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DERECHO HUMANO, GLOBALIZACIÓN E INTERCULTURALIDAD


Enviado por   •  12 de Abril de 2013  •  1.464 Palabras (6 Páginas)  •  291 Visitas

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DERECHO HUMANO, GLOBALIZACIÓN E INTERCULTURALIDAD.

Derechos humanos

Los derechos humanos son derechos inherentes a todos los seres humanos, sin distinción alguna de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o étnico, color, religión, lengua, o cualquier otra condición. Todos tenemos los mismos derechos humanos, sin discriminación alguna. Estos derechos son interrelacionados, interdependientes e indivisibles.

Los derechos humanos universales están contemplados y garantizados por la ley, a través de los tratados, el derecho internacional consuetudinario, los principios generales y otras fuentes del derecho internacional. El derecho internacional de los derechos humanos establece las obligaciones que tienen los gobiernos de tomar medidas en determinadas situaciones o abstenerse de actuar, esto con el fin de promover y proteger los derechos humanos y las libertades fundamentales de los individuos o grupos. Art 19, 29, 30, 31, 281, # 1, 9, 10 y 11.

Globalización

La globalización es una nueva fase del desarrollo del capitalismo y es la expresión actual de una tendencia permanente a favor de la concentración y la centralización del capital, como predijo Marx.

La globalización podría rendir beneficios espléndidos a la humanidad, si no fuera porque no está concebida para ello, sino para servir los intereses de las clases dominantes y aumentando la explotación de los trabajadores en cada país y la explotación de los países del Tercer Mundo por las potencias económicas mundiales.

Es por lo tanto más que pertinente relacionar la globalización con los Derechos Humanos.

La interculturalidad:

La interculturalidad tiene su génesis en Europa y Norteamérica ya que permita el diálogo entre las culturas en el ámbito especialmente lingüístico Se trataba de evitar la imposición de un idioma hegemónico sobre otros que no lo eran. Es una propuesta política orientada a resolver un problema.

Parte del presupuesto de que todas las culturas son incompletas; es decir, universos inacabados de significados que se recrean constantemente. Esta infinitud de las culturas hace imperativo un diálogo intercultural que recoja tres aspectos:

* La tolerancia discursiva

* La voluntad para incorporar conocimientos alternativos

* La preferencia por conocimientos suprimidos o marginalizados y por víctimas o pueblos oprimidos.

La interculturalidad responde a una heurística y a una hermenéutica filosófica que parte de la alteridad para la comprensión del mundo de pluralidades existenciarias con formas y contenidos racionales y discursivos que deben ser puestos en un eje de articulaciones lo suficientemente complexo, que no permita la ausencia, negación o neutralidad, voluntaria o consciente de ninguna de las culturas. Todas son correlativas en este sentido, es decir, en su forma y contenido de estar presentes frente al otro, porque las culturas no son realidades puras ni abstractas, desconectados de sus actores materiales. Su heterogeneidad es lo que nutre el dinamismo interno y externo de sus cambios.

No puede, ni debe, entenderse por interculturalidad confrontación de culturas, ni el abrirse de una cultura a otra con el interés, expreso o tácito, de subsumirla o asumirla a su contextualidad. Se trata de un reconocimiento interior de las culturas y sus propias "lógicas" discursivas; al derecho de construir sus contextos desde sí mismas con sus analogías y contradicciones; de no arriesgar su libertad de acción y de creación mítica, mágica, científica o técnica. Lo que la filosofía y el diálogo intercultural buscan es conjugar en el mundo una visión de la existencia cuya totalidad no sea opresora y el saber sea un saber contextual que parta de la experiencia de los sujetos. Es por esta razón que R. Fornet-Betancourt (2001, p.257), considera que "hay, por tanto, un saber práctico de la interculturalidad como experiencia que hacemos en nuestra vida cotidiana en tanto que contexto práctico donde ya estamos compartiendo vida e historia con el otro. Se trataría entonces de cultivar ese saber práctico de manera reflexiva, y con un plan para organizar nuestras culturas alternativamente desde él, para que la interculturalidad se convierta realmente en una cualidad activa en todas nuestras culturas."

El monoculturalismo y el individualismo de la globalización neoliberal, a pesar de todos sus esfuerzos mediáticos e ideológicos por crear una cosmovisión del mundo global homogéneo y unificado, no puede resolver el conflicto que está en el origen histórico de su formación social. Una sociedad que predica el ser igual al otro desconociendo el lugar de existencia del otro, nunca podrá ser realmente equitativa. La igualdad formal del liberalismo pretende construir una cultura de la justicia sin advertir que el contenido material de la norma entra en contradicción con

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