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EL CUERPO Y LA CONFIANZA


Enviado por   •  4 de Abril de 2014  •  1.898 Palabras (8 Páginas)  •  178 Visitas

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EL CUERPO Y LA CONFIANZA: Autoimagen Femenina

La auto imagen femenina es la forma como cada mujer percibe y ve su propio cuerpo, la cual tiene relación con los sentimientos positivos o negativos que le producen su peso, estatura, talla, edad, facciones físicas y forma y tamaño de las diferentes partes de su cuerpo.

Desde luego, la auto percepción no siempre corresponde con la realidad, ya que desde la emoción y la imagen mental se agranda, desconoce o reduce el cuerpo, al mismo tiempo que se asigna un valor de belleza o fealdad.

Ver el Todo o Ver las Partes

De ahí que haya mujeres que afirmen aceptar y reconocer su cuerpo, y sin embargo sus expresiones de lenguaje corporal las desmientan.

Mujeres que cuando se miran al espejo sólo ven al todo y no perciben las partes de su cuerpo, o bien que sólo ven reflejadas aquellas partes con las que están de acuerdo, al tiempo que se ocultan y niegan otras; es decir, mujeres que observan sólo lo que creen les hace falta, por no cumplir con la rigidez de los cánones de belleza.

De tal forma que las mujeres no miran su cuerpo, sino la imagen de él que tienen en la mente. Así, los sentimientos de inconformidad, preocupación e insatisfacción con la apariencia propia generan a su vez emociones de inhibición, así como inseguridad en su desempeño personal y profesional.

Estereotipos Que Esclavizan

En esta época, la imagen estereotipada femenina ha esclavizado a las mujeres, porque a pesar de dedicar mayor tiempo a su cuerpo e imagen, este tiempo no se refleja en el reconocimiento, aceptación y una mejor salud física y emocional.

Es común que una gran cantidad de mujeres mantenga una lucha personal, difícil e implacable, contra ese cuerpo que les permite estar vivas.

No pueden escuchar los mensajes que les envía su cuerpo, en particular cuando expresa agotamiento por tensión, cansancio y estrés; cuando reclama atención a través de los síntomas de las enfermedades; cuando señala el abuso de alimentos, cigarro, alcohol o dietas, y cuando pide movilidad o manifiesta un exceso de ejercicio.

En ocasiones es tal la persecución a un ideal corporal, que las mujeres colocan en riesgo su salud, su capacidad reproductiva y por tanto su vida. No tiene sentido que para que una mujer se sienta atractiva tenga que vivir en abuso y sacrificio de su cuerpo.

Escuchar el Propio Cuerpo

Las mujeres esclavizadas a la imagen han perdido en este camino una de las maravillas del cuerpo: las percepciones, sensaciones y emociones de los sentidos; es decir, aquellos placeres estéticos, sensoriales y lúdicos que sólo el cuerpo devuelve.

De igual forma, se les dificulta establecer contacto con todo lo que sucede al interior de ese cuerpo y cómo se expresa en la salud o en la enfermedad.

Las mujeres poseen una intuición especial para detectar las necesidades, deseos y demandas de los demás, y sin embargo no logran escuchar su propio cuerpo cuando les habla a través de los síntomas de la enfermedad o la acumulación de malestares físicos y dolores crónicos, los cuales se viven con normalidad hasta que devienen en enfermedades graves.

El cuerpo es responsabilidad de cada persona, no del médico, la pareja o los hijos; el cuerpo es el templo de cada mujer y reconocer la multiplicidad de bellezas físicas que posee permite amar lo que es único e irrepetible.

El cuerpo es la propia casa que habita la mujer y es el mejor mensajero de los pensamientos, emociones y percepciones, además de que es un incondicional compañero y consejero.

Toda comunicación con las demás personas se realiza mediante el cuerpo. Desde la infancia, mantenemos un diálogo permanente que se establece por medio del lenguaje corporal. Sólo de ver la cara a una persona, se sabe si está disgustada al mantener el ceño fruncido, si está feliz debido a su relajada sonrisa y ese brillo especial en los ojos... Abrimos los brazos para expresar cariño, gesticulamos cuando la ira nos invade, nos acercamos a alguien para demostrar necesidad de compañía. Y todo esto sucede apenas sin darnos cuenta que está sucediendo.

El lenguaje corporal nunca miente, a no ser cuando ciertos procesos —que no llamaremos educativos— nos enseñan a controlar ese lenguaje que se vuelve insano e hipócrita: entonces la persona demuestra alegría cuando realmente le invade una honda tristeza o manifiesta amistad y cariño cuando en verdad es antipatía lo que está sintiendo... aunque, a algunas y algunos, no obstante, los ojos los delaten.

El cuerpo siempre es un cuerpo sexual. Lo es en la bebita recién nacida, en los ancianos y ancianas, en el hombre y la mujer. Somos seres sexuados y no podemos desprendernos de esta condición a lo largo de toda la vida, lo que ocurre es que cambia en la medida que vamos creciendo, madurando, envejeciendo.

El cuerpo representa a la persona, no sólo ante sí misma, de manera individual e íntima, sino que además es la frontera, el límite entre el YO y el afuera. Nuestro cuerpo, es lo primero que ven los otros y las otras.

Ver y ser vistos

El cuerpo y el modo de cubrirlo han tenido variados significados de acuerdo a la cultura de cada época. Los griegos, digamos, exaltaban al máximo el cuidado corpóreo como elemento estético. Utilizaban las túnicas, no para ocultar sino para realzar y delinear las formas y siluetas. En otros tiempos, como en el medioevo, se cubrió de grueso tejido para que nada se pudiera adivinar. Con estos ejemplos pretendo llegar a un punto interesante de este asunto: las formas de percibir y tratar el cuerpo propio no son totalmente nuestras sino que están influidas por las otras personas, la sociedad y la cultura.

La gente nos mira y eso funciona como

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