EL VIEJO Y EL MAR
Enviado por armas2012 • 24 de Octubre de 2012 • 382 Palabras (2 Páginas) • 511 Visitas
Santiago es un viejo pescador cubano. Le acompaña un joven muchacho llamado Manolín, con quien el sentimiento de aprecio es mutuo, pero éste tuvo que dejarle por otros pescadores con más fortuna en sus pescas porque el viejo tenía muy mala suerte. Sin embargo, él le seguía ayudando.
Un día el viejo salió a la mar con el objetivo de terminar con su mala racha en la pesca. El muchacho le había conseguido cebo. Al cabo de unas horas de navegar, tras haber perdido de vista la costa, un pez picó el anzuelo. Era un pez enorme, dispuesto a luchar hasta la muerte, si era preciso. La barca navegó a capricho del pez mar adentro. Las fuerzas del viejo cada vez iban a menos y predecía que el pez le podía matar, pero tenía una fuerte determinación por conseguir sacarlo del agua, y no le importaba si tenía que dejar su vida en el intento. Tras una larga y dura batalla, el pez tuvo la peor suerte, y el viejo, rebosante de felicidad, ya que no creía que el pez fuese tan inmenso, lo amarro al costado de la barca, para poner rumbo a la costa."Era tan grande, que era como amarrar un bote mucho más grande al costado del suyo". Todo su empeño habría sido inútil si no consiguiese llevar el pez a tierra firme. Sin embargo, y para su desilusión, apareció un tiburón. Cuando el escualo se acercó a comer el pez el viejo le asestó un mortal golpe en la cabeza con su arpón. Se había librado del tiburón, pero no tardarían en acercarse otros más siguiendo el rastro de la sangre desparramada del pez herido. El viejo logró batirlos, pero se habían comido medio pez. Por la noche se le acercaron más, que acabaron con él, dejando solo la cabeza, la espina y la cola, suficientes para dar testimonio de la hazaña.
Así, llego por fin a puerto. Era de noche y no había nadie para ayudarle a recoger. Cuando terminó se fue a su casa a dormir. A la mañana siguiente el muchacho, muy preocupado, fue a su casa para ver cómo estaba y le prometió que saldría a pescar con él.
Los demás pescadores reconocieron el mérito de Santiago, al ver los restos del pez, que era un tiburón.
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