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Dialogos De Edipo El Rey


Enviado por   •  18 de Diciembre de 2013  •  2.563 Palabras (11 Páginas)  •  971 Visitas

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Dialogo. Edipo Rey (Teatro corto)

DIÁLOGO DE EDIPO REY

Narrador: Layo, rey de Tebas, la ciudad de las siete puertas, era muy desgraciado. Un oráculo le había profetizado un destino trágico.

(Entra Layo y se arrodilla)

Oráculo: Layo Rey de Tebas a que has venido.

Layo: he venido a conocer mi destino.

Oráculo: Layo Rey de Tebas de tu esposa Yocasta nacerá un hijo que te dará la muerte y se casará después con su madre (Sale Layo corriendo)

Narrador: Aún contra el deseo de Layo, años después la reina Yocasta dio a luz a un hijo.

Yocasta: Es mucho mejor para nuestro hijo morir que convertirse con el tiempo en asesino de su padre.

Narrador: Entonces Layo perforó los tobillos del niño, los cuales ató con una correa y, hecho esto, entregó el niño a uno de sus pastores ordenándole que lo abandonara en el monte Citerón.

Pastor: No yo no puedo hacer esto, mi conciencia no me lo permite.

Narrador: Entonces el pastor llevó en secreto el niño a su hermano, que era también pastor de aquellas montañas pero al servicio del Rey Polibo de Corinto. Este a su vez entregó el niño al rey Polibo quien lo educó como un hijo.

Polibo: Tus pies están hinchados, por esto te llamarás Edipo.

Narrador: Creció Edipo en el Palacio del Rey hasta convertirse en un magnífico joven. No dudaba que Merope y Polibo fueran sus padres. Pero un día, durante un banquete le dijo un joven Corinto para humillarlo:

Joven Corintio: Tú que te crees tan noble, ¿no sabes acaso que el rey Polibo no es tu padre?

Narrador: Edipo no respondió. Sufrió en silencio durante todo aquel día. Pero a la mañana siguiente se presentó ante los reyes y les exigió que le dijesen la verdad.

Edipo: Padre, ¿verdaderamente soy tu hijo?

Reina Merope: ¿Por qué dices eso hijo mío?

Rey Polibo: ¿Quién te ha dicho tal mentira?

(Sale Edipo en silencio)

Narrador: Y aunque los reyes trataron de persuadirlo, la duda había quedado sembrada en el ánimo de Edipo.

Por ello éste se dirigió al oráculo de Delfos, para esclarecer sus dudas.

Antes de que Edipo dijera una palabra, el oráculo, le hizo una terrible profecía.

Oráculo: Matarás a tu padre y te casarás con tu madre.

Edipo: ¡No! ¡Jamás haré eso! Mejor es que no vuelva a ver a mis padres.

Narrador: Y así, en lugar de regresar al palacio, tomó el camino de Beocia.

No se había alejado mucho de Delfos cuando se encontró en la encrucijada de tres caminos. Por la parte opuesta venía un carruaje en el cual se encontraban cinco personas. Eran estos, un hombre con cabellos grises, un heraldo, dos criados, y el cochero.

Cochero: apártate, muchacho.

Narrador: Encolerizado el príncipe golpeó al insolente. Viendo esto el anciano, pinchó con su bastón la cabeza de Edipo. Entonces el joven alzó a su vez el bastón y golpeó al viejo con todas sus fuerzas hasta arrojarlo fuera del carruaje.

En el combate Edipo estaba sólo contra tres ya que uno de los servidores se había dado a la fuga y sin embargo cuando el combate había terminado yacían los tres junto a su amo.

Con este acto se había cumplido la primera parte de aquella profecía. El anciano que había matado no era otro que Layo, rey de Tebas.

Edipo siguió su camino hasta llegar a Tebas, donde un monstruo alado con cabeza de mujer y cuerpo de león, asaltaba a todos los viajeros que, pasaban por las cercanías de las rocas en las que se había apostado.

La esfinge se divertía preguntando a todos los que pasaban la solución de un difícil enigma y aquel que no fuera capaz de dar la respuesta justa sería despedazado y luego devorado.

El Rey de Tebas para entonces era Creonte, hermano de Yocasta, quien había tomado el poder luego del misterioso asesinato del Rey Layo.

Un trágico incidente haría que Creonte tomara la inesperada decisión de dejar de reinar.

Esfinge: A ti Hemón de Tebas te propongo mi acertijo ¿Cuál es el animal que por la mañana camina en cuatro pies, a mediodía sobre dos y por la tarde sobre tres?

Hemón: No sé temible esfinge, al parecer la respuesta a tu incógnita no se encuentra sobre la faz de la tierra.

(La esfinge ríe sarcásticamente, e inmediatamente Hemón es devorado por la ésta)

Narrador: al saber Creonte que, Hemón, su hijo había sido devorado por la esfinge se entristeció mucho, ofreciendo así el reino como recompensa y a esto añadió la mano de Yocasta, su hermana.

Heraldo: Así ha dicho Creonte rey de Tebas: Desde hoy en adelante yo, Creonte, Rey de Tebas proclamo que aquel que sea capaz de liberar a la ciudad de tan terrible monstruo recibirá como recompensa el trono de la ciudad y además se casará con Yocasta, mi hermana.

Narrador: En ese mismo instante llega Edipo, quien recordando el terrible oráculo que le había sido anunciado decidió poner fin a su vida, dirigiendo así al lugar que habitaba la esfinge.

Edipo: (se acerca a la esfinge, gritando sus palabras) Dime tu enigma y yo te contestaré lo mejor que pueda.

Esfinge: Ingenuo mortal que osas desafiar de esa manera, responde mi enigma ¿Cuál es el animal que por la mañana camina en cuatro pies, a mediodía sobre dos y por la tarde sobre tres?

Edipo: ¡El hombre! Pues en la mañana de la vida gatea con manos y pies; al mediodía, cuando está en la plenitud de su fuerza, camina sobre las dos piernas y, alcanzada la tarde, es decir en la vejez, cuando es débil y tiene necesidad de sostén, se apoya en un bastón que le es como una tercera pierna.

(La esfinge emite un aullido ensordecedor, cayendo muerta al suelo)

Narrador: Al mismo instante que Edipo dio su respuesta, la esfinge emitió un aullido terrible, consecuencia de esto fue el cumplimiento de un oráculo el cual decía que si alguien lograba responder el enigma de la esfinge, ésta moriría de inmediato.

Edipo se convirtió en rey de Tebas, desposando así a la reina Yocasta. He aquí se cumple la segunda parte del oráculo que había vaticinado que Edipo contraería matrimonio con su madre.

Pasaron los años y Edipo tuvo varios hijos: dos varones y dos hembras. Él era amado por todos; era rico, poderoso y famoso. Ya nadie pensaba en el viejo rey Layo, puesto que su misteriosa muerte no había sido descifrada aún.

Pero en aquel tiempo una nueva plaga azotó la ciudad: la peste.

Jóvenes y viejos cayeron muertos, los frutos y las flores se agostaron, los ganados y los rebaños perecían en los pastos.

Sacerdotes: Su majestad, esta peste es sin duda un castigo de los dioses como consecuencia de una culpa grave. Enviemos a alguien a Delfos para preguntar al oráculo que cosa

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