EL PERDON: VERDADERO CAMINO AL AMOR

EL PERDÓN: VERDADERO CAMINO AL AMOR

Día con día luchamos contra una enorme dificultad y esta se convierte en uno de los mayores retos de nuestra vida: “Perdonar a los demás por lo que nos han hecho”.

Efectivamente perdonar no es tarea fácil, es un pleno acto de convencimiento y de humildad total; del mismo modo y bajo nuestra propia mesura debemos asumir la enorme convicción de perdonar, pero sin perder de vista algo muy importante: “No es quien nos ofende el que acepta el compromiso del perdón, somos nosotros mismos quienes admitimos esa postura”. Entendamos entonces que se debe perdonar sin rencor, aun cuando el ofensor nunca se de cuenta de ello. En este ensayo manifestaré cómo el Don de perdonar ha de lograr nuestra estabilidad interna; también expondré porque debemos de reconocer en primer lugar nuestros miedos, los cuales son la punta de lanza para adentrarnos al descubrimiento del perdón, teniendo como fin último el amor; todo esto nos llevará a hacer de lado todas aquellas agresiones y disgustos que nos han dañado física y emocionalmente a lo largo de nuestras vidas.

Verdaderamente los sucesos y acontecimientos que nos han hecho sufrir en el transcurso de nuestra existencia, la forma en como los percibimos y son guardados en nuestra memoria para ser transmitidos a nuestro sentir, es lo que lleva a engancharnos con la premisa del dolor, sufrimiento, así como con la persona que nos hizo daño y en consecuencia, en nuestro interior, existe el convencimiento de “sentirnos mejor” si es castigado el individuo que nos ha ocasionado tanto dolor y perjuicio.

Ahora bien, analicemos nuestro ser interno, veamos lo que le pasa, aceptemos que al ser dañados y ofendidos, por costumbre nuestra primera reacción es la venganza, si, tal parece que es la venganza la forma inequívoca de revertir las injustas heridas que hemos sufrido, es como contestar la pregunta: ¿quieres responder al daño que te hicieron y ser feliz?, pues véngate, pero “ojo”, cuidado, ahora ten la certeza que esa aparente felicidad durará tan solo unos minutos, una horas, tal vez un día, no mas de eso, es mas, llegará el sentimiento de culpabilidad y posteriormente sentiremos ira contra nosotros mismos por todo lo que permitimos que nuestro ofensor nos hiciera.

Sin duda alguna el perdón será siempre la alternativa precisa para dejar atrás y en el olvido todo resentimiento que nos impide llevar una vida tranquila y sin rencores. Es el perdonar una verdad de libertad interior que nos permite vivir en plenitud hasta alcanzar el amor. Indiscutiblemente el perdón ha de iniciar en nuestros corazones; es indudable que antes de perdonar a los demás, debemos aprender a perdonarnos a nosotros mismos, sino encontramos ese punto medular en nuestra credibilidad interna, nunca podremos dispensar a quien nos causo tanto daño. Evidentemente cuando me perdono a mi mismo encuentro la liberación de esa realidad al desear el odio y la venganza.

Antes que nada tenemos que reconocer la tristeza, la ira, el dolor, la herida, la envidia y todos aquellos sentimientos negativos que habitan en nosotros y no deseamos tener, pero que también no queremos liberar; el no reconocimiento de esos sentimientos es por miedo. Primeramente lo que debemos hacer es no justificarlos y mucho menos condenarlos, aceptemos que están ahí y surgen por una falta de amor, si, así es, queremos amor y no nos sentimos amados, ni capaces de ser amorosos. Por otro lado hemos deseado sentirnos vacíos, en la victimización, admitiendo vivir de esa forma, con esa supuesta carencia de amor. Es por ello que debemos hacer de lado la negación a reconocer nuestros miedos, aceptemos que están ahí, aunque parezca ilógico pero tenemos que darnos permiso a sentir miedo para poder descubrir y sentir todos nuestros sentimientos negativos. La realidad

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