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EDUCACIÓN AMBIENTAL Y DISEÑO INSTRUCCIONAL


Enviado por   •  16 de Noviembre de 2012  •  1.742 Palabras (7 Páginas)  •  650 Visitas

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LA EDUCACIÓN AMBIENTAL Y EL DISEÑO INSTRUCCIONAL

El creciente deterioro ambiental como resultado de las actividades humanas y las concepciones existentes en relación con el desarrollo, hace urgente como lo señala Capra (2000), citado por Medina, (s.f.) la necesidad de resignificación de valores educativos y ambientales con la finalidad de contribuir a preservar el equilibrio ecológico y la existencia de las condiciones requeridas para garantizar la continuidad de la vida natural y humana en el planeta.

Los problemas ambientales son sin duda un problema de conciencia y de valores, en el que radica esencialmente la verdadera problemática. Ante esto, ¿cuáles son las potencialidades de la educación y básicamente de la educación formal? ¿En que consiste su aportación? Si el problema es la actuación del hombre ante los retos del desarrollo contra la conservación ambiental y si las actitudes están guiadas por el conocimiento y los valores éticos y morales, entonces se reconoce el potencial de la educación en la necesidad de transformar las conductas de los individuos.

De acuerdo con Esquivel. (2000) ob cit. La educación "es un concepto global e integral que busca conjugar en el ser humano todos los elementos que conforman el ambiente natural, biológico, psíquico, moral, espiritual, sin marginación".

La Educación es la base para proporcionar respuestas válidas a las necesidades de la sociedad, a través del despertar en el ser humano su capacidad creadora y generadora de un nuevo orden natural y social. En la amplitud del término corresponde a la sociedad en general, a través de las instituciones creadas por ella misma (familia, iglesia, escuela, estado) por tanto el problema ambiental se convierte en un asunto de corresponsabilidad.

Por ello, debemos comprender que los fines de la educación, particularmente con relación al ambiente, están más bien relacionados al entendimiento de nuestro propio objetivo de vida, como seres sociales en relación estrecha con la naturaleza, acompañado de un compromiso por trascender con nuestras enseñanzas en la formación, aprendizajes y participación de otro ser humano para la sociedad. El actuar de acuerdo a esta convicción es factor esencial para llegar a la comprensión de una situación por parte de quienes deban establecer un compromiso más alto que el del observador indiferente.

Si bien es cierto, la responsabilidad de la conservación ambiental le corresponde enteramente a la misma sociedad; sin embargo la autora Soriano (1999), citado por Medina, (s.f.) afirma que la solución no se encuentra sólo en manos de algunas instituciones sino que más bien "implica el diseño de estrategias que incluyan a todos, con una corresponsabilidad diferenciada y objetivos establecidos colectivamente" para lograr que el ambiente sea percibido de manera integrada y despertar la conciencia hacia su problemática.

La educación ambiental debe constituirse en un proyecto vital sin temporalidad, en cuyo proceso se distinguen ciertamente niveles y ámbitos de participación que de ninguna manera deben trabajar desarticuladamente y con objetivos diferenciados, ya que el esfuerzo conjunto y ordenado propiciará una mejora en el ambiente, que coadyuve a la evolución de la vida en el planeta.

La Educación Ambiental, desde la perspectiva de la formación docente, implica una posición y un enfoque pedagógico tanto en el ámbito formal como el no formal para favorecer una interacción entre culturas, experiencias, conocimientos y estrategias, configurando prácticas educativas ambiéntales situadas y con sentido para cada grupo social, de modo que favorezcan una acción comprometida como ciudadanos críticos de la realidad.

Para favorecer un cambio de perspectiva en la concepción de conocimiento y cultura ambiental, es necesario generar una modalidad de formación docente que permita una evolución conceptual metodológica y actitudinal, a partir de procesar y analizar las propuestas y experiencias pedagógicas cotidianas del aula y de las distintas instituciones educativas. Ello implica rescatar la historia personal y social, a partir de reflexionar críticamente sobre el objeto a enseñar: lo ambiental en sentido amplio.

El desafío en las instituciones educativas requiere de un compromiso con el conocimiento, su comprensión y uso activo a partir de un marco pedagógico que favorezca en los alumnos un verdadero alfabetismo de la reflexión (Adler, 1982) citado por Rivarosa. (s.f.) y procesos de aprendizaje que desarrollen el pensamiento crítico, creativo y anticipador.

La institución debe crear espacios para las actividades extra-escolares, de apoyo, así como para la convivencia informal con el alumno (actividades sociales, deportivas, culturales, de apoyo comunitario). El profesor debe aprovechar esos espacios para transmitir mediante las relaciones espontáneas, sus propias convicciones y las de la institución con respecto a lo ambiental.

Por una parte, para el maestro el reto didáctico supone una selección y jerarquización de contenidos significativos y funcionales a enseñar y aprender, que respondan a las necesidades epistemológicas y socioculturales del conocimiento y la sociedad, de los reclamos de los jóvenes y de un desarrollo más autónomo, reflexivo y a la vez comprometido con su rol social.

Por ello la adquisición de una nueva cultura académica – contenidos, procedimientos, actitudes debe consistir en mucho más que una yuxtaposición de culturas, la propia y la ajena. Es necesario construir puentes interculturales donde el currículo escolar se configura en un laboratorio experimental que intenta buscar algunas respuestas a la insuficiencia de las estrategias, esquemas y contenidos que se usan habitualmente para analizar, explicar y justificar la realidad, desde la perspectiva de la complejidad de la misma realidad.

Dentro de una responsabilidad socialmente

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