Dika Mete La Pata
Enviado por jakita1 • 25 de Septiembre de 2014 • 9.929 Palabras (40 Páginas) • 614 Visitas
DIKA METE LA PATA
SIMPATICA Y PELIRROJA (ESTA SOY YO)
Cuando nací no tenía nombre. Era una bolita suave con cuatro patas, las orejas caídas, el hocico húmedo y ocho hermanos cerca de mí. Nos alimentaban con biberón porque mi madre no podía criarnos a todos. Vine al mundo en un piso de Madrid y enseguida escuché que, cuando cumpliéramos un mes, nos iban a dar.
-¿Por qué nos van a dar, mamá?
Mi madre, que andaba cansada de un lado para otro con aire de resignación me lo explico bastante bien, pero a mí me siguió dando pena: que si éramos muchos y en un piso diez perros es impensable. IM-PEN-SA-BLE… (Algunas madres se creen que tenemos que entenderlo todo).
_Vamos, que no se puede, hija, pero ya verás cómo te van a querer mucho porque eres muy simpática y además, pelirroja, y tienes los ojos más grandes de toda la camada. Y nos veremos en el parque. Será divertido…
_No me convence.
_Ya verás…
Es verdad que andaba todo patas arriba en aquella casa: las alfombras enrolladas, las porcelanas en lo más alto de las estanterías, plásticos en lugares extraños y un aire de emoción en todos los humanos que yo podía notar muy bien si sonaba el timbre. Bueno, estoy hablando de cuando empezaron a pasar muy deprisa los días y se terminaba el mes. Tin, tin, tin, tin, y la gente de esta casa se ponía muy colorada, muy colorada y le brillaban los ojos como si estuviesen a punto de llorar. Yo me escondía en la alfombra enrollada del salón y solo sacaba un ojo y una oreja.
_¡Eh, mami! ¡He pasado un susto…! Creía que venían por mí.
Se llevaron a la mayor, que se fue dándose muchísima importancia porque va a pasar los fines de semana en una casa de Torrelodones. Le han llamado Mafalda. A pesar de que es una presumida y algo mandona _como muchos hermanos mayores_, he sentido un tironcito en el lado del corazón.
Como me dieron la última, mi madre, que se había hecho la fuerte hasta el final, tuvo un momento de melancolía antes de mi partida (melancolía es igual a una pena, pero mas dulce). Yo vi cómo toda la familia se deshizo en caricias hacia mi madre, que se llamaba China y es negra y muy bonita. Le dieron un hueso grandísimo y le sobaron el cogote, que es una cosa que nos gusta mucho a los perros, siempre que no se exagere.
Lo habíamos pasado mal. Yo envidiaba a los humanos que podían vivir juntos bajo el mismo techo, me hubiera encantado tener diez casetas, mejor dicho, once casetas en un jardín _aunque no fuera Torrelodones_. Un jardín de alguien que nos quisiera; por eso, como me dijo mi madre China, son cosas impensables, que ahora que ya sé lo que quiere decir, no tiene nada que ver con impermeable.
Como os decía, lo pasé muy mal cuando llevaron a mis hermanos uno tras otro. Les fueron poniendo nombres. A ver si me acuerdo… Mafalda, Don, Berna, Jasper, Pérrez, Billy, Pepa y Viernes.
Venían a buscar al suyo y decían eso de:
-¡Que rico! –o: -¡Que rica!
Algunos se equivocaban y decían:
-¡Que rica! – cuando tenían que decir: -¡Que rico!
Porque hay humanos tan despistados que no se acaban de dar cuenta de si somos macho o hembra, con lo fácil que es.
A mami le hacia gracia yo. Me gustaba eso de decir <<mami>>, porque lo había oído en la televisión en alguna película, y me parecía que resultaba tierno y muy fino. Por eso andaba yo siempre zalamera y graciosilla.
-¡Mami, mami!
Se ve que mi madre no quería corresponder a tantas zalamerías, porque lo normal es que hubiera restregado su hocico en mi suave pelaje, pero, como nos íbamos a separa, prefería que no me derritiera de pura ternera, perdón, de pura ternura, quiero decir. Me estuvo haciendo recomendaciones de última hora. Lo mismito que a vosotros cuando vais al cumpleaños de algún amigo:
-Que te portes bien…
-Que comas todo lo que te pongan…
-Que no te hagas pis en las alfombras… (a vosotros no os dicen eso; ya lo sé…).
-Que dejes bien a los perros de nuestra familia… (los Setter tenemos fama de ser algo alocados).
Y yo calladita, como una santa, porque sabía que aquel timbrazo y aquellos pasos acelerados significaban que había llegado el momento. Quise decir <<mami>>, pero ni siquiera me salió la voz.
2. SON NOVATOS
Sí, son muy novatos. Se lo he notado enseguida en la manera de levantarme del suelo. Han venido todo a la casa (bueno, casi todos, porque el padre es marino mercante y está embarcado hasta navidad). Un chico de mi edad, que se llama Gustavo, tiene un aparato en los dientes y dice que soy suya; una niña que es rubia y bastante guapa y se llama Beatriz; y Carlos, un chico algo gordito y muy sonriente, que es mayor, y la madre, que me ha parecido bien, así, a primera vista, con el pelo rozado y ojos soñadores. Se llama Clara.
Se han dado muchos besos con los donadores, o sea, los amos de mi madre, y yo he acaparado todas las miradas.
Me he puesto un poco tonta, lo reconozco: ojos caídos, sacudida de orejas, y un trotecillo corto y saltarín.
-¿Por qué se quiere esconder? – ha preguntado Gustavo-. ¿Tú crees que no querrá venirse con nosotros…?
-Ya veras como sí…
<<Dubi, dubi, dubi, da>> -he dicho yo, por dentro- pero solo me han salido un par de guaus desafinados, con lo que no he conseguido impresionar demasiado; lo reconozco.
-Perro ladrador, poco mordedor – ha dicho la niña, y le he clavado los dientecillos por marisabidilla y refranera.
-¡Ay!
-Se vendrá conmigo porque es mía- ha dicho Gustavo.
Entonces, la madre explico que Gustavo le habían operado de apendicitis y que había estado muy grave con una complicación que se llama <<peritonitis>> o algo así.
Cuando ella vio que el chico salía del gran peligro le dijo que pidiera algo, lo que mas ilusión le hiciera, y cuando todos pensaban que iba a decidirse por un ordenador, ¡guau!, un perro. La madre dijo que lo pensaría y también eso de <<tengo que consultarlo con tu padre>> - que ya sabemos que esta en el mar-… pero Gustavo siguió empleando la táctica <<machaquito>>. Cuando le preguntaban, por ejemplo, que era lo que mas le apetecía para comer, pues se había quedado tan flaquito como lápiz, el no lo dudaba:
-Un perro.
-¿Fresas con nata?
-Un perro.
-¿Macarrones con tomate?
-Un perro.
-¿Arroz con pollo?
-Un perro.
-¿Un perrito caliente…? –había preguntado la madre, que debe tener bastante sentido del humor.
-Un perro frio, vivito y coleando.
Y la madre se había derretido del
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