seres humanos, es díficil llegar a comprender lo que piensan y sienten los animales. “Una forma de hacerlo es comparar las estructuras fisiológicas y anatómicas del animal con las del mamífero superior”, explica Miguel Ibáñez Talegón, Profesor de Etología Animal en la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid. Además, añade que los estudios y trabajos realizados demuestran que el funcionamiento de los elementos estructurales del sistema nervioso central, referentes a la fisiología del animal y la genética, funcionan de forma parecida. “Es evidente que nuestro intelecto se encuentra muy por encima de las posibilidades de cualquier especie conocida, pero, a diferencia de lo que muchas personas creen, los animales también comparten con nosotros numerosos rasgos psicológicos”, dice un experto en psicología experimental de la Universidad de Granada, Matej Hochel.

Aunque los animales sólo tienen un cerebro del tamaño de una nuez, poseen conciencia, además de una inteligencia y una capacidad de sentir bastante sorprendentes. Los estudios de Glossophyga soricina revelan que los murciélagos recuerdan las ubicaciones de sitios donde la comida está agotada, memorizando hasta 40 sitios previamente visitados, lo cual les ayuda a decidir dónde buscar alimentación. Además, los animales domésticos, con el

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