Deslocalización

Deslocalización y nuevos espacios industriales.

La reestructuración del sistema capitalista iniciado en la década  del 70 como consecuencia de la crisis del petróleo la cual tuvo su efecto en el aumento del precio del mismo, decidido por la OPEP provocó un fuerte impacto en Europa, Japón y EEUU por tener al petróleo como insumo básico para las industrias. El fordismo, como modelo vigente entró en crisis incapaz de asegurar ya el crecimiento de los excedentes y la propia expansión del sistema,  se encontró en la innovación tecnológica un medio eficaz para acelerar los procesos productivos, abaratar los costes, ampliar sus espacios de influencia, generar nuevas áreas de inversión rentable y eliminar algunas rigideces técnicas e institucionales en su funcionamiento.  

El progresivo crecimiento de la automatización del proceso de trabajo, las exigencias de la competencia y la crisis del fordismo ha dado lugar a nuevas formas organizativas como el posfordismo o Toyotismo (después de la 2° Guerra Mundial). Busca la maximización del beneficio, lo cual impulsa los cambios permanentes en la organización del proceso del trabajo. Se caracteriza por la automatización, especialización y deslocalización. Se produce una rotación de roles y flexibilidad. Se expande el sector servicios, es decir una mayor tercerización de la economía.  

La Real Academia Española (RAE) define deslocalizar como la acción de “trasladar una producción industrial de una región a otra o de un país a otro, normalmente buscando menores costes empresariales.”

La deslocalización comienza a tomar relevancia a partir de los años 90 y es uno de los pilares del proceso de globalización.

Las empresas, para obtener más beneficios, han de aumentar los ingresos accediendo a un mayor número de mercados (transnacionalizándose) y han de reducir gastos localizándose allí donde se den las condiciones para hacerlo (deslocalizándose). Las empresas deslocalizan para gastar menos en las actividades que van a ser trasladadas de lugar.

Las grandes compañías traspasan actividades de menor valor añadido a países con costes salariales más bajos, donde se ofrecen ventajas fiscales, subvenciones, etc. para obtener mayores beneficios. Normalmente, mantienen en sus países de origen los procesos críticos (I+D, comercial, marketing, etc.)

Principalmente los mejores lugares para reducir gastos son los espacios de la llamada “Periferia” mundial. La Periferia está compuesta por los países subdesarrollados, en desarrollo y emergentes. Según la explicación de Wallerstein de la economía-mundo (sistema mundo)  el capitalismo a nivel global no puede funcionar sin un sistema interestatal. Por lo tanto los Estados insertos en una única economía global capitalista, pueden ser clasificados en tres grupos o zonas económicas en función del rol que ocupan en la división internacional del trabajo: centro y periferia. Estos se refieren a procesos complejos y no a zonas, regiones o Estados. Son los procesos de centro y periferia los que estructuran el espacio.

Producen un desarrollo económico desigual, se insinúa que el centro explota y la periferia es explotada pero el autor remarca que la explotación es debido a que en las distintas zonas operan procesos diferentes.

Los procesos de centro combinan salarios altos, tecnología moderna y un tipo de producción diversificada. Los Estados del “centro” están especializados en la producción de bienes fabricados mediante altos niveles de tecnología y mecanización, y que, debido precisamente a esto, tienen un mayor precio en los mercados internacionales. Europa Occidental, Estados Unidos y Japón son las zonas económicas consideradas “centrales”.

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