EL MARKETING POLITICO MAL ENTENDIDO
Enviado por roks • 20 de Octubre de 2015 • Ensayo • 1.335 Palabras (6 Páginas) • 165 Visitas
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EL MARKETING POLITICO MAL ENTENDIDO
Determinar cuáles son los riesgos de un marketing político mal entendido debido al auge de la video - política,
El Marketing Político, presenta una serie de bondades y atributos que ponen en ventaja a aquellos contendientes que primeramente y de manera profesional acceden a su manejo y dominio. Su uso representa un factor real que posibilita y potencializa el acceso al poder dentro de la representación pública, ya que el actual nivel de competitividad partidista ha hecho que los márgenes de victoria sean más reducidos y que la diferencia entre el triunfo y la derrota lo pueda determinar no sólo el tipo de candidato y el trabajo proselitista, sino la creatividad de las campañas y las estrategias de mercadotecnia política utilizadas. Es decir, las campañas y las estrategias propagandísticas pueden constituir la diferencia entre el triunfo o la derrota.
Sin embargo, también existen riesgos si no se hace un buen manejo de esta disciplina, uno de los más importantes que plantea el marketing político tienen que ver con la equidad en el uso o no de las técnicas y medios que presenta esta. En todo caso, esto tiene que ver con el sistema electoral y de partidos predominantes y con los recursos financieros que en el entramado legal se asignan a cada una de las formaciones políticas legalmente reconocidas. Es decir, la equidad o inequidad en el acceso a recursos económicos provenientes del sector público o privado y su uso en campañas propagandísticas, si bien puede representar un riesgo para la consolidación de un sistema democrático, no se concibe como un riesgo por sí mismo. Esto representa, en todo caso, sólo parte de la estrategia que los contendientes decidan o puedan privilegiar en su lucha por conquistar el poder político.
Los riesgos del abuso del marketing se ubican, a mi entender, en otra dimensión, muy ligados a actitudes que generan artificialidad y falta de pulcritud de la política y los políticos. Creo que los riesgos más serios del marketing político tienen que ver, ciertamente, con la manipulación de las masas, la impostación de personalidades, la sobre-oferta política, la superficialidad de los planteamientos, y la creación de escenarios falsos, entre otros.
Manipulación no significa, de ninguna manera, persuasión. De hecho, el objetivo de la gran mayoría de los políticos y sus institutos es persuadir a los electores sobre sus programas de gobierno, sus plataformas electorales, sus principios e ideas y sobre sus planes de acción. Por el contrario, la manipulación envuelve la movilización y el control de la voluntad del elector sin el conocimiento del mismo. Es decir, la manipulación es una técnica de control de la conducta y reacciones de un individuo o grupo que no está consciente por otro individuo o grupo que si lo está y lo hace con el objetivo de influir en él. Esto es, la manipulación se maneja de forma oculta. Por su parte, la persuasión se da de manera abierta, limpia y a la luz del escrutinio público como parte del proceso de comunicación política.
De hecho, las críticas más fuertes a la mercadotecnia política apuntan que por medio de ésta se pueden manipular a los electores, creando en el imaginario colectivo la idea de un candidato o un partido que no corresponde con la realidad. Por ejemplo, presentar ante el elector un partido como democrático cuando nunca lo ha sido o un candidato benefactor cuando su pasado lo delata como usurero y egoísta.
Como todos sabemos, la confección y maquillaje de personalidades es muy típica durante los procesos electorales. Tradicionalmente, atributos y características de los candidatos y partidos son magnificados por los comités de campaña, mientras que las deficiencias, limitaciones y errores cometidos en el pasado son acotados. Estos rasgos, cuando no son minimizados, sino más bien magnificados, constituyen ejemplos claros de manipulación cuando son propagandizados en los medios como parte de las campañas proselitistas.
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